≀ ⎯⎯ ⨾ 𝟎𝟐

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La multitud obstruía el café a un lado y a otro de la entrada, seguía engrosándose, aunque ya con menor ímpetu, con las aportaciones de las calles circundantes; era mucho más importante de lo que habría podido preverse. La ciudad se había multiplicado, con personas de todas las edades y condiciones sociales agolpadas en las aceras, murmurando con curiosidad y preocupación. El aire estaba cargado de un zumbido constante de voces y el ocasional sonido de una sirena a lo lejos.

Entre la multitud, los murmullos se intensificaron cuando una furgoneta negra llegó, cortando el bullicio con su presencia imponente. Las personas se apartaron lentamente, abriendo un pasillo estrecho, dejando pasar el vehículo que se detuvo justo frente al café. La puerta de la furgoneta se abrió y tres hombres vestidos con uniformes oscuros bajaron con rapidez, moviéndose con una determinación fría y eficiente. Su presencia parecía absorber la atención de todos a su alrededor.

⎯⎯ La policía. ⎯⎯ Murmuró alguien, y la frase se propagó rápidamente a través de la multitud como un susurro en el viento.

Sergio, que había estado observando la escena con creciente interés, se acercó a un hombre que parecía bien informado, buscando obtener más detalles.

⎯⎯ ¿Qué ha sucedido? ⎯⎯ Preguntó, su voz tensa y curiosa.

⎯⎯ Han matado a alguien. Una mujer. ⎯⎯ Respondió el hombre, sus ojos fijos en la entrada del café donde los policías acababan de desaparecer en el interior.

Sergio sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sin perder tiempo, dejó al niño, Patricio, delante del porche del joven Charles, que observaba la escena con una mezcla de fascinación y miedo. Sergio se adentró en la multitud, moviéndose con agilidad entre los cuerpos apretados, hasta llegar a la primera fila de personas que, inmóviles, observaban el interior del café a través de los cristales abiertos.

Dentro del café, el ambiente era sombrío, la penumbra apenas rota por la luz que se filtraba desde la calle. Al fondo, sobre el suelo de baldosas oscuras, una mujer yacía inmóvil, su cuerpo inerte proyectando una sombra inquietante. Junto a ella, un hombre estaba tendido, aferrado a sus hombros, llamándola con una voz que intentaba ser calmada pero que traicionaba una desesperación profunda.

⎯⎯ Amor mío. Amor. ⎯⎯ Susurraba el hombre, su voz apenas audible sobre el murmullo de la multitud.

De repente, el hombre se giró hacia la multitud, sus ojos encontrándose con los de los observadores. La expresión en su rostro era una mezcla de desolación y pérdida, una mirada que parecía haber visto el abismo y haber vuelto, llevando consigo una marca indeleble de esa experiencia.

Los policías entraron rápidamente, moviéndose con la precisión de aquellos acostumbrados a la tragedia. La dueña del café, una mujer de porte digno, estaba erguida cerca de la barra, esperando con una expresión de resignación cansada.

𝚇𝚅 ࣪い. 𝕯𝒆́𝒔𝒊𝒓𝒆 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora