𝟎𝟏. 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐒𝐈𝐓𝐀 𝐑𝐄𝐀𝐋

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Thranduil, Rey del Bosque Negro, observó como la Fortaleza de Driftmark comenzaba a verse con más claridad conforme más se acercaban. Había acudido a Driftmark, para rendir homenaje a una alma perdida, Laena Velaryon, cuya muerte había sido un golpe para las ya tensas relaciones entre las casas de Westeros.

Desde hace años atrás, cuando de alguna forma ambos reinos se encontraron, un acuerdo de se firmo entre ambos. Para traer paz y tranquilidad a ambos reinos, los hombres al ser tan codiciosos, habían buscado la manera de tener una pizca de la magia élfica del Reino de Mirkwood y eso llevó a ciertos decesos de plebeyos, del Reino de Westeros. Por ello se firmo aquel tratado y desde aquel día, convivían en paz.

Thranduil, descendió de su barco con la majestuosidad y gracia propias de su raza, su capa ondeando suavemente en la brisa. Sus ojos azules, profundos y sabios, observaban cada detalle del mundo humano con una mezcla de curiosidad y cautela. Atento a cualquier cosa a su alrededor.

Mientras los elfos desembarcaban, la atmósfera en Driftmark se mantenía tensa. Los dragones sobrevolaban el cielo, sus sombras proyectándose sobre los asistentes como un recordatorio constante de la presencia y poder de la Casa Targaryen. Entre los rostros familiares de los señores y damas de Westeros, Thranduil se sintió una figura extraña y exótica, una chispa de magia antigua en medio de la turbulenta política de los hombres.

Nunca había visitado antes Westeros, así que tener todas las miradas sobre él, debido a su presencia era raro y de algún modo lo llenaba de satisfacción. Pudo distinguir a los lejos la figura de Lord Corlys Velaryon y su esposa, la princesa Rhaenys Targaryen. Los cuales a pesar de una dolorosa pérdida, estaban ahí para recibirlo.

-La tensión en este lugar, se puede cortar incluso con una espada, padre.

La voz de su hijo Legolas, resonó un poco en aquel tenso silenció.

-Sabes que desde hace tiempo, las cosas aquí en Westeros son tensas y con la pérdida de Laena Velaryon, aún más.

La preocupación en los ojos de su hijo, lo puso alerta. Si bien los reinos estaban en paz, desde que recibió aquella carta tenía el presentimiento de que algo podía suceder.

-Lo sé padre. Espero que esto sea rápido y podamos volver a Mirkwood lo antes posible.

Asintió a las palabras de su hijo y ambos caminaron a las puertas del castillo. Corlys lo recibió con lo que pareció ser una leve sonrisa, que más bien para Thranduil fue más una mueca. Podía entender al hombre, una pérdida así, era difícil de llevar.

-Lord Corlys Velaryon, princesa Rhaenys Targaryen. Lamento profundamente su pérdida, no tengo mucho que decir para borrar o calmar el dolor en sus almas. Solo espero que puedan encontrar un poco de paz en medio de esta tragedia.

La mirada suave en Rhaenys fue lo primero que vió. La mujer sí bien quería parecer fuerte, se podía ver la debilidad y dolor en sus ojos.

-Gracias por asistir, Rey Thranduil. Es grato contar con su presencia.

-Princesa Rhaenys, trajimos algunos ramos de flores para usted. Se llaman, Estrella de Eärendil, son flores que brillan con un suave resplandor, simbolizan la luz y la esperanza en tiempos de oscuridad. En Mirkwood es apreciada por su belleza radiante y su capacidad para traer consuelo.

Sonrió levemente al escuchar a Legolas. Su hijo entregó un pequeño ramo a cada uno de ellos. En Mirkwood era una tradición llevar ese tipo de flores a funerales.

-Gracias por el detalle. Son hermosas, pero por favor pasen. El viaje debió ser demasiado largo, una doncella los guiará a sus aposentos para que puedan descansar y ella les avisará cuando la ceremonia comience.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐎𝐑𝐄𝐒𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora