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Alan

No pensé en nadie mientras tomaba su mano y lo guiaba fuera del salón de baile. Solo era consciente de manera distante de las miradas, de todos los chismes que esto causaría. No me importaba. Lo único que me importaba era la pequeña mano que rodeaba la mía y los ojos marrones de Jeff llenos de deseo y afecto.

Te amo, mi corazón latía salvajemente en mi pecho, mis labios temblaban de impaciencia. Quería besarlo. Quería devorarlo. Todavía no podía creer que esto estuviera sucediendo realmente.

Una vez que salimos del salón de baile, lo lleve a mi habitación. En el momento en que la puerta se cerró detrás de nosotros, me gire para besarlo. Nuestros cuerpos tan apretados que era difícil saber dónde terminaba yo y comenzaba Jeff. Dioses. Lo deseaba, lo necesitaba, lo amaba. Mucho. Quería consumir a este chico.

—Cariño —dije cuando finalmente nos separamos para tomar un poco de aire. Acune sus preciosas mejillas con las manos y lo mire con seriedad—. Aún no me has respondido. ¿Quieres casarte conmigo?

Jeff se rio y me besó de nuevo. Joder, no podía creer que esto fuera real, que este hermoso y tierno chico fuera mío.

—Por supuesto que lo haré —susurró, sonriendo—. Pero sus estándares están bajando, Su excelencia. Pensé que era simplemente 'un poco bonito'.

Medio gemí, medio reí.

—Nunca me dejarás olvidar eso, ¿verdad?

Riendo, Jeff enterró su rostro en mi cuello.

—Nunca. Les contaré esa historia a nuestros nietos.

Lo abrace con fuerza.

—Estoy deseando que llegue —susurre cerca de su oreja y lo sentí estremecer. Inhale su dulce aroma en su cuello y empecé a depositar besos cada vez más intensos, mientras desabrochaba el chaleco de su traje.

—No deberíamos —balbuceó, mirándome de una manera que era a la vez hambrienta y asustada. —Eres el anfitrión del baile. Una cosa es desaparecer unos minutos y otra es no volver. No deberíamos.

No fue un no.

La parte jodida era que esa mirada atraía a mi lado más básico, al depredador que vivía debajo de mi piel. El depredador quería que Jeff corriera. Quería atraparlo y hacerlo suyo, independientemente de si había testigos. No podían volver. No podía parar ahora.

Maldita sea.

Tratando de sofocar mis instintos Xeus, me las arregle para decir:

—Lo siento.

Sus bonitos ojos marrones me miraron parpadeando confundidos.

Joder, era tan entrañable. Muy puro. Me sentía como un pervertido por todo lo que quería hacerle.

—¿Por qué?

—Por qué esta noche es imposible para mí ser el anfitrión —lo empuje contra la puerta, inmovilizándolo con mi cuerpo. La inmensa satisfacción que obtuve de nuestra obvia diferencia de tamaño solo aumento mi excitación. Me hundí nuevamente en su cuello besándolo de forma intensa, dejando pequeñas marcas rojas a mi paso. Jeff dejó escapar un gemido, su aroma se intensifico y se volvió más dulce. Estaba perdido. Chupe más fuerte, apenas evitando romper la piel. Quería morder. Quería borrar la marca de otro alfa y poner la mía propia. Me picaban los dientes.

—No podemos —dijo Jeff en un suspiro entrecortado enterrando sus dedos en mi cabello—. Deberíamos parar. Debes volver.

—No es necesario que vuelva, deja que Babe se encargue. Deja de pensar —susurre en forma ronca, besando y lamiendo su cuello. Perdiendo la cabeza por su aroma.

Instintos (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora