Capítulo 7 - El Sovran

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Jake

*Jake salió corriendo del restaurante y fue directo a la "casa" del grupo*
— ¡Jake! —le gritó Mai mientras lo seguía— ¡¿Adónde vas?!
*Jake no respondió. Luego de un rato, llegó a la casa y le dió una patada a la puerta para entrar más rápido. Fue directo al sofá donde había una caja de armas y espadas. Agarró una katana y salió corriendo de nuevo a la puerta, Mai apenas iba llegando a la puerta así que al salir se chocó con ella en el hombro, Jake casi se tropieza.*
— ¡Ah! ¡Jake! —exclamó Mai, siguiéndolo de nuevo.
*Jake llegó a la colina donde habían llegado antes. Había un solo árbol rojo. Jake desenfundó la katana  y Mai lo alcanzó finalmente sin aliento.*
— Jake... qué... qué vas a hacer... ¿te vas a ir...? —murmuró Mai, intentando recuperar más el aliento que hablar.
— Si corto este árbol con una katana, iré al mundo humano, ¿verdad? —dijo Jake, mirándola de reojo. No parecía estar ni un pelo de cansado.
— Sí pero...
— ¿Va a ser el mismo árbol donde entramos? —dijo Jake, interrumpiendola.
— Sí, pero Jake...
*Jake le clavó la katana al tronco del árbol y la deslizó verticalmente. Un estrecho portal al mundo humano se abrió y Jake lo abrió más con los brazos.*
— ¡Jake, escucha! —dijo Mai tomándolo de la camisa.
— ¿¡Qué?! ¿¡Qué quieres?! —dijo Jake, gritándole.
*Mai saltó hacia él y lo abrazó.*
— Sé que no nos conocemos mucho pero... vuelve. Con vida. Prométemelo. —dijo Mai con la voz quebrada.
*Jake se quedó callado.*
— Si no vuelves la jefa me va a matar... Tienes que volver, por favor... Vuelve antes de que empiece la guerra. No puedes dejar a tus amigos solos... Promételo Jake. —murmuró Mai, abrazándolo más fuerte.
— Yo... Lo intentaré. —dijo Jake, y se separó de ella. Saltó al portal y este se cerró detrás de él.
— No lo prometiste Jake... —fue lo último que escuchó Jake antes de que el portal se cerrara.
*Jake se levantó y se limpió la tierra que tenía en la ropa. Bueno; ya estaba en el mundo humano: punto positivo. Estaba solo: punto negativo. Al terminar de limpiarse vió algo de color celeste-azul brillar de reojo, era su azada. La había perdido antes de entrar a la sociedad del Día. Fue corriendo hacia ella, la tomó y la abrazó. Se sentía más fuerte, aliviado, ágil... Escuchó un grito ahogado cerca de él, se volteó rápidamente con la azada en mano y vió un grupo de 4 aventureros viéndolo sorprendidos, habían grabado un vídeo.*
— ¿Saliste de un... árbol? —dijo uno de ellos, más confundido de lo que Jake podría estar en toda su vida.
— Yo...
— ¿¡Ven?! ¡Les dije que no vinieramos! —dijo una de ellos.
— Yo... Lo siento. —dijo Jake, mirando hacia abajo.
— ¿Sentir qué? ¿Vas a responder la pregunta que te hicimos? —dijo el mismo de antes, con su teléfono en mano, todavía grabándolo.
— Le van a contar a todos de esto. No pueden haber testigos. Lo siento. —dijo Jake, y le lanzó su azada a uno directo al pecho. Murió al instante, los otros 3 se echaron a correr en la misma dirección.
— ¡Manténganse juntos! —dijo una.
*Jake sacó la azada del pecho del cadáver del chico y aplastó su teléfono celular con el pie. Lanzó su azada hacia un árbol cerca de donde estaban corriendo los aventureros, la azada cortó el árbol tan limpiamente y rápido de lo que la mejor motosierra del mundo hubiera hecho. El árbol cayó sobre los 3 aventureros al mismo tiempo, muriendo, también al mismo tiempo. Sangre fue lo que le cayó a Jake. Se acercó hacia el árbol y aplastó sus celulares que se les habían caído antes de perecer, una mano movió un poco los dedos, a pesar de que el resto del cuerpo estuviera aplastado bajo el árbol. Jake tomó su azada de nuevo y la colgó en su espalda. Tomó el camino donde Mai los guió al inicio, encontrando el agujero gigante de la entrada a la sociedad de la Oscuridad, dónde cayó Miku. No se veía absolutamente nada, se asomó un poco y las piernas le empezaron a temblar, empezó a respirar agitadamente, incluso se tambaleaba un poco.*
— Miku, como lo prometimos, si caemos, caemos juntos.
*Fue lo último que dijo Jake antes de tomar impulso y saltar a la oscuridad. La verdadera Oscuridad.

Miku

*Katio y ella estaban caminando por el pueblo, nadie parecía mirarla raro después de todo. Katio incluso saludaba a otras personas. Después de la pelea del día anterior, Katio y ella no habían cruzado palabras ni miradas, cada uno tenía un trabajo: Katio tenía que guiar a Miku y ella tenia que seguirlo, así de fácil. Luego de un rato de estar caminando, las casas se iban reduciendo, hasta finalmente llegar a una cueva.*
— Ven. —dijo Katio, que hizo un movimiento con la mano y esta empezó a brillar tal como una lámpara.
*Katio se metió en un camino muy estrecho donde tuvo que acostarse en el piso y pasar acostado, Miku tenía un poco de pánico de quedarse atrapada ahí dentro y que Katio la abandonara. Igualmente se tuvo que meter porque no había ningún otro lugar que pudiera ir sola. Estuvieron un rato intentando encontrar el otro lado, ninguno hablaba. Solo se escuchaba sus propios cuerpos moviéndose entre las rocas, los jadeos y gemidos de desesperación y cansancio de Miku.*
— ¿Seguro de que esto tiene una salida? —dijo Miku, luchando para seguir moviéndose.
— Tranquila, solo sígueme. —dijo Katio, no parecía cansado o desesperado.
*Luego de unos minutos que a Miku le parecieron infinitos, llegaron a una salida de la cueva. Estaban en la entrada del castillo del "sovran" (rey) aunque no habían guardias cercas.*
— Llegamos. Ahora arreglatelas para salir de aquí, no se cómo, pero tendrás que hablar con el sovran. Me voy. —dijo Katio, y se dió media vuelta empezando a caminar de nuevo al estrecho de la cueva.
— Espera Katio. —dijo Miku.
*Katio se detuvo y giró un poco la cabeza, mirándola de reojo.*
— Mira, no quiero que estemos así, ¿ok? Lo de ayer fue una estupidez, lo sé, reconozco mi error. Pero si voy al castillo yo sola... no se adónde ir ni que hacer, necesito que me acompañes. O si no lo más probable es que me capturen, solo quiero salir de aquí, ver a mis amigos... Ayúdame. —dijo Miku, rogándole, con casi los ojos en lágrimas.
*Katio volvió a mirar adelante y luego se volteó.*
— Vamos Miku. —dijo Katio, hizo un movimiento en el aire con la mano y apareció una espada en esta.
*Katio se echó a correr al castillo y Miku lo siguió, muy agradecida. Katio tocó la puerta del castillo con los nudillos, "toc, toc".*
— ¿No deberíamos entrar sigilosamente? —murmuró Miku.
*Katio no respondió y 3 guardias abrieron la puerta, Katio los rebanó con la espada instantáneamente a los 3.*
— ¿No crees que eso fue un poco... violento? —dijo Miku con una sonrisa nerviosa.
*Katio tampoco respondió y se arrodilló. Puso una mano en la armadura de uno de los guardias, unos segundos después la armadura desapareció de este y Miku se sentía más pesada.*
— ¿Qué...? —miró su propio cuerpo, ahora tenía una armadura de uno de los guardias. Katio luego de unos segundos también robó la armadura de otro pobre guardia y entraron rápidamente al castillo, cerraron la puerta tras sí.
*Miku estaba confundida, no sabía muy bien que tenía que hacer, solo seguir a Katio. Este empezó a caminar hacia una gran escalera mientras más guardias vigilaban cada zona, habian muchas puertas: de la cocina, comedor, almacén, cofres... Cada puerta estaba al menos protegida por un guardia. El vestíbulo principal tenía una gran alfombra roja que era dura pero suave al pasar sobre ella. Las paredes de ladrillo estaban pintadas de rojo, dorado y blanco. Algunas mesitas y cajones de decoración estaban pintados de dorado brillante, casi cegador. Habían lámparas, candelabros, velas... Todo de oro. Al menos oro de la Oscuridad, no humano. Habían hasta cuadros de un hombre esbelto con barba, pelo largo, con una capa y una armadura con un bastón en su mano. Miku supuso que era el rey, había una minoría de cuadros donde también salía una mujer delgada, con la misma capa y armadura que el hombre pero con un libro en mano. Miku supuso que esa sería la reina. Tanto como el rey y la reina tenían una corona morada y azul, con una gema blanca arriba. Después de analizar el "lobby", no se dió cuenta de que Katio estaba apunto de llegar a las escaleras grandes rojas que vigilaban 4 guardias que estaba a un par de metros de ella. Se apresuró para acompañarlo intentando no levantar sospechas.
Cuando parecía que iban a subir tranquilamente, los guardias que tenían una lanza en la mano, y un casco con un cono arriba, cruzaron sus lanzas para impedirles el paso. Simplemente extendieron la mano como si estuvieran pidiendo algo pero no dijeron nada. Miku estaba empezando a entrar en un ataque de pánico, no sabía que darles. Katio si sabía. Metió la mano entre la separación de su casco y peto de su armadura y sacó una tarjeta completamente blanca y se la entregó a los guardias. Estos analizaron la tarjeta a pesar de que no haya absolutamente nada y asintieron. Le devolvieron la tarjeta a Katio que también asintió y los guardias miraron a Miku, esperando su "identificación." Miku hizo lo mismo que Katio hizo, metió su mano entre la separación del cuello y peto de la armadura, sacando una tarjeta color naranja que ni siquiera sabía como llegó ahí. Se la entregó a los guardias y estos la examinaron. No era del mismo color que la de Katio... Probablemente la echarían por no ser el permiso real. Pero los guardias asimtieron y se la devolvieron, Miku soltó un silencioso suspiro de alivio y guardó la tarjeta en el mismo lugar. Los guardias quitaron las lanzas y se movieron a un lado para dejar a Katio y Miku pasar.*
*Pasaron los minutos, las escaleras parecían infinitas, y además cómo eran curvas Miku no podía ver el final. Al final de esos eternos minutos se encontraron en un largo pasillo de armaduras vacías con espadas y lanzas, algunos tenían diferentes forma de casco y otros un arma distinta. Uno tenía forma de cono (los que tenían ellos), otros tenían unos cuernos, otros una barra de metal pequeña en cada esquina del casco... De todo. También habían algunos cristales sobre una mesa de madera, todos guardaban un objeto distinto abstracto y debajo tenían una placa con símbolos raros. Parecía ser el nombre o la fecha. Miku no reconoció ninguno de mis objetos. Así que se empeñó en seguir a Katio mientras examinaba los cuadros de distintas personas, las paredes, la alfombra roja...*
«¡Basta! Necesito concentrarme.» pensó Miku, agitando la cabeza.
— ¿Y, ehm, qué tal te cae tu papá? —dijo Miku para romper el hielo entre los dos. Realmente no se podía concentrar.
— Bien, es una gran persona, siempre ayuda a los demás cuando puede pero odia a los humanos. —dijo Katio, con una voz metálica por el casco de la armadura.
— ¿Los odia? ¿Por qué? —dijo Miku, que también notó que su voz estaba un poco metálica.
— Bueno, básicamente por todo el tema de la guerra que contaminó al rey de la otra sociedad. Además varios humanos han caído aquí y se han topado con él, la mayoría se aprovecha de él y toma ventaja. Lo traicionan. Al final el mismo se encarga de acabar con cada una de sus vidas. —dijo Katio, fríamente.
