no hay escapatoria y ¿ quién queda de pie?

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El Hombre del Saco, sabiendo que Hades se ocultaba en un rincón utilizando camuflaje de invisibilidad, avanzaba pese al dolor de los golpes anteriores. También era consciente de que el tiempo corría en su contra, ya que había utilizado demasiado el veneno. Mientras tanto, los tres Hades con los que luchaba mostraban los efectos del veneno; su velocidad había disminuido, sus golpes no eran tan precisos, aunque continuaban atacando con ferocidad.

En el anfiteatro, donde estaban Aries y Piscis, Aries observaba con preocupación las consecuencias del veneno que su hija Escorpión había mezclado con su propia sangre.

Piscis, con pequeños gestos de preocupación y miedo, empezó a llorar suavemente: "Madre, noto algo raro en el Hombre del Saco. Lo veo más pálido de lo normal. Creo que su cuerpo no puede soportar la fuerza que le otorgó mi hermana Escorpión".

Aries, aunque preocupada, mantenía una sonrisa firme, observando como Escorpión daba todo de sí: "Verás, mi pequeña Piscis. Hace mucho tiempo, mientras vagaba por la Tierra, encontré un libro en una librería oculta, parte de la Biblioteca de Alejandría. La verdad es que nunca fue destruida, sino escondida para proteger a los humanos. Las enseñanzas de esas bibliotecas se usaban más para la guerra que para el bien. Allí encontré un libro que contenía una técnica capaz de vencer a un dios. No sé quién lo escribió, pero detallaba todo con precisión".

Piscis, sorprendida: "¿La Biblioteca de Alejandría no fue destruida durante la guerra civil en Roma? Entonces, todos esos rumores eran mentira, ¡mis hermanos y hermanas me engañaron!"

Aries respondió con calma: "No te molestes, solo unos pocos saben dónde está oculta. Para vencer a un dios, es necesario fusionar dos almas, lo que crea una nueva. Aunque esa alma única nace de la unión, las dos almas originales siguen pensando de manera diferente y tomando decisiones distintas. Deben aprender a colaborar para que la unión funcione".

Piscis, curiosa, preguntó: "¿Entonces me estás diciendo que mi hermana Escorpión y el Hombre del Saco se unieron para crear un solo ser, pero con mentes separadas?"

Aries asintió: "Así es, mi pequeña Piscis. Pero hay algo más que no te he dicho sobre el veneno que usa tu hermana Escorpión. Verás, ese veneno está literalmente mezclado con su sangre. Cada vez que lo usa, pierde parte de su vida vital. Esa es la consecuencia de esa combinación, por eso notas al Hombre del Saco debilitado".
De vuelta en la arena de combate, el Hombre del Saco sabía que este era el momento decisivo. Se quitó su sombrero, revelando un cabello corto y blanco. Las criaturas mágicas en las gradas sabían lo que esto significaba: según los rumores, cuando el Hombre del Saco se quitaba el sombrero, el combate estaba a punto de terminar. Sin embargo, nadie lo había presenciado antes, por lo que muchos creían que no era más que un mito.

En las gradas:

El Coco, envuelto en su aura oscura y tenebrosa, sonreía con malicia: "Esto se convertirá en una pesadilla que ni yo quisiera vivir... por fin veremos el final de este combate."

Chupacabras, emocionado, agregó: "Con razón lo consideré como guardia... la sangre va a correr en esta batalla."

Pie Grande, observando atento, dijo: "Con razón no quiso pelear conmigo aquella noche... por fin veremos lo que el Hombre del Saco es capaz de hacer."

De vuelta en la arena:

El Hombre del Saco soltó su látigo y su saco, y adoptó una postura de combate. De sus nudillos surgieron pequeñas cuchillas puntiagudas, listas para la batalla. Hades, al notar la seriedad del momento, salió de su escondite, desvaneció a los tres Hades ilusorios y dejó caer su bastón.

Hades, con voz grave, declaró: "Cerbero se ha ido. Ahora vamos a librar la batalla final. Eres fuerte... resististe a Cerbero. Nadie había aguantado ni un segundo contra él."

El Hombre del Saco respondió: "Tú también tienes una voluntad férrea. No te dejaste corromper por el veneno."

Ambos saltaron hacia el centro de la arena, listos para la confrontación final. Sus puños chocaron con tal fuerza que las cuchillas del Hombre del Saco se clavaron en los nudillos de Hades, aunque este no mostró signos de dolor. El impacto generó una onda explosiva que agrietó las paredes del Coliseo Pandora. Cada golpe que intercambiaban resonaba con una precisión letal.

Los espectadores-humanos, dioses y criaturas mágicas-miraban con emoción contenida. Pintores históricos capturaban cada instante de la pelea, plasmando la intensidad en sus lienzos, cada uno a su propio ritmo. Aunque se les rompieran los lápices de la tensión, rápidamente tomaban otro sin perder detalle alguno de la legendaria batalla que se desarrollaba frente a ellos.

La batalla entre una leyenda urbana y un dios se convirtió en un espectáculo visual de pura fuerza. Cada golpe entre Hades y el Hombre del Saco generaba ondas explosivas que sacudían el anfiteatro de los dioses supremos. Aunque ambos combatientes demostraban una voluntad feroz, el agotamiento era evidente: sus rostros estaban llenos de heridas y sangre. El veneno que el Hombre del Saco había usado con tanta precisión comenzaba a mostrar su efecto en Hades, quien, a pesar de ser un dios, luchaba con todo su poder para resistir el veneno que había derribado a Orión de un solo golpe.

En el anfiteatro de los dioses supremos:

Zeus, el dios padre de todo en Grecia, observaba con preocupación: "Si mi hermano Hades sigue así, el veneno lo corromperá por completo."

Odín, el padre de todo en la mitología nórdica, respondió: "Este combate se reduce a la fuerza de voluntad y resistencia. Quien tenga más de ambos, prevalecerá."

Huitzilopochtli, el dios guerrero mesoamericano, añadió: "Me pregunto quién quedará de pie al final."

Hunab Ku, el dios supremo de los mayas, observaba detenidamente: "Apenas les quedan unos segundos. Ambos están al borde del colapso."

De vuelta en la arena de combate:

Hades y el Hombre del Saco se separaron brevemente para recuperar energía, aunque ambos estaban ya en sus límites. Hades mostraba los efectos del veneno, tambaleándose de un lado a otro, incapaz de mantenerse firme. Mientras tanto, el Hombre del Saco, casi tan agotado como su oponente, luchaba por no caer al suelo.

Hades, con voz pesada, pero determinada, dijo: "Es hora de usar el Tártaro Castigado de los Titanes."

El Hombre del Saco, sintiendo el peso del momento, respondió: "Escorpión ha dado su aprobación para usar el Aguijón Final. Si fallo este golpe, será mi fin... pero al menos podré descansar."

Ambos sabían que el siguiente movimiento sería decisivo. Cada uno estaba preparado para apostar todo en un último ataque que determinaría quién quedaría en pie al final de esta épica batalla.

Los gardianes de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora