Aegon caminaba por los silenciosos pasillos del palacio de Thranduil, perdido en sus pensamientos, sus pasos apenas sonaban en la basta estructura de piedra y madera. El aire dentro del castillo, aunque fresco y perfumado con la esencial de los arboles todavía, le resultaba extraño. La naturaleza parecía ser parte de cada rincón del reino élfico, como si los árboles y las piedras respiraran en armonía. A pesar de su belleza, Aegon sentía una desconexión, un eco constante de todo lo que había dejado atrás.
Sus pensamientos volvían a Sunfyre. Su fiel dragón, tan descuidado desde que habían llegado a Mirkwood. Sentía una punzada de culpa por haber dejado de visitarlo, por dejarlo en las profundidades del bosque sin darle siquiera una mirada ocasional o preguntar por él, pero todo el caos de adaptarse a su nueva vida y cuidar de Aemond había consumido su tiempo y energía. Hoy sería diferente. Hoy lo buscaría.
Salió al exterior, donde el sol se filtraba a través de las copas de los árboles, creando haces dorados que iluminaban el suelo del patio. Vaghar, Tessarion y Dreamfyre jugueteaban en el cielo, sus sombras danzando sobre las hojas. Aegon levantó la vista hacia ellos, recordando que estos dragones, eran su único lazo tangible con Westeros.
—Tus pensamientos parecen estar lejos de aquí, mi príncipe.
Aegon se giró rápidamente al escuchar la profunda voz de Thranduil. El rey de los elfos estaba allí, a unos pasos de él, con su imponente figura y su porte elegante.
—Me preocupa Sunfyre —admitió Aegon—. No lo he visto desde que llegamos. Debería haberlo visitado antes.
Thranduil asintió, sus ojos verdes observándolo con detenimiento.
—Sunfyre es un ser noble. Siempre ha mostrado paciencia y lealtad. No te preocupes, está bien. Sunfyre te espera, lo sabes en tu corazón. Puedo acompañarte a verlo, si lo deseas. El bosque puede ser traicionero para quienes no lo conocen bien.
Aegon aceptó la oferta con un asentimiento silencioso.
Juntos, comenzaron a adentrarse en las profundidades del bosque. A medida que avanzaban, Aegon no podía evitar admirar la majestuosidad de Mirkwood. Los árboles eran altos, imponentes, y sus ramas parecían tocar el cielo. La luz del sol apenas llegaba al suelo en algunas zonas, y la sombra fresca cubría el suelo del bosque como un manto. Había una quietud en el aire, pero también una energía vibrante, como si Mirkwood escondiera antiguos secretos en cada hoja y rama.
—Este bosque es antiguo, más de lo que imaginas —comentó Thranduil mientras caminaban—. Ha sido testigo de muchos eventos, y guarda una sabiduría profunda. Es por eso que a veces puede parecer intimidante para los extranjeros. Pero Mirkwood es también un lugar de protección para aquellos que lo respetan.
Aegon miró a su alrededor, sintiendo el peso de esas palabras. Había algo en el bosque que le parecía tanto fascinante como inquietante. Al mirar a Thranduil, no podía evitar preguntarse cuántas historias guardaba ese rey élfico, cuántas generaciones habían pasado bajo su atenta vigilancia.
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𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐎𝐑𝐄𝐒𝐓𝐒
FanficEl destino de la casa Targaryen cambió aquella noche. En la que un Rey Élfico tomó bajo su poder a cuatro príncipes de la dinastía Targaryen, que crecían en medio de las diferencias, la oscuridad e intrigas de la corte. Una familia se rompió aquella...