Tropiezo 25

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Fumiko accedió a atenderse medicamente; Ryoko se encargo de programar y ayudar económicamente con las citas, o análisis médicos; mientras que Keisuke, la llevaba a esas citas, dándole apoyo moral, acompañándola en este difícil proceso.
La joven, tenía anorexia y desnutrición, que por poco, la llevan a una anemia tipo 1; su peso, era exageradamente bajo, a comparación de su estatura, además, que, la falta de nutrición en su alimentación, la hicieron bajar en las defensas, enfermando de una infección estomacal terrible.
Esta noticia, devastó, no solo a la joven, también a la familia Baji, por no darse cuenta antes de que todo esto pasara; de todas maneras, se hicieron cargo de Fumiko, una gran parte...
Tuvo que llevar un dieta rigurosa, tomar vitaminas, dejar de fumar tanto, o dormir a tiempo; un martirio para alguien que no estaba acostumbrada a ese estilo de vida; tenía que agraderle todo a Ryoko y a Keisuke, porque en ningún momento la perdieron de vista, o la descuidaron.
De alguna manera, se sentía como una niña, cuando le decían que tenía que comer todo su plato, o tomar sus medicamentos; pero, no en una especie de regaño o un castigo, más bien, como un acompañamiento. Incluso, en el momento más difícil del día.

—No quiero hacerlo...—se quejó la rubia, sentada en la orilla de la cama, mientras el pelinegro, estaba enfrente de ella, con los brazos cruzados.

—Lo tienes que hacer, linda, hoy termina tu segunda semana—recalcó, haciéndola que tirara los hombros hacia abajo.

—¿Puedo voltearlo? Odio ver el resultado— se paro de la cama, apuntando a la báscula en el suelo.

Él asintió, cambiando la posición de la báscula, que estaba hacia enfrente, y después, lo hizo hacia atrás.
—Listo— Comentó.

—Bien— soltó un suspiro, caminando hacia el objeto en el piso—No me digas el resultado, no quiero saberlo.— Pidió, poniendo un pie en la báscula, después el otro, mirando hacia la pared, con su cuerpo tenso.

El pelinegro se coloco detrás de ella, para así, ver el resultado que obtendría la joven, no lo diría, pero una sonrisa amplia se coloco en sus labios.

—¡Lo estás haciendo increíble!— felicito, y con toda la emoción que tenía en su cuerpo, levantó a la joven, abrazándola desde la espalda, para llevarla a la cama. Se sentó en esta, con ella en las piernas, meneandose de lado a lado, junto sus rostros, apachurrando sus mejillas.

—¿En serio? ¿Cuánto fue?—Cuestionó, acomodándose en sus piernas, quedando de lado, para verlo con claridad, aunque eso implicará separarse un poco.

El pelinegro le dedico una sonrisa; separó uno de sus brazos, para poner una mano en alto. —Cuatro kilos conseguidos en estas dos semanas. ¡Muy bien!— la incitó a que chocarán las palmas.

La rubia, se mostró un poco más relajada al escuchar eso; así que, choco la palma, contra la de su novio, entrelazandola al final, dejando salir un pequeño e infantil chillido.

El pelinegro dejó un beso en su mejilla —Estoy tan orgulloso de ti, Fumi— confesó, abriendo su corazón, de una manera cálida y agradable.

Sus manos entrelazadas, se separaron de repente, cuando, Fumiko tuvo un fuerte deseo de algo; se sostuvo firmemente del cuello del chico, pasando sus brazos al rededor de este, llevando todo su cuerpo hacia el, ocultando si cabeza, en el hombro del chico, en una abrazo fuerte y firme, pero sobre todo inesperado. Él sostuvo su espalda, ante, el repentino movimiento, la sostuvo con brusquedad, casi, arañando la.

Jadeo —aaaah, esto de hacer dieta es tan pesado...—murmuro —No lo hubiera logrado sin ti...creo—

Él soltó una risa nasal—¿Crees?— Cuestionó, dando unas palmadas a su espalda; sintiendo como asintió.

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