Tropiezo final

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Fue más rápido de lo que creían, cuando la ambulancia llegó, al igual que los policías, que arrastraron a la esposa de Kenzo, por intento de homicidio.
Fumiko fue trasladada rápidamente al hospital, seguía despierta, en ningún momento, dejó de recibir ese dolor y ardor en su rostro; recibiendo agonizante ese castigo.
Los doctores confirmaron, una quemadura de tercer grado, en toda la parte derecha de su rostro; dañando la cuenca ocular, la piel de la cara, y un poco del cuello; así que, la resguardaron para hacerle un tratamiento, que duro poco menos de dos horas y media

Cuando Fumiko estaba recostada, con anestesia y canalizada en una camilla, esperando a la enfermera para que le pusieran las vendas; escucho la puerta abrirse.

Con su ojos izquierdo; visualizo a Kenzo, entrar con cuidado de hacer algún ruido, cauteloso.

—Fumiko ¿puedes verme?— Cuestionó él hombre, colocándose parado a su lado, viéndola desde abajo, recostada en la camilla.

Ella asintió a duras penas, no se planteaba moverse.

—Me...— carraspeo su garganta— me dijeron que perdiste la visión de uno de tus ojos, ¿es cierto?— Interrogó; de nuevo la vio asentir.

La rubia, tenía un parche, encima de su párpado, evitando que se viera por completo la quemadura; además, para curarla, tuvieron que rapar una parte de su cabellera, que también fue afectada por el agua hirviendo.
Fumiko, se veía diferente... y ni siquiera ella tenía idea de lo irreal que se veía ahora.

Kenzo jadeo, paso su manos por su rostro, al ver lo fea que estaba, aquella chica, inflamada, y con grandes ampollas enrojecidas, sin una parte de su cabellera rubia; en un silencio, pacífico, se sentó a los pies de la camilla, dejó caer sus antebrazos en sus piernas, mirando al suelo.

—Fumiko...— gruñó, pasando su mano, hacia su nuca, masajeando con dureza ahí.—Voy a pagar todos tus gastos médicos... fue mi culpa esta situación y la reconozco— Comentó.

El ojo oscuro de la chica, no lo dejaba de ver; Kenzo tenía una expresión, decepcionada....

—Pero en cambio, espero que no levantes cargos en contra de mi y que nunca nos volvamos a ver.— condicionó.

¿Estaba en derecho de condicionarla? O de pedirle algo así. Claro que no; su esposa fue quien la conduzco aquí.

He de admitir, que fue gracioso para la joven, pensar que, ella lo buscaría.

La joven rubia, soltó una débil risa—Crees que después de lo que paso ¿Quisiera verte de nuevo?— río con dolor.

Kenzo la admiro, aplanando sus labios en una mueca triste, asintió, mientras se paraba de la camilla, en silencio; dejó caer su mano, encima de la cabeza de la joven, dejando una leve caricia ahí.
No intento consolarla, porque ese nunca fue su papel; pero si, le iba a dejar algo antes de irse.

—Tenías razón, Fumiko— Comentó,caminando hacia la puerta—Solo me servías cuando eras hermosa—la miro por una última vez, para después tomar el pomo de la puerta, y salir de la habitación.

...

Un hueco; como, una sensación palpante de vacío, en su pecho, fue lo que sintió al escuchar esas palabras...

"Ya no soy...¿hermosa?" Se cuestionó mentalmente; con sus dedos, intento palpar la piel dañada; que se sentía, extrañamente arrugada."¿Qué soy ahora?"

Le habían quitado, la única cosa, que por años, le ayudó a vivir, lo único que resaltaba de ella, la hacia distinta o que simplemente, todo mundo halagaba.
¿Qué quedaba de ella entonces? Estaba incompleta.

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