Nuevos vecinos (parte 4)

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—Te quiero fuera de mi vista. Este es mi sitio, y este asunto no te incumbe —respondió él y ella miró de nuevo a Nate.

—¿Puedo jugar un rato, chico listo? —preguntó sonriendo—. Prometo no causar muchos problemas.

—Lo harás de todos modos —respondió él encogiéndose de hombros y le guiñó un ojo—. No seas muy dura, cariño.

Bien, nada de violencia extrema o sangre delante de la cría. Nate podía ser pacifista, pero Melody no se privaría del placer de un buen golpe. Se giró para enfrentarse al hombre, sus pies firmes en el suelo, sus músculos ya tensos ante la expectativa. Sonrió y le hizo un gesto con la mano para que lo intentara, enfureciendo al sujeto con esa burla.

El primer ataque fue fácil de evitar. Melody se deslizó a un lado, viendo cómo la navaja pasaba por mucho lejos de ella. El hombre la miró con sorpresa pero no perdió el tiempo en intentarlo de nuevo, ella saltó hacia atrás para evitar otra estocada. Ni siquiera se estaba esforzando. Luego de haber peleado en algunas ocasiones con otras personas con poderes, los humanos promedios resultaban bastante simples.

—Vamos, idiota. Si sacas una navaja al menos úsala bien.

—Vocabulario —dijo Nate y ella se dio vuelta para mirarlo incrédula.

—¿En serio? —preguntó levantando las manos.

Él hizo un gesto hacia Wendy. ¡Ni que hubiera dicho algún insulto fuerte! Al menos ahora mismo la niña parecía más divertida que aterrada. Melody vio sus ojos abrirse con horror y sintió el movimiento del hombre detrás de ella. Darle la espalda al enemigo era uno de los peores errores, no uno que le preocupara a la chica imposible de atrapar.

Un parpadeo, y se encontró a sí misma detrás del hombre. Saltó sobre su espalda y rodeó su cuello con un brazo, capturando al mismo tiempo su mano para obligarlo a soltar el arma. Escuchó los entusiastas vítores de Wendy y casi sintió cariño por esa reacción. Tiró de Ed hacia atrás para alejarlo de la puerta. El hombre retrocedió y se tropezó, Melody sintió el golpe del barandal contra su espalda antes que el peso de ella los tirara a los dos fuera.

Por un instante la diversión le ganó. Rió al sentir la caída mientras el sujeto gritaba. Casi se vio tentada de soltarlo, pero no era una asesina y Nate le había pedido que se controlara en frente de la niña. El aire jugando con su cabello se sentía bien, y ella soltó con sus piernas a Ed antes de imaginar exactamente cómo deseaba reaparecer.

Sus pies golpearon el suelo del piso superior con firmeza. A pesar de todo, Melody no soltó al hombre incluso cuando este apareció del otro lado del barandal, colgando en el vacío y apenas aferrado. Ella rió con diversión, apoyándose sobre sus codos para poder verlo más de cerca mientras él movía sus pies con desesperación en un intento por escalar a lo seguro.

Escuchó a Wendy reír en el piso inferior y se inclinó para poder verla. Estaba feliz, lo que no hacía más que alegrar a Melody al recordar lo aterrada que la niña había lucido antes. Le recordaba a su yo pequeño, esa cría que solía estar aterrada de los matones y llorar de miedo antes de descubrir que podía ser fuerte y eran los chicos malos quieren deberían temerle.

—Tiene miedo —dijo Wendy con diversión.

—Por supuesto que lo tiene, soy una chica ruda como Anya —respondió Melody y la cría aplaudió.

—Bájalo de allí —dijo Nate tranquilamente.

—¿Por qué? —preguntó ella con aburrimiento y miró con decepción al casero en medio de su pánico—. Lo estoy disfrutando bastante.

Reyes y Reinas del bajo mundo (Elysium #0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora