𝟎𝟑. 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒

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Aegon dejó salir todo el aire que sus pulmones tenían contenido desde que salió de aquella sala

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Aegon dejó salir todo el aire que sus pulmones tenían contenido desde que salió de aquella sala. Al estar en la seguridad de los aposentos que se le otorgaron, pudo respirar con más tranquilidad.

Thranduil y Legolas, junto a Sir Criston se habían retirado apenas llegaron a la puerta de sus aposentos, y no tuvo tiempo de agradecerle al elfo por su ayuda y por defender los, de todos en la sala. Lo haría más tarde. Ahora tendría que lidiar con un problema.

¿A dónde irían?

Ese era el problema más grande ahora, no sabía a dónde ir. Su decisión fue apresurada, lo sabía, pero era lo correcto. Había deseado durante mucho tiempo el poder salir de la Fortaleza Roja, aquel lugar en donde vivían con una oscuridad que se cernía sobre ellos cada día. Sólo porque representaban una amenaza para el reclamó de su hermana. Ahora que se presentó la oportunidad, la tomó y ahora no sabía a dónde ir.

Quería ir lo más lejos posible con sus hijos, tomar todo el oro necesario para vivir durante un tiempo y quizás buscaría algún tipo de trabajo, para mantener a esos tres niños que dependían de él. Podría hacerlo, pero no sabía exactamente si era la mejor idea.

Unos bajos ronroneos llamaron su atención, sonrió ladino al ver a Helaena y Daeron, dormir junto a Aemond. La leche de amapola hizo un rápido efecto en su niño, y se durmió apenas su cabeza tocó la almohada.

Las lágrimas bajaron por sus mejillas, al ver el vendaje en la mitad del rostro de Aemond. Podía escucharlo quejarse en su sueño, y no podía hacer nada para calmar su dolor.

No pensó que las burlas de Lucerys y Jacaerys afectarían tanto a Aemond. Si Rhaenyra las hubiera detenido antes, Aemond no se habría visto con la necesidad de reclamar un dragón, para demostrar que si tenía sangre Targaryen corriendo por sus venas. El no tener un dragón fue un golpe fuerte para Aemond, pero le prometió que tendría uno.

"Tendrás que cerrar un ojo."

El recuerdo fue un golpe de realidad, pero lo que lo descolocó fue el recordar las palabras de Helaena. Ahora las palabras de su dulce niña cobraban sentido para él. Siempre supo que Helaena era especial, una niña tímida y encerrada en sí misma. A veces lograba escuchar sus murmullos, pero nunca pensó que sus palabras tendrían tanto poder.

"Cuando la última estrella nazca, la luna se oscurecerá y la madre no despertará."

Suspiró al recordar aquello. Recordaba a Helaena bordando cerca de la chimenea, el embarazo de su madre se había complicado en los últimas lunas y siempre la pasaba en cama, debido al dolor y el cansancio que la perturbaba.

La mirada que le dio lo había descolocado, sus ojos brillaban debido a los lágrimas y el miedo se reflejaba en ellos. No le tomo mucha importancia, pensó que solo eran otras más de sus divagaciones y solo la abrazo, para poder consolarla.

Y una luna después, su madre murió dando a luz a Daeron.

Ahora pondría mucha más atención a las palabras de su hija. Helaena siempre buscaba compañía cada que murmuraba lo que ahora entendía eran algún tipo de profecías. La soledad no le gustaba en aquellos momentos.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐎𝐑𝐄𝐒𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora