Capítulo X

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Minutos después, volvieron al hotel. Rebeca agradeció a Henry, el dueño del caballo, le dio un poco más de dinero por la tardanza. Ambas chicas se despidieron de Pegaso, estaban muy contentas por la aventura que acaban de vivir. Regresaron al hotel, se reportaron con la recepcionista y en clave Becky pregunto si ya todo estaba listo, obteniendo una respuesta positiva.

Sarocha: ¿Qué fue eso?

Becky: ¿Qué cosa?

Sarocha: Actuaste muy raro con esa chica, ¿ocurre algo, la conoces?

Becky: ¿Estás celosa?

Sarocha: Para nada, ya te dije que no soy celosa -cruzó sus brazos e infló sus cachetes frunciendo sus labios.

Becky: Vamos -tomó su mano- mi celosita preferida

Sarocha: ¿Celosita preferida? ¿Acaso hay otra celosita por ahí y no lo sé? -se soltó de su agarre e hizo cara de confusión.

Becky: Al menos admites que eres mi celosita...

Sarocha: No me cambies el tema -dijo cruzando sus brazos- ¿hay otra mujer en tu vida y no me has dicho nada?

Becky: Por supuesto que sí... Tengo otra mujer en mi vida...

Sarocha: ¡¿Y lo dices así, como si nada?!

Becky: No te enfades, la otra mujer de mi vida llegó primero, es imposible que no la ame...

Sarocha: Pues quedate con ella... Te odio Becky Armstrong...

Becky: Jaja vamos Saro, la otra mujer es mi madre, ella me cela con todo el mundo -acarició su mejilla- pero tú eres mi celosita preferida -la volvió a sujetar – para mí no hay otra mujer más que tú, sería imposible.

Sarocha: Rebeca Armstrong, dime la verdad, no me quiero hacer ilusiones.

Becky: Sarocha Chankimha, yo soy solo tuya...

Sarocha: Dilo de nuevo, hazlo otra vez...

Becky: Soy tuya, solamente tuya -la beso apasionadamente.

Sarocha: Muy bien, me encanta que lo tengas claro -la volvió a besar.

Becky: Ahora solo te pido que cierres tus ojos.

Sarocha: ¿Otra vez?

Becky: Confía en mi...

Sarocha: Siempre, confió ciegamente en ti...

Becky: Caminemos despacio, yo te cuidaré.

Sarocha: Bien, no me sueltes.

Becky: ¡Nunca!

Al entrar a la habitación Becky se aseguró que todo estuviera en orden, una vez confirmará que todo estaba listo, le pidió a Sarocha que abriera los ojos. Al ver todo a su alrededor, la pelinegra no aguantó la emoción y empezó a llorar, con una sonrisa gigante corrió hasta Becky y la abrazó, besó cada parte de su rostro y le dijo lo mucho que la amaba.

Becky: ¿Te gusto la sorpresa?

Sarocha: Por supuesto que sí, esto es más de lo que alguna vez imaginé -dijo limpiándose las lágrimas- eres maravillosa Rebeca.

Becky: Me alegra -la dirigió hasta la cama- observa bien...

Sarocha: ¿Qué quieres que vea realmente? -observó detenidamente.

Becky: Solo mira bien a tu alrededor.

Sarocha: ¿Eso es lo que creo que es?

Becky: No sé, por qué no te acercas...

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