Viernes

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Un mes más tarde, en un departamento ubicado al centro de la ciudad, dos amantes empedernidos se volvieron a entregar, esta vez en una enorme tina repleta de burbujas.

 El sonido del agua mezclado con los besos en la espalda era la única canción que quería escuchar.

–¿Por qué le contaste a Sam lo nuestro?

No respondió.

–¿Por qué le contaste a Sam lo nuestro? –insistí.

Besó mi espalda y con ambos brazos me rodeó, acercándome más a él. Estiré mi cabeza hacia atrás para poder sentir su respiración acelerada, él no respondió.

–Sé que no es el momento...

–No lo es, estamos en el baño.

–Pensé que querías que esto fuese un secreto.

–Lo sigue siendo; Sam no dirá nada.

Comenzó a acariciar mi abdomen en círculos y yo pedí al cielo que no notara la hinchazón ocasionada por los chocolates que Sam insistió en compartir ayer.

–¿Estás seguro? –pregunté con un hilo de voz.

Transportó las caricias hacia mis senos y los estrujó con malicia; casi como si quisiera castigarme por ser tan imprudente.

–Has subido de peso, cariño.

Y claro que lo había notado. Tobías podía no conocer cuál es mi canción favorita, pero cuando se trata de mi cuerpo, sabe incluso la cantidad de lunares y pecas que tengo.

–Debo estar cerca de tener mi periodo. 

Soltó una risita pícara.

–Eres tan linda cuando te pones así de nerviosa.

Sus manos aun acariciaban mis senos, así que solo pude jadear en contestación.

–¿Puedo quedarme?

Él sabía que su pregunta era innecesaria. Stella siempre va a querer más de Tobías.

–¿Qué hay de Joana?

–Está insoportable con sus antojos, hormonas y, lo que es peor, su madre.

–¿La madre de Joana está en la ciudad?

–Y pretende quedarse hasta que culmine el embarazo.

Solté una risa burlona.

–Una suegra insoportable es lo mínimo que te mereces.

Sus manos viajaron nuevamente; esta vez la parada fue mi cabeza empapada con rastros de champú y acondicionador.

–Amo el olor de tu cabello–susurró, mientras masajeaba mi cuero cabelludo con delicadeza–, amo lo bonita que te ves siendo mía, amo tu piel, amo tu voz pronunciando mi nombre y amo que siempre vengas cuando te llamo, aun cuando tus sentidos más razonables te pidan no hacerlo.

Detuvo las caricias segundos después, así que giré bruscamente, provocando que una gran cantidad de agua se escapara de la tina y lo miré.

–¿Quieres decirme algo más?

–Eres tan mía.

Tobías siempre se mostraba rudo, cruel y frío, pero en ese instante, con sus ojos café apunto de llorar, supe que era mucho más. Siempre fue mucho más.

–Soy tan tuya.

Sujetó mi mentón con una mano y me atrapó en un beso suave, de esos que siempre me convencen de volver, aun cuando nada está a nuestro favor.

Dos horas más tarde, nos abrazábamos en la cama mientras el R&B retumbaba en la habitación.

–¿Qué le dijiste a Joana?

–Le dije que debía viajar todo el fin de semana.

–¿Te quedarás todo el fin de semana? –Me senté de golpe y lo miré atentamente.

–Merecemos un poco más.

Me tomó de la mano con delicadeza y me atrajo a él, fundiéndonos en otro abrazo cálido.

Sí, yo merecía más.


Nos vemos el viernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora