La travesía por mar hacia Mirkwood comenzó con una brisa suave y un cielo despejado. La flota élfica, elegante y majestuosa, surcaba las aguas con gracia y velocidad. Los barcos, diseñados con la elegancia y destreza de los elfos, se deslizaban casi silenciosamente sobre las aguas pero sin perder velocidad en su viaje.
En la cubierta principal de uno de los barcos, más precisos en el barco del Rey élfico. Aegon observaba el horizonte, sus pensamientos divididos entre la incertidumbre del futuro que los esperaba y la preocupación por su pequeño Aemond. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar aquella noche, en la que pensó que sus pequeños dormían junto a él, en sus aposentos. Solo para que segundos después, estuviera en aquella sala defendiendo a sus niños.
Recordaba bien el rostro arrugado de Aemond por el dolor, ni siquiera le dieron un poco de leche de amapola para calmar su dolor. Todos gritaban en aquella sala, todos en su contra, como si hubieran cometido un tipo de delito, pero no era así. Nunca había sentido tanto miedo e impotencia como aquella noche. Nunca se había sentido tan solo y desamparado, en ese momento extraño a su madre. El cómo ella se encargaba de susurrarle que todo estaría bien, que mientras ella viviera no importaba lo que los demás dijeran, no importaba si su padre los ignoraba, porque la tenían a ella. Tenían a su madre. Pero Viserys se la quitó.
La noche en que Daeron nació, escucho los gritos y el llanto de su madre por el dolor. La escucho suplicar por ayuda, sabía que quizás no soportaría el parto, lo sabía bien, pero tuvo la esperanza de que ambos se salvarían. Por primera vez rezo a los dioses que conocía, pidiendo por la salud de su madre. Más no espero que Viserys eligiera de nuevo, la vida de un bebé sobre la de su esposa. Debió haberlo imaginado alguna vez.
Recordaba bien ver el cuerpo de su madre sin vida. Sus ojos vacíos, fue un golpe para un pequeño que solo contaba con siete onomásticos. Aegon lloró hasta que su pequeño cuerpo se cansó y se quedó dormido. Después del funeral, escucho a su abuelo renunciar a su cargo como Mano del Rey, regresó a Antigua sin mirar atrás y lo entendía. Su hija había muerto, y de algún modo una parte de él, se fue con ella. Pero también escucho una charla del consejo, en como su padre había tomado la decisión de que Rhaenyra se hiciera cargo de Daeron. No podía permitirlo, ya le había quitado a su madre pero no le quitaría a su hermano.
Aquella tarde, tomó a Daeron, Helaena y Aemond. Los llevó a sus aposentos y se encerro con ellos todo lo que resto del día y parte de la noche. Podía escuchar los gritos de su padre, desde el otro lado de la puerta, pero no abrió, si lo hacía le quitarían a Daeron, le quitarían a sus niños. Y no permitiría que le quitaran a alguien más. Desde ese día, el se hizo cargo de ellos, y el resentimiento por su padre creció sin control. Con el paso de los años, aquel sentimiento se volvió imposible de borrar y no podían culparlo. Su padre se encarga de resaltar la preferencia por Rhaenyra y de alguna forma, su hermana se regocija con eso y también un resentimiento contra ella aparecío.
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𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐎𝐑𝐄𝐒𝐓𝐒
FanficEl destino de la casa Targaryen cambió aquella noche. En la que un Rey Élfico tomó bajo su poder a cuatro príncipes de la dinastía Targaryen, que crecían en medio de las diferencias, la oscuridad e intrigas de la corte. Una familia se rompió aquella...