CAPITULO 2

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Me encerré en el baño mientras Noah y mi hermano estaban paseándose por toda la pequeña tienda. Buscaba alguna idea para salir de ahí sin que me vieran. Vi una ventana por la que yo pasaba perfectamente y podía escaparme. No quería volver al coche con Noah, ¿cómo podía mirarle a la cara después de haber escuchado lo que había escuchado? La ventana estaba situada encima del retrete, me subí a él y salí por esa pequeña ventana.

Mis ojos se movían como locos pensando como volvería a casa lo más rápido posible. Entonces vi una furgoneta, una furgoneta de reparto con las puertas traseras abiertas - qué irresponsable el transportista - me metí adentro y me escondí como pude detrás de todas las cajas. Cinco minutos más tarde vino el repartidor, cerró las puertas, se subió a la furgoneta y la puso en marcha. Fue ahí cuando le escribí a mi hermano un mensaje diciéndole que me he encontrado con un amigo y me iba a ir con a Barcelona centro.

Que fueran ellos dos solos al lago si eso era lo que Noah quería.

No sé cuanto rato había pasado, me había quedado dormida y a despertarme el móvil se me había quedado sin batería, pero asumía que era demasiado, desde esa gasolinera hacia Barcelona había máximo veinte minutos y seguro que llevaban más de una hora aquí metida. Quizá había sido un error ser tan impulsiva y haberme metido aquí dentro, ¿dónde narices estaba?

De repente, la furgoneta paró y el repartidor bajo a sacar un paquete, cuando fue entregarlo dejo las puertas abiertas – como no - y vi mi oportunidad perfecta para el escabullirme sin que él me viera. Cuando me bajé de la furgoneta me puse a llorar de inmediato. No conocía nada, absolutamente nada. Ni siquiera sabia dónde estaba.

¿Cómo iba a irme a casa? Solo tenía mi móvil y sin batería, ni siquiera tenía dinero.

Ahora sí que la has hecho buena eh.

Cállate conciencia, ahora no.

Camine calle arriba y me senté en un banco, en el cual rompí a llorar desconsoladamente.

¿Por qué me pasaba esto a mí?

Por tonta

¿Cómo iba a volver a casa?

Volando.

¿Qué iba a comer?

Aire.

¿Dónde iba a pasar la noche?

Debajo de un puente.

¿Me iba a morir?

Qué exagerada hija.

Cállate ya conciencia.

¿Por qué no te callas tú y tus preguntas tontas?

Ay, dios mío que iba a hacer ahora.

Entonces, como por arte de magia, un ángel buenorro me salvo.

- ¿Estás bien? - levante la mirada y había un chico de pelo castaño oscuro con cara de preocupación.

El destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora