Tazas de té

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Advertencia: Muestra de un ataque de panico

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La tonalidad verdosa de los árboles pasaban frente suyo hasta perderse de su campo de visión, el olor fuerte de naturaleza debería ser agradable y hasta familiar, sin duda las misiones que mas les gusta implican bosques, es capaz de sentirse que esta en su naturaleza. Pero justo ahora sentía que simplemente todo el bosque que le rodeaba era como una bomba apunto de estallar arrasándola en el proceso, ahogándola entre las llamas y el humo, volviéndola en carne quemada y ceniza irreconocible.

Apretando el volante entre sus manos, siguió presionando el acelerador con la mirada fija al frente sin perderse en las vistas de las casas de las afueras de la pintoresca y rudimentaria Manchester que mientras mas se adentraba menos casas se veían. El sonido de la radio con una emisora que entrevistaba a alguna celebridad local que ni siquiera recuerda su nombre real o artístico llenaba el vehículo con ruido sordo, apretando los dientes ante el incesante movimiento que hacia el jodido aromatizante de pino colgado en el retrovisor, los dedos le picaban ante la necesidad de querer arrancarlo de allí y lanzarlo por la ventanilla del auto en movimiento.

Todos los instintos dentro de si misma le ordenan que se de la maldita vuelta y se vaya a casa con su papá, escucharlo charlar de absolutamente todo sin necesidad de un mensaje de texto o una llamada de menos de una hora antes que ponerse en su papel de teniente. No era fanática a los permisos, la vida tranquila y "normal" que implicaba estar fuera de su trabajo, pero, el hecho sentir a su papá allí a su lado vivo y sano luego de vivir algunas mierdas que no duda que haya vivido él en la mili.

Sin embargo cada vez que volteaba a ver el sobre de la invitación en el asiento del copiloto junto al petate de viaje le recordaba porque estaba dirigiéndose allí, su propio nombre escrito en letras cursivas se burlaba de ella; "Teniente Scarlett Riley-MacTavish". Cada pasada de mirada sobre el pedazo de papel le provocaba una comezón que ansiaba rascar hasta simplemente arrancarse la piel llegando a la raíz de las hormigas que no existían.

Pisando el acelerador aun mas fuerte aunque estuviera a toda marcha, debería ser preocupante sino estuviera completamente sola en una carretera donde no ha visto autos y rodeado de vegetación, el hombre que llama padre le gusta estar suficientemente lejos de otras personas y la zona de caza permitida en la temporada alta de ciervos.

Mientras mas el GPS le hablaba desde su teléfono con una voz robotica le recordaba los kilómetros antes de estar cerca de su objetivo sentía que todo se volvía demasiado, la maldita radio, el constante tono verde, el olor a tierra antes de llover y arboles, el teléfono, la comezón que se extendía por su cuerpo apunto de reventar exponiendo todo lo blando que tenia dentro suyo.

Ante el repentino movimiento en el rabillo del ojo, su pie piso el freno de golpe haciendo que fuera hacia al frente, frenada por el cinturón de seguridad robándole un poco del aire en el proceso. Respirando agitada mente levanto la mirada encontrándose con la figura paralizada de un Gamo Europeo, parado rígido con su imponente cornamenta en su mayor gloria, el instinto de lucha o huida se resumió en quedarse quieto mirándola directo a los ojos con una mirada negra y vacía que carecía de una emoción.

Como dos ciervos frente a las farolas, ninguno quiso hacer un movimiento con temor de asustar al otro sin embargo ante un ruido que ella misma desconoció provoco que el animal huyera tan rápido como apareció perdiéndose en la frondosidad del bosque. Soltando un suspiro tembloroso se dio el lujo de separar las manos del volante y de su arma escondida en el portavasos, liberándose del cinturón de seguridad al sentir que el objeto empezaba a sentirse demasiado contra su cuerpo.

Abrazando su torso con los brazos palpo buscando no haberse roto una costilla, ¿O solo era una escusa?

Apoyando la cabeza en el reposacabeza del asiento aspirando aire por la nariz de manera temblorosa, sentía como la vergüenza y la rabia quemaba las venas, todo su interior se revolvía en una sopa desagradable que temía que las costuras de cuerpo no soportaran terminando por explotar mostrando esos blando y débil al mundo. Ahogando un quejido sus extremidades en sus costillas se apretaron no queriendo abrirse.

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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