El combate final alcanzó su clímax cuando el Hombre del Saco y Hades se prepararon para su último movimiento. El Hombre del Saco adoptó una posición, transformando su brazo y mano en una especie de aguijón, similar al de un escorpión. Hades, en un impresionante salto, se lanzó con toda su fuerza hacia su oponente. Solo pasaron unos minutos antes de que la escena final se revelara: la mano de Hades había atravesado el pecho del Hombre del Saco, destrozándolo por completo, mientras que la mano del Hombre del Saco apenas rozaba el cuello de Hades.
Con una voz débil, pero desafiante, el Hombre del Saco dijo: "Entonces, el Tártaro incrementa tu velocidad... más allá de lo que un humano o dios puede comprender, como tu padre Cronos, dios del tiempo. Ni siquiera sientes dolor."
Hades, con serena autoridad, respondió: "Eres un buen combatiente, pero nadie escapa de la muerte. Nadie es inmortal. Te libero de tu castigo."
El Hombre del Saco, aceptando su destino, agregó: "Lo comprendí hace mucho tiempo... Aquel que se aferra a la vida sufrirá más."
Mientras tanto, en el anfiteatro donde estaban Aries y Piscis:
Piscis, completamente sorprendida, exclamó: "¡Madre mía! ¿Viste ese ataque? Mis ojos no pudieron seguir a Hades cuando saltó."
Aries, asombrada y tratando de entender lo ocurrido, respondió: "Es imposible... Nadie debería moverse de esa manera. ¿Cómo fue que pasó?"
La batalla había llegado a su conclusión, y el anfiteatro de los dioses permanecía en silencio ante la impactante demostración de poder y velocidad.
En las gradas, donde los dioses observaban con atención, algunas diosas de la fertilidad y la maternidad comenzaron a comentar sobre lo que habían presenciado:
Ixchel, la diosa maya, reflexionó: "Creo que nuestro castigo hacia el Hombre del Saco, vagando en la Tierra por su gran pecado, lo hizo reflexionar profundamente."
Zhiva, la diosa eslava, agregó: "Lo que me sorprende es que, a pesar de todo, el Hombre del Saco luchaba con su fuerza en favor de la humanidad. ¿Por qué no se rindió desde el principio?""
Danu, la diosa celta, intervino: "A pesar de que la batalla fue épica y llena de acción, los humanos lo siguen viendo con desprecio."
Mientras tanto, en la arena - El cuerpo del Hombre del Saco comenzó a desvanecerse, convirtiéndose en polvo. Una energía roja, mezclada con un aura oscura, se levantó, revelando la sombra de Escorpión, despidiéndose de su madre Aries y su hermana Piscis. Piscis, al ver esto, rompió en llanto, gritando el nombre de su hermana. Aries, por su parte, se dio la vuelta, ocultando la tristeza en sus ojos, y se dirigió al interior del Coliseo Pandora, esperando la siguiente ronda.
En el anfiteatro de los dioses supremos, las reacciones no se hicieron esperar:
Zeus, con una leve sonrisa, dijo: "Fue un gran combate para nosotros. Sin embargo, una leyenda nunca podría vencer a un dios, menos aún a mi hermano."
Odín, mostrando su tranquilidad y sabiduría, comentó: "Pensé que esa leyenda nunca se rendiría."
Amun-Ra, saciado por la batalla, concluyó: "Esperemos el siguiente combate. Esta batalla me ha llenado del hambre de guerra."
La atmósfera en el anfiteatro se calmó, pero la emoción de lo que vendría seguía palpitando entre los dioses.
En el interior del Coliseo de Pandora, las paredes, hechas de una materia que parecía una mezcla de madera sólida y piedra, reflejaban la luz con intensidad, mostrando las sombras de quienes caminaban por sus pasillos. Aries se detuvo frente a uno de esos reflejos, observando sus ojos llenos de lágrimas mientras recordaba a su hija Escorpión, reviviendo todas sus aventuras y enseñanzas. En ese instante, Piscis se acercó a su madre, con una mezcla de ira y tristeza en su mirada.
Piscis, con el dolor latente en su voz, gritó: "Madre, ¿no sientes nada por haber perdido a una de tus hijas? ¿No te duele? Mi hermana dio todo en el campo de batalla, y ya lo viste, no tenemos la fuerza para vencer a un dios. Hades lo demostró."
Aries, con calma, abrazó a Piscis, acercándola a su pecho. Con voz suave, pero firme, respondió: "Hija mía, Escorpión, estaría muy enojada contigo por hablar así. ¿Sabes por qué nunca se separó de la unión con el Hombre del Saco? Cada golpe que le daba a Hades mostraba su fortaleza. Ella pudo haber roto el vínculo en cualquier momento de la batalla, pero no quiso, ni el Hombre del Saco tampoco. Él intentó salvar a tu hermana."
Piscis, sorprendida, preguntó: "¿Qué dices, madre? ¿Cómo intentó salvar a mi hermana Escorpión el Hombre del Saco?"
Aries, con una expresión melancólica, explicó: "Cuando Hades utilizó su técnica del Tártaro y se lanzó al ataque, justo antes de atravesar el pecho del Hombre del Saco, él rompió el vínculo. Se dio cuenta de la velocidad con la que se movía Hades, y sabía que ni siquiera su último ataque sería suficiente para detenerlo. Pero tu hermana se aferró, no quiso separarse de esa unión. Cuando Hades esquivó el ataque del Hombre del Saco, ya era demasiado tarde; él no pudo romper ese vínculo de nuevo."
Piscis, impactada, comenzó a comprender la gravedad del sacrificio de su hermana, mientras las lágrimas seguían cayendo de sus ojos.
Mientras Piscis lloraba por la partida de su hermana, las llamas de las antorchas que adornaban las paredes se extinguieron de repente, sumiendo el lugar en una oscuridad profunda. Un silbido comenzó a resonar en el aire, un sonido tan bajo y penetrante que parecía congelar la sangre. El silbido rebotaba en las paredes, envolviendo el espacio en una sensación de inquietud y miedo.
De pronto, una sombra se materializó detrás de Piscis.
Sombra: "He escuchado historias sobre ti, niña, pero parece que solo son mitos... cuentos de hadas. Porque cada vez que te veo, estás llorando."
Piscis, aún conmocionada por la pérdida, no pudo moverse, paralizada por el miedo que irradiaba la voz. La sombra, ¿Quién será el segundo guardián de la Tierra que se enfrente a un dios? ¿Con qué signo zodiacal se unirá esta vez?".
El ambiente se volvió más denso, como si el mismo aire estuviera cargado con una energía desconocida, y las palabras de la sombra insinuaban que una nueva batalla estaba por comenzar, pero el destino de Piscis y su rol en ella aún permanecía incierto.
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Los gardianes de la tierra
Fiksi PenggemarEste relato se adentra en un fascinante territorio: los signos zodiacales de todas las culturas que pueblan nuestro mundo contemporáneo. Reclutan a leyendas, sin importar género, para enfrentarse a los dioses en encarnizadas batallas uno a uno. Con...