¡Mi compañero?!

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—Hoy empezaremos el trabajo de final de semestre.—

Una oleada de quejas se hizo presente en cuanto el profesor dió aquel anuncio con una optimista sonrisa.

—Está vez, lo harán en parejas.—

Los lamentos se transformaron en vítores.

—Parejas que elegiré al azar.—

Y de nuevo, más protestas.

Michel bufo. ¿Aquel maestro creía que tenía gracia? Su plan inicial era no hacer el proyecto, si le obligaban a trabajar con alguno de sus menores, simplemente dejaría que la chica hiciera todo el trabajo. ¿Qué más daba una nota menos?

—Bien, para hacerlo más interesante, en este cuenco tengo papeles con todos sus nombres. Sacaré dos y esa será la pareja del trabajo— el profesor sonrió y sacó de manera reverencial un pequeño cuenco plateado, como si de un objeto valioso se tratase.

Si había algo que Michel odiara más que nada, era a la gente que se esforzaba más de lo necesario. Cajeras del supermercado que sonreían falsamente, gente que saludaba desganada y profesores que fingían apreciar su trabajo aunque estaba claro que venderían su alma al diablo con tal de escapar de la masa de adolescentes ruidosos y maleducados.

—Empecemos. Charles Leclerc y... Pierre Gasly....—

La ronda de emparejamiento empezó, la tensión se sentía en el ambiente junto con las quejas de los desafortunados que acababan con alguien que no era de su agrado.

Michel ignoró todo el paripé hasta que, por fin, el profesor le nombró. ¿Qué pobre infeliz tendría que cargar con su lastre?

—Michel Mendoza y... Emilian Kumpet —

Un silencio sepulcral cayó sobre el aula, era gracioso porque, dentro de Michel, todos los mecanismos se habían puesto en funcionamiento. Su corazón martillaba con fuerza en su pecho y podía oír el latido dentro de su cráneo. Casi se cae del asiento, y empezó a boquear como un pez fuera del agua. Debió hacer algo muy bueno en otra vida.

Dirigió la vista al pequeño omega, pasando por todos los alfas que le dirigían miradas asesinas. Cualquiera de esos desgraciados habría dado lo que fuera por ser emparejados con Emilian. Hasta el profesor frunció el ceño.

—Señorito Kumpet dadas las circunstancias, entendería que usted solicitara un cambio de compañero...—

Michel quería gruñir, amenazar con sus colmillos al maestro. ¿Tan terrible era ser su pareja que ni el tutor podía fingir tenerle aprecio? Vale que era vago, malhumorado, despreocupado, nunca colaboraba, le daba igual su nota y la de los demás, pero... ¿tan terrible era ser su pareja? Algunos alfas estúpidos apoyaron las palabras el profesor con bajos murmullos. Imbéciles.

Mientras, Emilian fruncía el ceño. No entendía a qué se debía ese despreció hacia su compañero. Era cierto que Michel Mendoza había repetido, y que no era conocido por ser la persona más comunicativa del mundo, pero de ahí a que el mismo profesor le hiciera a menos iba mucho. No era justo,  el nunca había cruzado más de dos palabras con el alfa y nunca había tenido problemas con él.

Emilian odiaba a la gente
que despreciaba a los demás sin motivos.

—No quiero cambiar —dijo con su usual tono suave pero firme.

Michel miró sorprendido a Emilian , casi fracturándose el cuello al escuchar la declaración del omega.

¿Está segura, señorito Kumpet? -preguntó reticente el profesor.

Cierra la boca, viejo verde. Pensó Michel con rabia.

Emilian asintió y miró a Michel sobre su hombro. El chico le intimidaba, no iba a mentir, pero como siempre le decía su Nana, no puedes juzgar un libro por su portada. El alfa era serio, y le miraba sin expresión, parecía que todo le resultaba terriblemente aburrido y mentiría si dijera que no sentía cierta curiosidad por conocerle un poco.

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