Aries miró a todos sus hijos más poderosos reunidos, sin esperar una respuesta tan rápida.Aries, con una gran sonrisa: "Hijos míos, veo que la noticia sobre el enfrentamiento contra los dioses se ha esparcido tan rápido".
Escorpio: "Madre mía, ¿qué has hecho? Ninguno de nosotros es tan fuerte como los dioses. Todos aquí hemos enfrentado a un dios o a un semidiós, ¿o me equivoco, Cáncer?" - hizo pequeñas muecas.
Cáncer: "No te equivocas. Ni siquiera pude causarle mucho daño a Hércules, pero una revancha no hace daño. He mejorado mucho desde la última batalla - mientras apretaban su arma
Libra: "Madre, los humanos son un desastre, pero debe haber algo que haga que cambies la decisión de los dioses. Los humanos también necesitan un juicio justo, pero una batalla es una locura" - mientras jugaba con sus dagas.
Xóchil: "Madre, sé que no eres mi madre biológica, pero me has cuidado mejor que ella. Sin embargo, los guardianes no tienen la fuerza para derrotar a un dios, si ellos mismos están peleando entre ellos".
Murciélago: "Si vamos a morir, que sea con honor, como los grandes guerreros que somos. Nuestra madre necesita ayuda, debemos ayudar" - mientras miraba a sus otros hermanos.
Piscis, con los ojos llorosos: "Hermanos y hermanas, ayudemos a nuestra madre. En esta batalla, saben que los humanos nos otorgan poder mientras crean en nosotros. Ellos morirán y nosotros quedaremos olvidados".
Dragón: "Pequeña hermana, tú no deberías estar aquí. Sé que enfrentaste al monstruo Tifón, pero ellos son dioses" - mientras acariciaba el cabello de su hermana menor.
Tigre: "Hermano, ¿nunca has visto a Piscis furiosa? ¿Sabes por qué Tifón regresó a su lugar de origen? Solo por una cosa: por Piscis".
Estaño: "Hermanos, cálmense. Por estas cosas nuestra madre nunca nos pide que nos reunamos. Olvidemos nuestras diferencias y ayudemos a nuestra madre".
Halcón: "Hermana Estaño, ¿realmente crees que ellos te harán caso? Bueno, si para esto me llamaron, me retiro. No quiero pelear de nuevo ni destruir este gran palacio".
Kumbha: "Hermano, espera. No te vayas. Vas a enfurecer a nuestra madre. Madre, observo tu rostro y no creo que cambies de opinión. Espero tus órdenes, mi madre".
Aries, con una expresión de aburrimiento: "Hijos míos, ya terminen con sus berrinches. A ustedes les gustan las batallas, por eso están aquí. Bueno, para hacer esto más fácil, quiero que vayan por el planeta Tierra y recluten a su guardia. Hay leyendas muy poderosas, aunque no igualen a un dios, pueden dar batalla y salir victoriosas con nuestra ayuda".
Todos los signos zodiacales: "¡Cómo! ¡Madre mía!"
Aries observó el rostro de sus hijos: "Sí, hay una magia muy secreta, que leyenda pueda tener el poder para vencer a un dios. Vayan y recluten a su guardia. El tiempo se agota" - chasqueó los dedos y los signos zodiacales reunidos desaparecieron rápidamente.
Después de algunas horas En el imponente Coliseo de la Caja de Pandora, un lugar cargado de simbología griega, construido por los más grandes: el dios Hefesto, los dioses gemelos Cástor y Pólux, patrones de Roma, entre otros. Allí, donde antaño los dioses se enfrentaban, Piscis luchó con todas sus fuerzas contra el monstruo Tifón. Aún quedan pequeñas marcas de ese épico combate en las piedras del coliseo. Este lugar, exclusivo para los dioses, fue creado para que resolvieran sus diferencias en intensas batallas.
Este gran coliseo estaba dividido en dos partes: una albergaba a todos los dioses de diferentes culturas del mundo y criaturas místicas, mientras que la otra parte estaba ocupada por los humanos, íconos de la historia humana, desde reyes hasta esclavos y herreros. En la parte más alta se encontraba el anfiteatro, donde residían los dioses creadores, los padres de todo. En uno de los asientos se encontraba el dios Hunab Ku, proveniente de una cultura maravillosa de México, el dios de quien nacen todas las cosas y seres vivos del universo, y a quien retornan. Es el todo y la nada a la vez. Lo acompañaban el dios Huitzilopochtli, dios azteca, y otros como Zeus, Amun-Ra y Odín.
Hunab Ku: "Este coliseo está perfecto. Espero que pueda resistir los ataques de un dios, porque no quiero que se arruinen las batallas".
Zeus: "Claro que resistirá. Fue diseñado igual que la Caja de Pandora, la que guarda todos los desastres que podrían destruir a la humanidad".
Huitzilopochtli: "¿A qué hora empiezan las batallas? Ya no aguanto más. Quiero ver acción".
Odín: "Según mis informes, deberían empezar en este momento".
En el centro de este gran coliseo, se encontraba un dios, el dios embaucador, uno de los primeros Oshas u Orishas, el primero de un grupo de los 4 guerreros.
Eleguá, con un gran altavoz en una mano y una de las 7 trompetas del apocalipsis en la otra: "Hermanos y hermanas, hoy nos encontramos aquí, en este gran Coliseo de Pandora. Por primera vez, veremos si los guardianes de los humanos tienen la fuerza para vencer a un dios. Hoy mostraremos nuestro poder" - colocó la trompeta en su boca y, con un gran soplido, comenzó a sonar.
Los ángeles en las gradas empezaron a cantar en coro: "El granizo y el fuego se mezclarán con la sangre del perdedor. ¿Quién será el dios o el guardián de la Tierra?"
Eleguá, después de sonar la trompeta, continuó hablando a través del altavoz mientras la arena se oscurecía y una densa neblina envolvía todo. "Estos guerreros son los más temidos. Uno es temido por los adultos y el otro es temido por los niños. ¿Quién ganará este combate? ¿Quién será más temido?"
En las gradas de las criaturas místicas, algunas comenzaron a temblar. Los humanos se preguntaban por qué esas criaturas tenían miedo de ese guardián y por qué temblaban de esa manera.
Chaneques: "¿Por qué lo trajeron? Él no debería ser llamado guardián. ¿Quién le dio el papel de guardián?" - mientras observaban una entrada.
Duendes: "Nosotros pensábamos que los guardianes hacían cosas buenas por los humanos, pero él no hace eso literalmente. No hace cosas buenas".
Eleguá: "Este guardián, en su inicio, fue humano. Era un agricultor. Pero todo cambió en el año 1910, cuando fue diagnosticado con tuberculosis a la edad de 55 años. Este hombre buscó ayuda con brujos y chamanes, pero las medicinas que le daban no lo ayudaban en nada. Un día, su barbero le dijo que solo una medicina única y especial podía curar su enfermedad y que conocía a la persona indicada que podría ayudarlo. Entonces, el barbero lo llevó con una bruja, y la bruja le dijo que lo único que necesitaba era un niño. Al día siguiente, este hombre salió de su casa con un saco y, después de unas horas, secuestró a un niño pequeño. Lo metió en su saco y lo llevó donde la bruja le había indicado. La bruja le dijo que necesitaba la grasa y la sangre del niño. Este hombre no lo pensó dos veces y acabó con la vida del niño. Bebió la sangre del niño y se untó la grasa en el pecho. Sin embargo, unos policías lo estaban siguiendo. Cuando llegaron al lugar, se encontraron con una escena muy grotesca. Atraparon a este hombre y a la bruja y los llevaron a la cárcel. Para terminar esta historia, el hombre murió en la horca. Pero no murió literalmente, porque fue maldecido por los dioses maternos. Su maldición fue vagar y asustar a los adultos y niños que cometían crímenes. Ya sabrán de quién hablo: hablo del Hombre del Saco".
ESTÁS LEYENDO
Los gardianes de la tierra
Fiksi PenggemarEste relato se adentra en un fascinante territorio: los signos zodiacales de todas las culturas que pueblan nuestro mundo contemporáneo. Reclutan a leyendas, sin importar género, para enfrentarse a los dioses en encarnizadas batallas uno a uno. Con...