*Miku se quedó callada.*
— ¿No se dió cuenta de que yo era una humana... ¿verdad? —dijo Miku, dándose cuenta del peligro que acababa de rozar unas horas antes.
— No. Al menos creo que no. Cuando llegué, justo te había preguntado si lo eras o no pero creo que lo interrumpí justo a tiempo. —dijo Katio, sin ninguna expresión. Tampoco es como si Miku pudiera ver una detrás de su casco.
*Miku se quedó callada unos segundos más, el pasillo parecía infinito.*
— ¿Y tú... tú no me traicionaste a tu papá, verdad? —preguntó Miku, asustada de lo que podría decirle.
*Katio suspiró.*
— No soy capaz de hacer eso. Siempre le he dicho a mi papá que está mal, pero hace unos meses mata incluso a los que no interactúan con él. No puedo hacer nada al respecto, está loco. Solo puedo decirle a los humanos que corran, por eso te dije que nos teníamos que ir rápido. —dijo Katio un poco exhausto. Sonaba destrozado.
*Miku soltó un suspiro de alivio al saber que Katio no la había vendido. Al menos eso decía el, y ella confiaba en él.*
Luego de un rato conversando, finalmente llegaron al término del pasillo donde había una puerta gigante. Katio la abrió sin problemas y la cerró de vuelta. Al cruzarla, había incluso más puertas que en el vestíbulo, habían como 20. Cada puerta estaba vigilada por 4 guardias, al final del área con forma hexagonal había una puerta que decía "Sovran Fkol". Esa estaba protegida por 20 guardias. 20.*
— La Sala del Trono. —dijo Katio mirando hacia esa puerta.
*Los dos avanzaron directamente a la puerta y los guardias con armadura roja, y un casco con forma de máscara para soldar taparon la puerta. Todos tenían una pequeña corona negra encima.*
Ghil t'un Sovran Fkol qer'u? —dijo uno de los guardias, el de más adelante para ser específicos. Miku no entendió NADA. Parecía su profesor de inglés dando clases en 2do año de secundaria. Soltó una sonrisa recordando y menos mal que tenía el casco o si no estaba muerta.
T'oi vier an kalm ya bu Sovran, kalm deoi bu human. —fue lo que dijo Katio en una voz un poco más grave de lo normal.
*¿Qué idioma era ese? Parecía un poco francés, finlandés, alemán... Lo único que entendió fue "human", que era humano en inglés. ¿La estaba vendiendo en su cara? No podía pensar eso... Pero después de todo lo que le ha pasado ahí abajo, aprendió que no puede confiar en nadie. NADIE. Los guardias se miraron unos a los otros, e hicieron un gesto con la cabeza y se movieron a un lado para que Katio y Miku pudieran pasar a la Sala del Trono, la Sovran Fkol. Katio abrió la puerta y había una habitación gigante con una alfombra morada con bordes azules, todo era de oro, el piso estaba separado en círculos. Habían pilares de oro. Al final estaba el hombre esbelto sentado en un trono acolchado de rojo con soporte de oro. Los estaba mirando fijamente, a su lado había un trono del mismo color pero la colcha era rosa, estaba vacía. Casi polvorienta.*
— Llegaron. —exclamó el rey, tenía una voz muy grave y aparentaba de la edad de Kassius. Era casi igual.
— Sevou, t'oi... ¿Sabe español? —preguntó Katio.
— Sé todos los lenguajes humanos. Y hay que hacer que la humana con nosotros nos entienda, ¿no es así, Miku? —fue lo que dijo el rey, sentenciándola.
*Miku se quedó en shock. ¿Cómo el rey sabía cómo se llamaba...? Katio la miró confundido, sin entender tanto como ella.*
— Queridos, acerquénse, no quiero seguir elevando mi voz. —dijo el rey un poco más bajo y menos grave. Después de todo estaban a un par de metros. Decidieron acercarse y a Miku le temblaban las piernas del miedo. Ya duró suficiente en este lugar... ¿verdad? Era hora de irse... Katio se arrodilló sobre el rey. Miku intentó hacer lo mismo pero solo se cayó por los nervios.*
— Ja, que graciosa eres querida. Levántate. Hijo, tu también levántate.
*Miku se levantó rápidamente y Katio también.*
— Un momento... ¿"hijo"? —dijo Katio, confundido.
— Katio, soy yo. ¿No me reconoces? ¡Kassius! —dijo el rey, abriendo los brazos.
— Papá, tú... No... Tú no eres mi padre. Mi padre está en nuestra casa. —dijo Katio, quitándose el casco y mirándolo a los ojos, se quedo boquiabierto— Pa...pá. Tú... tú eres el rey... —dijo Katio, arrodillándose de nuevo inconscientemente.
*Miku también se quitó el casco y no lo podía creer. Era Kassius. El casco les estorbaba la visión pero, definitivamente era él. Kassius Dragomir.*
— Mi hijo, todos estos años has vivido con un Kassius falso, un hechizo. Pensé que eras lo suficientemente mayor para darte cuenta. —dijo Kassius, levantándose del trono. Su armadura rechinó y su capa se movió.
— ¿Desde... cuándo? ¿Cómo es posible que yo nunca supiera...? —dijo Katio, abatido. Se puso una mano en su pecho cubierto de armadura.
— Cuándo naciste, tu madre y el antiguo sovran murieron en una guerra civil. El antiguo sovran fue mi primo, Kaito Tux, y cómo no habían más familiares disponibles ya que nunca tuvo esposa, hijos o hermanos, tuve que hacerme cargo del trono. Hice un hechizo para recrearme a la perfección que durara años. Fue por mi primo, Kaito, que tu madre y yo te pusimos Katio. Además, me vi obligado a mentirle a todo el reino con un nombre distinto. —dijo Kassius con una sonrisa aplastante.
*Miku miró a Katio. Este soltó su espada.*
— ¿Cómo supiste que Miku era una humana...? —preguntó Katio, cerrando los puños con impotencia.
— Fácil. Mark. Tu hermano me contó. Mi hijo favorito, él si sirve para algo. Además de que el Kassius falso tenía un micrófono implantado así que escuché cada una de tus palabras hablando con él. En especial tu conversación con Miku. Vaya, una pena que no se acostaron juntos, ¿eh? —dijo Kassius, cruzando los brazos— Katio Dragomir, príncipe del Umbri, la sociedad de la Oscuridad, bienvenido a tu hogar de nuevo después de tantos años. Y definitivamente tú y Miku son uno para el otro así que, bienvenida igualmente, Miku Takahashi, princesa del Umbri, sociedad de la Oscuridad. —dijo Kassius con una sonrisa real.
*Miku cayó al suelo. Esto era mucho. Katio fue mentido toda su vida, ahora ella era una princesa, y en los siguientes días tendrá que pelear en la guerra... Katio se levantó apretando los puños con rabia, estaba agitado... Saltó hacia Kassius con el puño preparado. Pero este apenas lo tocó y Katio salió volando unos cuantos metros, golpeándose la cabeza y cayendo inconsciente.*
— Santo cielo, que idiota. Tal vez tuve que nombrar a Mark príncipe después de todo. —dijo Kassius.
— ¡Katio! —gritó Miku y fue directo a su cuerpo a revisar si seguía vivo, al menos lo estaba.
— Ah, tú existes, cierto. Perdón, me olvidé de ti. —dijo Kassius acomodándose la armadura.
— Tú... casi matas a tu propio hijo... —exclamó Miku, con rabia e impotencia por la justicia hacia Katio que ya sufrió mucho.
— ¿Y? Ese tipo lo hice principe porque Mark no quiere. Dice que su puesto como científico está bien. Y según las reglas, no tengo más opciones. —murmuró Kassius.
*Miku se levantó y miró a Kassius.*
— ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —dijo Kassius y se pasó la mano por la cara.
*La cara de Miku transportaba una profunda y rabiosa mirada. Una espada se formó en su mano.*
— Tienes sangre.
