Dos Imperios

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Capítulo 4

Miro su reflejo en el espejo, había una gran cantidad de cicatrices en su cuerpo debido a la gran parte que tuvo en su vida en las calles, habiendo una en especial que tenia en su pecho, una bastante grande y es la única que tiene desde su nacimiento. No le desagradaba, aunque a veces suele aparecer el pensamiento de ¿Cómo me veré sin ellas? Esta claro que no es un gran atractivo para muchas personas, no es que no halla tenido encuentros, solo no siente lo que debería de sentir.

En su mente volvió a aparecer la imagen del ruso, su bonita cara a punto de derramar lágrimas fue preciosa. Poso su mano en el pecho al sentir el incremento de ritmo, las veces que lo ha visto se pueden contar con los dedos y sin embargo, siente el revoloteo en su estomago cada vez que piensa en él.

Cerro sus ojos un momento respirando hondo, para cuando los volvió a abrir no puso evitar asustarse y dar unos cuantos pasos hacia atrás; su reflejo había cambiado, al igual que todo lo que había detrás de él. Había una gran habitación con balcón, también era de noche pero estaba iluminada por velas, se vio entonces así mismo.

Era mucho más grande aunque tenía las mismas cicatrices a excepción dé la del pecho, esa era la única que no estaba. Miró a sus espaldas para confirmar que no estaba delirando o algo. No, ahí todo seguía en orden, la misma pequeña habitación. Volvió nuevamente su vista al espejo pero nada de ahí había cambiado, levantó su mano con lentitud, el reflejo en su espejo imito su acción, para cuando tocó la superficie su mente pareció sacudirse.

Cerro sus ojos con fuerza abriéndolos lentamente notando que ya no se encontraba en su habitación. Miro con sorpresa a su alrededor, tocó su propio rostro sin poder creer lo que estaba pasando. Fijo entonces su vista al espejo, no reflejaba nada que no debía, vio entonces que era el mismo hombre que vio hace unos momentos.

Con inquietud salió de su habitación viendo los largos pasillos ¿Era acaso su casa? Bueno, la de ese cuerpo. Tomo una vela y fue observando cada detalle al rededor, fue ahí cuando noto el gran retrato suyo en la pared, llevaba puesto ese uniforme negro con rojo y el pickhelhaube; se veía imponente, casi aterrador. Siguió su camino llegando a otra habitación, abriendo con cuidado la puerta de madera.

Allá vio una cuna, con cautela se fue acercando sintiendo el fuerte golpeteo en su corazón; vio un bebé, tenía su piel roja pero en su rostro había un círculo con un símbolo. Dejó la vela en un lugar seguro y sostuvo al bebé en sus brazos; abrió sus ojos riendo al ver a la persona que lo levantaba, tocando con sus pequeñas manos el rostro del mayor.

- Pa-pá

- ¡AGARREN A ESA GONORREA!

Pego un brinco al escuchar las voces provenientes de la calle, dio vueltas en el mismo lugar notando que estaba devuelta a su pequeña habitación. ¿Habrá consumido LCD sin darse cuenta? O lo más seguro es que tuvo un micro sueño ahí parado frente al espejo.

No pudo ser real, era imposible, pero todo se sintió como si lo fuera, incluso podía sentir el peso del bebé en sus brazos y sus manitas tocando su rostro. Esa situación ya le estaba jodiendo demasiado la cabeza.

...

Como casi todos los días, Zarist se paseaba por las calles de esa zona como si nada, no estaba seguro de si Kaiser había dado la orden de que no le hicieran daño pues ahora nadie lo veía tan siquiera. Y hablando del Rey de Roma, lo vio allá en ese callejón fumando.

- Te va a matar el cáncer - comento luego de acercarse

- ¿Tienes otra forma de calmar la ansiedad?

A comparación de otros días, parecía estar calmado. No tenía siquiera el ceño fruncido. Le arrebato el cigarrillo de las manos lanzándolo al piso para posteriormente pisarlo; el alemán lo observo con el ceño ligeramente fruncido, expulsando el humo que quedaba en la cara del eslavo.

Una vez más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora