Era una noche tranquila en el bosque de Fangorn, donde Legolas, Aragorn, Éomer, Faramir y Kili descansaban alrededor de una gran fogata. Tenían una ardua misión por completar y esa noche habían decidido acampar para que los mortales pudieran recobrar energías para el día siguiente. La noche era fría, por lo que todos se sentaban cerca del fuego para abrigarse.
Riendo y conversando animadamente sobre temas triviales, disfrutaban de la paz que ofrecía aquel momento después de tantos días. A medida que la conversación fluía, llegaron al terreno más personal, el romance, donde cada uno compartió sus experiencias. Cuando le tocó el turno a Legolas, todos lo miraron expectantes, pero él guardó silencio.
—¿No tienes alguna experiencia para compartir? —quiso saber Faramir.
—En mi larga vida, he compartido lazos profundos y momentos de cercanía con muchos, pero nunca he conocido más que la amistad —respondió con voz suave.
—Eres el más viejo entre todos nosotros —intervino Kili—. ¿Estás diciendo que nunca has besado a nadie?
La pregunta resonó en el claro del bosque, donde la fogata lanzaba destellos dorados sobre sus rostros. Legolas, sorprendido y ligeramente cohibido por la pregunta pero manteniendo la compostura, tomó un momento para considerar su respuesta: —En realidad, no —dijo con honestidad, sorprendiendo a los presentes.
—No es asunto nuestro, después de todo —intervino Aragorn para romper el silencio—, siento si estos tontos te están incomodando.
Legolas sonrió dulcemente y negó con la cabeza: —No te preocupes, estamos entre amigos.
—Me sorprende que nadie haya intentado nada contigo siquiera —comentó Éomer—. Eres una de las criaturas más hermosas que mis ojos han visto —agregó, con el asentimiento de Faramir. El resto permaneció en silencio, notando cómo la conversación tomaba un giro inesperado, pero Legolas se mostraba tan imperturbable como siempre.
—Aprecio tus palabras —respondió Legolas con amabilidad—, pero los elfos valoramos más allá de la belleza física de todos modos.
—Eso es noble —sonrió Faramir con admiración.
La belleza etérea de Legolas había capturado el corazón y la mente de todos los presentes, aunque ninguno se atrevía a mencionarlo abiertamente hasta ese momento.
—Ciertamente, me atrevería a decir que todos aquí estamos cautivados por tu belleza, Legolas —afirmó Éomer con su característica franqueza. Aragorn asintió con una sonrisa serena, reconociendo la verdad en las palabras de Éomer.
Un breve silencio se instaló entre ellos después de esas francas palabras. Legolas simplemente no supo qué responder ante aquella frase tan encantadora. Kili, siempre directo y curioso, decidió romper el silencio con una atrevida pregunta:
—¿Besarías a alguno de nosotros?
El ambiente en el claro del bosque se cargó de una tensión palpable tras la pregunta directa del enano. Todos los ojos se posaron en Legolas, esperando su respuesta con una mezcla de curiosidad y anticipación. El elfo, con su habitual serenidad y honestidad, respondió:
—Puede que a todos.
Sus palabras resonaron en el silencio nocturno, dejando que la revelación se asentara entre sus compañeros, quienes parecían emocionados ante tal posibilidad.
—Puedes hacerlo —sugirió Aragorn, creando un emocionante momento mientras todos observaban a Legolas. Con su característica gracia y sin dudarlo, el elfo se acercó rápidamente al pelinegro y le plantó un dulce beso en los labios por no más de dos segundos, sorprendiendo a todos los presentes.
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Una noche (Legolas x Aragorn/Éomer/Kili/Faramir)
FanfictionBajo el dosel del bosque, la fogata crepitaba suavemente mientras un elfo, un enano y tres hombres compartían confidencias en la quietud de la noche. Ninguno sospechaba que con el transcurrir de los minutos, el ambiente se cargaba de una intriga cre...