*Miku empezó a correr hacia Kassius, este intentaría el mismo movimiento que le hizo a Katio, pero Miku se deslizó entre sus piernas y le deslizó la espada por su armadura. No se rompió. Kassius se dió rápidamente la vuelta y Miku le dió un codazo, aprovechando que estaba un poco aturdido, le dió la vuelta y le clavó la espada, que traspasó su armadura. Kassius gritó de dolor, pero solo se sacudió y Miku salió volando hacia una pared. Kassius sacó la espada clavada de su cuerpo. Miku se levantó. Tenía una mirada de justicia. Verdadera JUSTICIA. Miku se impulsó con la pared y saltó hacia Kassius por arriba, este le agarró la pierna y la tiró hacia el suelo varias veces, hasta que la última fue hacia el techo.*
— Peleas bien para ser una mujer, ¿eh? Después de todo fue fácil. Supongo que la edad ya me está jugando en contra. Lo siento, princesa. —dijo Kassius, un poco exhausto.
*Miku yacia en el suelo, llena de sangre. Kassius agarró una espada y la levantó. Se la clavó directamente a Miku en la espalda... No... ¿¡Al piso?! Miku le dió un golpe en la cara otra vez a Kassius. Le quitó la espada. Le dió una patada. Lo acorraló en una pared. Le estaba cortando toda la armadura con la espada. Kassius no podía hacer nada. Miku ni siquiera gritaba o hacia algún sonido, solo deslizaba y cortaba.*
— ¡AHHH!—dijo Kassius, mientras Miku le dejaba varias cicatrices en la cara y cortes profundos en las costillas.
*Kassius hizo un hechizo y mandó a volar a Miku, al esta levantarse Kassius le tiró una bola de hielo a los pies que la inmovilizó. La cortó fácilmente con la espada, Kassius la tomó del cuello mientras la golpeaba contra una pared. Miku le dió una patada en los testículos a Kassius que la soltó por instinto. Miku le dió un rodillazo en la boca a Kassius, este daría una patada dirigida hacia su pierna pero Miku la esquiva saltando y dándole un corte en la cara, en el ojo.*
— ¡AHHHH, MI OJO! —dijo Kassius tapándose la zona mientras mucha sangre salía.
*Kassius a pesar de la herida dió un upper-cut a Miku en las costillas y le tiró un hechizo de fuego que no le quemó gracias a la armadura. Kassius corrió hacia Miku que intentaría esquivar una patada de este pero fallaría, sacándole el aire. Aprovechando que Miku estaba fuera de combate unos segundos, Kassius le daba un puño tras otro inmovilizada en el piso. Miku le agarró uno de sus brazos y lo detuvo, hizo fuerza pero eventualmente logró darle un codazo en la cara para liberarse. Le agarró el brazo a Kassius y se lo dislocó.*
— ¡MIERDA! —gritó el rey.
*Miku se levantó rápidamente y le dió una patada en la cara, intentaría dar otra pero Kassius la esquiva y corre hacia su trono, donde había un bastón al lado. El del cuadro. Miku le tiró la espada a una de sus piernas cortándosela.*
— ¡AGHHHH! —gritó Kassius.
*El rey se arrastró hacía su trono mientras luchaba por no desangrarse por la herida del ojo y pierna. Miku corrió hacía él y le clavó la espada en el cuello.*
— Agh... Ja, idiota.
*La de pelirroja salió volando, cuando se levantó y miró a Kassius, este tenía su bastón en mano. Estaba levitando. Tenía de nuevo su pierna y ojo y no tenía ninguna herida. Le apuntó el bastón a Miku, y un rayo morado salió de este, el cuál rodeó a Miku, inmovilizandola y haciendola levitar.*
— ¡AH! ¡AHHH! —gritaba Miku, que lo único que podía mover era su boca.
— Felicidades. Has sido la que más pelea me ha dado en mi reinado. ¿Sabes qué? No te voy a matar, vete con tu novio a las Ciste, o en idioma humano, prisión. Ja, buen intento. —murmuró el rey.
*Miku sentía que el rayo quemaba más y más, lo último que vió antes de desmayarse (o morir), fue Katio.*
— ¡AHHHHHHH!

El Bosque Rojo [Saga Unity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora