A la mañana siguiente, Retth seguía abrazándome cuando me desperté. Intente liberarme de su agarre sin despertarlo y me senté en el sofá del salón para llamar a un repartidor de comida, para que nos trajera el desayuno. Quería agradecerles por haberme ayudado ayer.
Mientras esperaba, me lave la cara y me hice una coleta alta, bastante mal echa, ya que no tenía ningún peine. Quince minutos más tarde, llamaron a la puerta con un banquete de comida para nosotros. La dejé ordenada encima de la mesa y preparé café suficiente para los tres. Cunado lo tuve todo preparado, fui a despertar a Retth, el cual no se despegaba de la cama ni con agua caliente – hasta que le dije lo del desayuno -. Él se encargó de despertar a su madre, la trajo rápidamente a la mesita auxiliar en la que cenamos anoche.
- ¿Y todo esto? - preguntó Dayla.
- Lo he pedido yo – dije con una sonrisa de oreja a oreja.
- No hacía falta cielo.
- Claro que la hacía, me habéis ayudado muchísimo. Quería agradeceros que me dejarais pasar la noche aquí.
- Mamá, qué más da si hacía falta o no. Disfruta – dijo devorando un croissant de un mordisco.
- Ay hijo mío, qué humilde eres – dijo negando con la cabeza – gracias – dijo hacia mi dirección.
- No hay de que – dije alegre.
- ¿Y como habéis dormido? Le dije a Retth que se viniera a la cama conmigo, pero me dormí esperándolo – al escuchar esto, Retth abajo la cabeza avergonzado y yo no pude evitar reírme, ¿por qué se avergonzaba de todo lo que decía su madre?
- He dormido muy bien, le dije a Retth que no hacía falta que se fuera, al fin y al cabo era su cama- dije amablemente – ¿y tu Retth? - añadí.
- Muy bien, la verdad.
- Me alegro mucho chicos, pero ahora tengo que irme a trabajar – dijo Dayla levantándose – antes de iros, pasaros por el bar, tendré una buena jarra de café para el viaje.
★ ★ ★
Cuando su madre se fue de casa decidí preguntar donde había quedado ese cojín barrera.
- Oye, ¿qué ha pasado esta noche con el cojín? Cuando me he despertado había desaparecido.
- ¿El cojín?
- Sí, el cojín barrera.
- Ah, sí, el cojín.
- Ajá, el cojín.
- Es que en la madrugada, el cojín me dijo que echaba de menos a mi madre, y me pidió si podía llevarlo de vuelta a la habitación.
- ¿Y le hiciste caso? - dije casi riéndome.
- Claro, estaba muy triste – dijo indignado.
- Claro, pobre cojín – evité reírme, pero no lo conseguí - ¿me cambio de ropa y nos vamos hiendo hacia Barcelona?
- ¿Qué prisa tienes? ¿Es que alguien espera a la pequeña zanahoria?
- Tengo demasiada prisa por no volver a escuchar ese mote tan absurdo – él se rio ruidosamente.
Su risa es muy agradable, no me molestaría escucharla más veces.
¿Pero qué decía mi conciencia ahora? ¿Qué me pasaba?
- Primero deja que te enseñe un poco la ciudad y luego te llevo a casa, ¿vale zanahoria?
- Vale, gilipollas – esbocé una sonrisa de oreja a oreja a la vez que él.
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El destino
Romance¿Tu crees en el destino? Déjame decirte que gracias al destino todo fue posible. Patricia es una chica normal a la que un mal entendido le va a cambiar la vida. Rhett es un chico con muchos problemas los cuales se le van a solucionar todos.