Cuando las aguas se calmaron entre los dioses tras escuchar las palabras de los señores de la muerte, todos retornaron a sus tronos en el centro del salón de juicio. Los progenitores de toda la creación se alzaron con expresiones coléricas. Zeus, con su furia evidente, comenzó a lanzar relámpagos desde sus manos, mientras que Odin observaba con una mirada tan intimidante que ningún dios se atrevía a sostener su mirada. Amun-Ra, por su parte, contemplaba el techo, mientras que los demás padres supremos apenas se permitieron pequeñas muecas.
Zeus, lleno de ira, exclamó: "Solo pedí una respuesta sencilla de sí o no. No quiero ver una confrontación entre ustedes. ¿Quién se atreverá a ser el primero en enfrentarme?" Mientras hablaba, sus ojos desataban destellos de relámpagos.
En el rincón donde los dioses de la guerra se encontraban sentados, observaban con una sonrisa los enfrentamientos entre los dioses. Entre ellos, el dios conocido como Marte, similar a Ares, se levantó con algo de mal humor.
Marte comentó: "Dioses y diosas, ya han incomodado a los señores de la muerte. Solo ellos saben cómo terminará esto si no resolvemos nuestras diferencias entre nosotros." Mientras decía esto, tomó un sorbo de vino de su copa dorada.
La diosa Morrigan, con un cuervo en sus manos, añadió: "Marte, déjalos enfrentarse. Para nosotros, presenciar una batalla de tal magnitud será un espectáculo grandioso."
A pesar de que algunos dioses de la guerra estaban al borde de lanzarse a los golpes, la discusión continuaba entre todos los dioses reunidos en el majestuoso salón de juicios. En medio de este tenso debate, el ángel caído emergió de las sombras, Lucifer, recibido con estruendosos aplausos.
Lucifer comenzó su intervención con determinación: "Dioses y diosas, ¿no podrían simplemente negar a los humanos otra oportunidad de vivir y así ahorrarnos tantas palabras?" Mientras decía esto, se sentaba junto a los dioses del conocimiento.
Kukulkan respondió con seriedad: "Si tan solo fuera tan sencillo, Lucifer. Aunque a veces tengo mis dudas, hemos enviado genios como Galileo Galilei y Albert Einstein, y terminaron causando más problemas o siendo tachados de locos por la humanidad misma." Mientras hablaba, observaba hologramas de genios de diferentes épocas.
Mientras los dioses del saber compartían sus palabras sobre los mortales, a pesar de que la mayoría afirmaba que su conocimiento, entregado a los humanos tras la mordida de Eva y Adán, solo había causado problemas y había sido mal utilizado, los dioses y diosas continuaban debatiendo. Mientras tanto, en los asientos donde se hallaban los demonios, considerados como dioses por algunas organizaciones humanas, comenzaron a hablar.Aka Manah, con risas malévolas y tenebrosas, comentó: "Ja, ja, ja, Lucifer, ¿qué haces ese lugar, si este lugar que te pertenece? Pero tienes razón, ¿por qué debatir cuando sabemos que no existe ser alguno completamente bueno o malvado? Basta con decir 'no', y nosotros mismos contribuiremos a la decadencia de la humanidad."
Abyzou, una demonia de belleza tenebrosa, añadió: "Tienes razón, Lucifer. ¿Qué haces junto a los dioses del conocimiento si este lugar te pertenece? Como Aka Manah dice, simplemente digamos 'no', y todos los que estamos aquí podemos aniquilar una gran parte de la humanidad." Mientras hablaba, mostraba una sonrisa tan hermosa y siniestra que incluso los dioses de la muerte no podía evitar mirarla.
Mientras todos los demonios se preparaban para descender a la Tierra con la intención de destruir a la humanidad, todos esperaban ansiosamente la respuesta. Sin embargo, en el lado del salón de juicios, en los asientos de los dioses de la fortuna y la buena suerte, algunas voces se alzaron.
Laksmí, la diosa del hinduismo, tomó la palabra con calma: "Tranquilos, demonios. No se apresuren. Como la diosa de la fortuna, creo que deberíamos brindarles una oportunidad para observar si podemos influir positivamente en la evolución de la humanidad. Quizás, con un poco de ayuda, puedan cambiar para bien." Mientras hablaba, dirigía una sonrisa serena a los demás dioses.
Tique, la diosa griega, apoyó la idea: "Padre Zeus, no seamos tan drásticos. Aunque los humanos hayan cometido actos malévolos, como dice la diosa Laksmí, podrían cambiar si les ofrecemos un poco de apoyo."
Mientras otros dioses se levantaban después de escuchar estas palabras de la diosa de la fortuna, algunos se enfurecieron y gritaron que los humanos no merecían una segunda oportunidad. Mientras esto ocurría en el gran salón de juicios, en la Tierra, donde Aries y Piscis se encontraban, Aries reflexionaba sobre el paradero de los dioses de todas las culturas.
Aries, acariciándose la barbilla con la palma de su mano, miraba al cielo y decía: "¿Dónde se habrán ido esos dioses? ¿Dónde estarán discutiendo el destino de la humanidad?" Hizo un chasquido de dedos al comprender.
Piscis le preguntó: "madre mía, ¿sabes dónde se encuentran los dioses de todas las culturas?"
Aries asintió: "Sí, ya sé dónde están. Han ido al gran salón de juicios, un lugar donde la entrada está prohibida para los signos zodiacales. Lo supe a través de rumores de otros signos." Mientras sostenía la mano de su hija Piscis, añadió: "Prepárate, nos dirigimos allí. El viaje será intenso."
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Los gardianes de la tierra
Fiksi PenggemarEste relato se adentra en un fascinante territorio: los signos zodiacales de todas las culturas que pueblan nuestro mundo contemporáneo. Reclutan a leyendas, sin importar género, para enfrentarse a los dioses en encarnizadas batallas uno a uno. Con...