≀ ⎯⎯ ⨾ 𝟎𝟒

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Sergio se puso más serio de lo que el comentario, aparentemente, exigía.

—Si supiera, el olor de las magnolias es muy fuerte — Dijo Sergio con un enfado que parecía venir de lo más profundo de su ser.

—Lo sé, lindo. — Mencionó el hombre rubio entre risas, sin dejarse afectar por la gravedad de Sergio.

El hombre apartó sus ojos de la línea recta de los hombros de Sergio y miró hacia la puerta, como si esperara que alguien más entrara en cualquier momento.

—En la primera planta, ¿no hay un pasillo largo, muy largo, común a usted y a los demás en esa casa, y que hace que estén juntos y separados a la vez? — Dijo el hombre, con un tono intrigado que revelaba un interés genuino.

—Ese pasillo existe — Confirmó Sergio, asintiendo lentamente.— Tal y como usted dice. Dígame, se lo ruego, ¿Cómo alcanzó a descubrir que era precisamente eso lo que ella quería de él, cómo supo hasta el punto lo que ella deseaba de él? —preguntó Sergio, mirándole con una mezcla de curiosidad y desesperación.

—Imagino que un día — Comenzó a explicar el rubio, tomándose un momento para organizar sus pensamientos.— Una mañana al alba, repentinamente, ella supo qué deseaba de él. Todo se volvió tan claro para ella que le dijo cuál sería su deseo. No hay explicación, creo, para este tipo de descubrimientos. Son momentos de iluminación que llegan sin previo aviso.

Afuera, los juegos sosegados de Patricio continuaban, sus risas y gritos lejanos aportaban un contraste casi irónico al tenso ambiente dentro del café. El segundo remolcador había llegado al muelle, y en la tregua que siguió a la detención de sus motores, la dueña del café movió unos objetos debajo del mostrador, haciendo ruido deliberadamente, como para recordarles el paso del tiempo y su presencia.

—¿Por ese pasillo es por donde decía usted que hay que pasar para ir a su habitación? —preguntó el rubio, con un tono que sugería un atrevimiento velado.

—Es por ese pasillo — Confirmó Sergio, observando la reacción del hombre.

En ese momento, Patricio entró corriendo a toda velocidad, dejando caer su cabeza en el hombro de su padre. Sergio, inmerso en su conversación, no le hizo caso.

—Oh, me divierto mucho — Dijo Patricio, desconcertado por la falta de atención.

Patricio volvió a marcharse, sus pasos resonando en el suelo del café.

—Olvidaba decirle cuánto me gustaría que ya fuera mayor — Comentó Sergio, refiriéndose a su pequeño con un suspiro.

El rubio le sirvió más vino, y Sergio aceptó el vaso, bebiendo de un solo trago, como si el alcohol pudiera calmar la tormenta interna que se gestaba en su interior.

—¿Sabe? — Dijo Sergio, después de un momento de silencio.— Imagino también que un día él lo habría hecho por propia iniciativa, incluso sin que ella se lo pidiera. Que ella no fuera la única en descubrir lo que ella deseaba de él.

𝚇𝚅 ࣪い. 𝕯𝒆́𝒔𝒊𝒓𝒆 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora