Capítulo 1: Encuentro Casual

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Me llamo Emma y, hasta hace unas horas, mi vida universitaria era tan predecible como un esquema de clase bien organizado. Pero eso cambió drásticamente esta noche.

Todo comenzó en esa fiesta abarrotada en el corazón del campus. El bullicio de la música y las risas llenaba el aire, creando una atmósfera de energía que contrastaba con la calma nocturna habitual de la biblioteca donde me encontraba la mayor parte del tiempo. Decidí darle una oportunidad a la vida social, un consejo que mis amigas llevaban dándome desde el primer semestre.

Con un vaso de plástico en la mano, intentaba no sentirme demasiado fuera de lugar. La música pulsante resonaba en mi pecho, y la multitud se movía como una marea de colores y conversaciones entrelazadas. Me refugié en una esquina, observando a la gente mientras trataba de convencerme de que disfrutaba de esta nueva experiencia.

—¡Emma! ¡Estás aquí! —gritó Amy, una de mis amigas más extrovertidas, mientras se abría paso a través de la multitud hacia mí.

—Sí, aquí estoy —respondí, tratando de sonreír con naturalidad a pesar de los nervios que me recorrían.

Amy se acercó y me rodeó con un brazo amistoso. Ella era el tipo de persona que irradiaba confianza y diversión, y siempre sabía cómo hacerme sentir mejor en situaciones como esta.

—Vamos, te presentaré a algunas personas —dijo, tirando de mí hacia el centro de la fiesta.

Nos movimos entre grupos de estudiantes, y pronto perdí la cuenta de cuántas manos estreché y nombres olvidé casi al instante. La música se mezclaba con las risas y los gritos de ánimo a medida que avanzábamos. Me sentía un poco abrumada por toda la energía, pero también emocionada por estar allí, por finalmente salir de mi zona de confort académica y sumergirme en el ambiente universitario real.

Fue entonces cuando lo vi por primera vez.

Estaba de pie cerca de la mesa donde se servían las bebidas, hablando animadamente con un grupo de amigos. Era alto, con el cabello oscuro desordenado que caía sobre su frente. Llevaba una camiseta sencilla y unos jeans que parecían hechos a medida para él. Su sonrisa era contagiosa, y no pude evitar notar cómo sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y curiosidad mientras hablaba.

Amy me dio un codazo suave y me susurró al oído: —Ese es Liam. Está en tu clase de literatura inglesa, ¿recuerdas?

Asentí, aunque mi mente estaba más concentrada en la forma en que Liam se movía con una especie de gracia relajada, como si estuviera cómodo en su propia piel en cualquier situación.

—Deberías ir a hablar con él —me animó Amy con una sonrisa traviesa.

—¿Qué? No, no puedo hacer eso —respondí rápidamente, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.

Amy rió. —¿Por qué no? No pierdes nada con intentarlo.

Antes de que pudiera protestar más, Amy ya se había escabullido para saludar a otro amigo que acababa de aparecer. Me quedé allí, sintiéndome atrapada entre la tentación de hablar con Liam y el miedo paralizante de hacer el ridículo.

Al final, mi curiosidad ganó. Respiré hondo y di un paso adelante, decidida a enfrentar mis nervios y al menos intentar ser socialmente competente por una vez en mi vida universitaria.

Caminé hacia donde Liam estaba parado, tratando de parecer lo más relajada posible mientras calculaba mentalmente cada paso que daba. Cuando estuve lo suficientemente cerca, Liam notó mi presencia y sus ojos se encontraron con los míos por un breve instante antes de que una sonrisa se extendiera por su rostro.

—Hola —dije, tratando de sonar casual pero segura.

—Hola —respondió Liam, su voz cálida y acogedora. —Eres Emma, ¿verdad? Estamos en la misma clase de literatura inglesa.

Asentí, aliviada de que recordara mi nombre.

—Sí, eso es correcto. Soy Emma.

Liam inclinó la cabeza ligeramente. —Es un placer conocerte, Emma. ¿Qué te parece la fiesta hasta ahora?

La conversación fluyó con una facilidad que me sorprendió. Hablamos sobre nuestros cursos, nuestros intereses en común y nuestras experiencias universitarias hasta ahora. Liam tenía una forma de hacerme sentir cómoda, como si hablar con él fuera lo más natural del mundo.

El tiempo pasó volando mientras hablábamos, y pronto me di cuenta de que había dejado de preocuparme por parecer torpe o fuera de lugar. Estaba disfrutando de su compañía, de su sentido del humor y de la forma en que parecía interesado genuinamente en lo que yo tenía que decir.

Más tarde, cuando la fiesta comenzó a disminuir y la multitud se dispersó gradualmente, Liam y yo seguimos hablando en un rincón más tranquilo del lugar. Descubrimos que compartíamos un amor por los libros, la música indie y las películas clásicas, y cada nuevo descubrimiento fortalecía la conexión que se estaba formando entre nosotros.

—Creo que debería irme —dijo Liam finalmente, mirando su teléfono para comprobar la hora.

Asentí, sintiendo una pizca de decepción por la idea de que nuestra conversación estaba llegando a su fin.

—Fue genial conocerte, Emma. Espero verte en clase la próxima semana —dijo Liam con una sonrisa sincera.

—Sí, definitivamente nos veremos en clase —respondí, devolviéndole la sonrisa.

Intercambiamos números de teléfono antes de despedirnos, y mientras caminaba hacia la salida de la fiesta, no pude evitar sonreír por todo lo que había experimentado esa noche. Por primera vez desde que había llegado a la universidad, sentí que tal vez había encontrado algo más que solo libros y conferencias. Sentí que había encontrado a alguien que podía convertirse en algo significativo en mi vida.

El encuentro casual en esa fiesta cambió todo para mí. Me recordó que la vida universitaria no se trataba solo de estudiar y pasar exámenes, sino de hacer conexiones reales con personas que podrían cambiar tu mundo en un abrir y cerrar de ojos.

Y así comenzó mi historia con Liam, una historia que estaba a punto de llevarme por un camino inesperado lleno de romance, desafíos y el descubrimiento de que el amor puede encontrarte cuando menos lo esperas.

Entre nosotros: Amor en tiempos universitariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora