Una batalla de historia

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Zeus observó el enojo en el rostro de su hermano Hades. "Entonces, esa es tu respuesta para la pelea en el Coliseo de Pandora", comentó Zeus mientras se levantaba de su asiento.

Hades respondió con determinación: "Lucharé porque los humanos no merecen vivir más, no porque tú me lo pidas. Entonces, vamos al Coliseo de Pandora".

De regreso al Coliseo de Pandora, Eleguá levantó su mano y dio la señal para el inicio del combate. El Hombre del Saco y Hades se quedaron mirándose por unos segundos. Cuando el Hombre del Saco echó su mano derecha hacia atrás para dar fuerza y lanzar su látigo en el primer ataque, Hades lo bloqueó fácilmente con su bastón. Luego, lanzó un segundo ataque de la misma manera, pero nuevamente el Hombre del Saco lo bloqueó con facilidad.

El Hombre del Saco levantó la mirada y comentó: "Eres fuerte, Hades, pero no creo que puedas vencerme. Yo he desafiado a la muerte y puedo hacerlo de nuevo".

Hades respondió con determinación: "Lo mismo digo. Pero esta vez me encargaré de tu fin. Eres una escoria para la humanidad, ni siquiera ellos te apoyan".

Los dos comenzaron a lanzar ataques con una velocidad impresionante. Cada choque de sus armas creaba ondas explosivas que alcanzaban hasta las gradas. Entonces, el Hombre del Saco guardó su látigo en el costal y sacó unas pequeñas dagas. Con rapidez, las lanzó hacia Hades, quien las esquivó con facilidad. Sin embargo, el Hombre del Saco miró hacia arriba y mostró una pequeña sonrisa aterradora. Hades también miró hacia arriba y vio la daga que se dirigía rápidamente hacia él. Logró esquivarla por poco, pero la daga le rozó la mejilla, causándole un pequeño mareo. Hades sacudió la cabeza para dispersar el mareo.

El Hombre del Saco comentó: "Casi tengo esta batalla ganada. Parece que incluso los dioses pueden sucumbir a los venenos poco comunes".

Hades reflexionó: "Veneno. Si los dioses somos inmunes, entonces ninguno debería afectarnos..." mientras pensaba en cómo había aparecido la daga allí arriba.

El Hombre del Saco explicó: "Ese veneno no es cualquier cosa. Fue diseñado por seres divinos. Supongo que te preguntarás cómo apareció esa daga allá arriba".

Mientras tanto, en las gradas del coliseo, la diosa griega Aclis comenzó a hablar después de que el Hombre del Saco mencionara el veneno. "Un veneno que puede dañar a los dioses, es imposible. Como diosa de los venenos, me cuesta creer eso", dijo mientras observaba al Hombre del Saco.

La diosa egipcia Serket agregó: "Ningún animal puede producir un veneno así, ni siquiera la magia. ¿De dónde podría provenir ese veneno especial?"

La diosa hindú Manasá observó la herida de Hades y comentó: "Aunque el veneno fue poco eficaz contra Hades, imaginen si no hubiera logrado esquivarlo. La situación sería diferente".

De vuelta en el campo de batalla, Hades y el Hombre del Saco seguían combatiendo. Hades esquivaba todas las dagas que lanzaba su oponente, pero la herida anterior ya estaba afectando su equilibrio. A pesar de esto, Hades decidió usar una técnica especial.

Hades murmuró mientras se preparaba: "La herida de la daga está afectando mi equilibrio, pero es hora de utilizar una técnica especial". Se posicionó con las piernas abiertas y sujetó su bastón. "Te presento a Cerbero", dijo en voz baja.

Cuando mencionó eso, una sombra apareció detrás de él: un perro de tres cabezas que lo rodeó. El Hombre del Saco se puso en guardia al ver la sombra de Cerbero. Después de unos momentos, Hades reapareció con rapidez. Sin embargo, el Hombre del Saco lanzó nuevamente sus dagas, pensando que Hades había bajado la guardia. Pero cuando las dagas alcanzaron a Hades, desapareció al instante y reapareció detrás del Hombre del Saco. Este último se volteó rápidamente y lanzó sus dagas de nuevo, pero cuando llegaron a Hades, volvió a desaparecer instantáneamente. El Hombre del Saco bajó la guardia, pensando que Hades se había rendido.

Cuando el Hombre del Saco miró hacia arriba con confianza, Hades apareció instantáneamente y golpeó directamente al Hombre del Saco en la cara. Este último no tuvo tiempo de bloquear el golpe y sintió como si alguien le hubiera arrancado el rostro. Quedó clavado en el suelo por la fuerza del impacto. Hades desapareció de nuevo, y al levantarse, el Hombre del Saco vio dos figuras de Hades acercándose desde los lados. Sin tiempo para defenderse, el primer Hades hizo una finta para que el Hombre del Saco protegiera su rostro, mientras que el segundo Hades lo golpeó con fuerza en la espalda, haciéndolo salir volando en la dirección opuesta. Al aterrizar, fue recibido por tercer Hades que lo golpeó con fuerza en el estómago, lanzándolo aún más lejos. Los tres Hades se divertían riendo como maníacos mientras golpeaban al Hombre del Saco.

Los tres Hades se reían como maníacos: "Ya no tienes escapatoria, Hombre del Saco. Cerbero nunca suelta a su presa".

Los gardianes de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora