CAPITULO 5

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- Despiértate zanahoria, ya hemos llegado – dijo Retth mientras me movía bruscamente el brazo.

- Quieres parar, qué bruto eres – dije apartándole la mano - ¿qué hora es?

- Son las nueve y media de la noche.

- Gira a la siguiente calle.

-La señora del Google Maps no dice eso – dijo señalando a su móvil.

- Es un atajo.

- Eres muy quejica.

- ¿Yo? Pero si lo digo por ti – dije indignada.

- ¿Piensas en lo que es mejor para mí? - dijo riéndose.

- Pienso que eres bastante tonto.

- Y yo pienso que eres una maleducada - afirmo.

- ¿Una maleducada?

- ¿Cómo vas a insultar a un pobre chico que te cedió parte de su pequeña cama y lleva conduciendo casi cuatro horas por ti? - dijo con una sonrisa encantadora que le iba de oreja a oreja.

- Muy gracioso – ironicé.

- ¡Joder!, ¿pero qué es esto? - entonó con admiración.

- ¿Qué pasa?

- Sabía qué tenías dinero, pero, ¿esto? Esto es tener demasiado – dijo señalando con la cabeza la urbanización en la que acabábamos de entrar.

- Aparca ahí - señalé un lugar vacío en frente de mi casa.

- Qué pena que aquí se acabe nuestra pequeña aventura – dijo mientras aparcaba cuidadosamente para no darle al coche de mi hermano.

- ¿Aquí? ¿Es que tú no tienes hambre?

- Si la verdad, ¿por?

- Entra y cenamos algo – dije como si fuera lo más obvio del mundo - ¿qué pasa? ¿No tenías hambre? ¿Por qué me miras así?

- ¿Es una cita? - al ver que no contestaba puntualizo divertido - ¿pequeña zanahoria?

- Es generosidad, ni en mil vidas tendría una cita contigo – dije saliendo del coche, a lo que él se rio.

- ¿Esta es tu humilde morada? - hablo mientras me seguía con prisas.

- Ajá.

De humilde no tenía nada, mis padres se encargaron de plasmar nuestro dinero en vivo y en directo. Al acercarse a la propiedad, uno se queda impresionado por la majestuosa fachada de piedra caliza y cristal. La casa, de estilo contemporáneo, se integraba armoniosamente con el paisaje. Un camino de adoquines conducía a través de un enorme y fascinante jardín, meticulosamente diseñado con una variedad de plantas exóticas y autóctonas. Fuentes ornamentales y esculturas modernas adoraban el espacio, creando puntos focales artísticos - según mi madre -. Un antiguo olivo centenario dominaba el centro del jardín, proporcionando sombra y un toque de elegancia atemporal.

La joya de la corona exterior es sin duda la piscina infinita que mi padre se empeñó en construir, sus aguas cristalinas parecen fundirse con el horizonte. El borde de la piscina estaba revestido de mosaicos de cristal que brillan bajo el sol, creando destellos de luz, que debo admitir que, eran preciosos de ver. Al lado de la piscina, una amplia terraza de madera, que albergaba una zona para estar al aire libre con lujosos muebles, con una pérgola cubierta de buganvillas proporcionando una maravillosa sombra en verano, y con una cocina exterior de última generación, equipada con parrilla, horno de pizza y barra de bar.

- Tu patio es más grande que mi casa – dijo Retth.

- Lo sé, es patéticamente demasiado.

Al cruzar el umbral, uno se encuentra con que un amplio vestíbulo de doble altura da la bienvenida, dominado por una majestuosa escalera curva que se divide en dos tramos simétricos, esta era curva de mármol y con la barandilla de cristal se eleva hacia el segundo piso. El salón principal es un espacio amplio y luminoso, con ventanales del suelo al techo que ofrecen vistas panorámicas del jardín y la piscina. Los muebles, una mezcla de piezas contemporáneas y antigüedades cuidadosamente seleccionadas por mi madre, y la cocina es un sueño para cualquier chef. Equipada con electrodomésticos de acero inoxidable de alta gama, cuenta con una isla central de mármol donde yo desayunaba todas las mañanas.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora