El primer mes puede olvidar que hay una vida dentro de él.
Es fácil hacerlo, sencillo, no hay síntomas, no hay nada que anuncie lo que hizo, las manos del alfa con el que había estado borradas de su piel junto a la pintura neón.
Esa noche, cuando había vuelto a su casa todavía aturdido por la pastilla que había puesto debajo de su lengua, se había duchado dos veces.
La primera vez fue con ropa, las manos de colores marcadas en su playera deslizándose con el agua, apenas podía estar parado, el cansancio calando en sus huesos.
Se durmió todavía empapado y cuando despertó volvió a la ducha, bañandose correctamente, limpiando el rastro de besos y el semen entre sus muslos.
No sirvió de mucho.
Porque no importaba cuánto intentará convencerse de que no había nada dentro de su estómago, lo había.
Muchas de las mentiras se vuelven verdades, pero esa exactamente es imposible que lo sea.
Y a la mitad de su segundo mes, dos semanas después de enterarse de su cachorro, conoce el nombre completo del alfa con el que estuvo, el que puso un bebé dentro de él.
Se llama Blas Polidori.
Se encierra debajo de sus sábanas esa noche, una mano sobre su estómago, observando su instagram: cada foto y publicación, analiza todo, rescatando todo lo que puede.
Tiene 17 aparentemente, le gusta el teatro y las artes, va al gimnasio, tiene una hermana pequeña, le gusta el Barcelona, son datos pequeños, pero se emociona con cada uno.
Lo sigue esa misma noche pero el, Blas, no lo sigue de vuelta.
Espera a que lo siga el resto de la semana, a que recuerde que estuvo con el esa noche, que lo tomo, que le dió su primera vez, que lo dejo solo para él. Su primer todo.
Su primer cachorro.
Su omega llora, desesperado porque su alfa lo reconozca a él y a su cachorro y entre más pasan los días, la angustia lo persigue, como una sombra.
Consecuencia de ella, o casualidad, los síntomas empiezan esa misma semana, su olor se endulza hasta que el limón parece ser un pay, los mareos vienen después, junto con el cansancio y la irritabilidad.
Sobre eso, apretando su estómago como una soga, están las náuseas.
Todo termina fuera de él, y se da cuenta que está perdiendo peso, mucho peso muy rápido, hasta que está tan débil que hasta el agua termina en el inodoro.
Es difícil ocultarlo entonces, cuando sus camisas parecen colgar de su cuerpo y sus pantalones caerse, está enojado, está triste, está asustado todo el tiempo, buscando una solución que no encontrará.
Huye de las consecuencias, de sus padres y de sus amigos, que parecen sospechar algo cada vez que lo ven, cada vez más delgado y rogando por cariño.
"¿Eu Pipe?" Le pregunta Fran un día, su voz suave mientras toma su mano sobre la mesa, el tararea, jugando con la esquina del suéter de Esteban.
Esta empapado en su olor, a agua de mar, la sal debajo de su nariz, le gusta el olor, la calidez que le ofrece, el tenue olor a leche debajo de las capas de sal.
Huele a seguridad, y Pipe encuentra un consuelo inexplicable en las capas de aroma de la tela, la que huele a sal de mar, leche y a cachorros. Probablemente por el hermano de Esteban que estaba embarazado con otro cachorro.
"Estamos preocupados por vos" Fran dice, su voz baja y suave, el es siempre cuidadoso, con tacto al hablar, preocupado de lastimar a alguien con lo que dice.
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niño hermoso | pipe x juani (omegaverse)
FanfictionPipe nunca va a estar completamente solo, no importa cuánto lo intente, su manada siempre estará ahí. "¿Has visto a nuestro niño hermoso?"