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Minjeong

Todo esto estaba siendo realmente horrible. Mi respiración fallaba, y mis manos sudaban constantemente. No podía creerlo; esto era una pesadilla de la cual quería despertar de inmediato.

Mamá se había enterado de todo. Mi relación con Minju se había ido directo a la basura. No podía creerlo.

Su mirada, cargada de una pizca de asco, me dejó helada.

—Así que eres lesbiana —mi madre rompió el silencio después de un largo rato. Asentí lentamente—. Eso no puede ser posible, ¿lo sabés?

—Lo sé, mamá —suspiré con miedo. Mi último pensamiento sería correr de esta casa antes de morir de un ataque al corazón o algo parecido—. Lo lamento.

Ella tomó mis manos, y por un segundo, solo por un segundo... creí que iba a entenderme, que diría que todo estaría bien. Pero, claro, estamos hablando de mi madre; ella nunca haría algo así.

—No te preocupes, Win —acarició mi mejilla—. Eso se puede curar, ¿lo sabés? Sé que tu enfermedad tal vez está desarrollando algo raro en tu mente, pero sabés que, aunque tengas pene, te pueden gustar los hombres, ¿no?

Solté sus manos rápidamente. ¿Qué estaba diciendo?

—Yo sabía que esa tal Minju no era de confianza —apretó la mandíbula—. Ella te contagió esa desagradable enfermedad, pero no te preocupes... te salvarás de eso.

—Yo... ¿qué?

—Nos mudaremos a Corea, está decidido —se puso de pie—. Leí que en Corea su forma de pensar es... similar a la mía. No habrá tantos enfermos por allí, y estarás en un ambiente lleno de jóvenes hermosos. Además, nos quedaremos en la casa de una vieja amiga mía.

Quería gritar y correr directo a donde se encontraba Minju, pero sabía que eso pondría en peligro su relación con su familia también. Todo esto era un descuido mío. Si no hubiese sido tan tonta de besarla en esa plaza, ante los ojos de todos... esto sería diferente.

—Subiré a mi habitación —avisé—. Tengo muchas cosas que pensar, y no me llames para cenar... estaré reflexionando sobre mis actos.

—Me parece perfecto, mi niña —sonrió enormemente—. Empaca todo, que mañana tomaremos el primer vuelo a Corea.

—¿Papá irá con nosotras?

—No. Tiene mucho trabajo por hacer aquí; no quiero retenerlo en donde no cabe.

Asentí y subí a mi habitación. Cerré la puerta con seguro y tiré un par de libros del estante al suelo. Golpeé mi cabeza un par de veces y, finalmente, un sollozo escapó de mis labios.

Iba a ordenar todo, hasta que recibí un mensaje de Minju.

Minju: ¿Cómo fue todo con tu mamá? Espero que no te castiguen. :(

Yo: ¿Podemos vernos? Necesito hablar contigo.

Minju: Mi ventana está abierta.

Abrí lentamente mi ventana y, sin hacer ruido, bajé de ella. Corrí desesperadamente hacia la casa de Minju y, en cuestión de minutos, ya estaba colgada por su ventana. Golpeé suavemente y ella me abrió.

Entré en su habitación, siendo recibida por sus labios en los míos. Me separé lentamente y acaricié su mejilla.

—Cuéntame, ¿qué pasó? —preguntó impaciente.

—Mi mamá... se enteró de todo —sus ojos se abrieron como platos. La escuché susurrar un "mierda"—. No reaccionó como pensé, pero tampoco como quise que reaccionara.

Frunció el ceño y me llevó hacia su cama para poder hablar mejor. Pasé una mano por mi cabello y relamí mis labios.

—Nos mudaremos a Corea... mañana —dije, dejando un ambiente extraño en esa habitación.

—¿Qué? —preguntó, desconfiada—. No puedes irte, Minjeong... tu vida está aquí en Washington.

—Son órdenes de mi madre —alcé los hombros—. Ella piensa que me contagiaste de una rara enfermedad, y cree que en Corea me puedan llegar a gustar los chicos.

Minju mordió su labio inferior y tomó mi mano. La miré con atención, y ella la apretó levemente.

—Estoy completamente enamorada de ti, Minjeong —susurró—. Pero, las relaciones a distancia nunca funcionan. Lo mejor sería terminar aquí.

Mi garganta se secó, y sentí un puñal en el corazón. Ella tenía razón, pero... ¿cómo seguiría adelante sin mi primer amor? Minju fue la primera chica que me gustó y mi primera novia.

—Tienes razón —asentí torpemente—. Lo mejor sería dejarlo aquí.

Capturó mis labios por última vez y atraje su cuerpo hacia el mío. Esto era realmente doloroso, pero no podía desobedecer las reglas de mi madre.

—Tienes que irte antes de que note que ya no estás —asentí—. Ten un buen viaje; te extrañaré demasiado.

—Yo también, Minju.

Sin decir más, salí por su ventana directo hacia la mía. En el camino, todo lo que traía guardado salió sin mi permiso. Las lágrimas caían como lluvia sobre mis mejillas, y mi corazón se partía con cada paso hacia mi casa.

Subí a mi habitación y me tiré en la cama a llorar. Después de eso, empaqué todas mis pertenencias y me dediqué a dormir. Mañana sería un día horrible y largo.

A la mañana siguiente, desperté agotada. No había dormido nada desde que salí de la casa de Minju. Fui directamente al baño para arreglarme y luego bajé a la cocina.

Noté que mis padres estaban desayunando en pleno silencio, lo cual me pareció sospechoso. Ellos solían hablar sin parar, o al menos mamá lo hacía.

—Minjeong, siéntate a desayunar —la voz de mi padre me sobresaltó.

—No tengo hambre, lo lamento —hice una leve reverencia—. Estaré jugando con Max. Llámenme cuando... cuando tengamos que irnos.

Me dirigí directamente al patio trasero de la casa, donde estaba mi hermano perruno. Nos criamos juntos, por eso está un poco viejo. Sonreí y acaricié su cabeza.

—Hey, Max —hablé, sentándome a su lado—. Me mudaré a Corea, ¿sabés? Todo por mi culpa, soy tan idiota.

El pequeño perro se recostó sobre mis piernas y lamió mi mano. Sonreí de lado.

—No te preocupes, papá te cuidará mucho —volví a acariciar su cabeza—. No me extrañes mucho, ¿está bien? No sé cuánto tiempo estaremos allí, pero espero que sea hasta que se den cuenta de que el lesbianismo no es ninguna enfermedad.

—¡Minjeong, es hora de irnos! —el grito de mi madre me hizo voltear hacia atrás.

—Nos vemos, Max —deposité un beso sobre su cabeza antes de levantarme del suelo—. Sé un buen chico.

Volví a entrar en la casa, y después de despedirnos de papá, pedimos un taxi directo al aeropuerto. Me puse los auriculares cuando llegamos; no quería escuchar ni una palabra más de mi madre.

Todo cambiaría para mí a partir de hoy...

A las chicas le gustan los chicos - Winrina G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora