4. falta de cotidianidad

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En el trayecto desde su secundario hasta la casa de Esteban son 10 minutos en colectivo.

Pasa los 10 minutos observando el instagram de Blas, las historias que había subido: una foto frente al espejo y una canción de Kanye West.

Nadie se entera de lo que está haciendo, ni del mensaje que escribe y elima antes de darse por vencido.

Nadie se entera de lo que está haciendo, ni de lo que hace, ni de lo que hará, un secreto hermético, silencios sellados por completo, y tal vez es eso lo que lo metió en esa situación en primer lugar.

Su obsesión con la privacidad, la vergüenza de que otros supieran lo que pasaba, permanecía en silencios por horas, secretos ocultos con recelos, cosas que solamente el sabía.

Y si hubiera dicho algo cuando tuvo oportunidad, cuando no era tarde, cuando estaba confundido, no tendría que liberar los secretos que se había esmerado tanto en guardar.

Suspira con fuerza y recarga su cabeza contra el asiento de plástico barato del bus, levemente mareado por el movimiento del automóvil, observando a su alrededor.

Fran y Esteban están en otro asiento, justo delante de él y Juani va a parado, cerca de ellos, hablando en voz alta sobre un tema que no le interesa honestamente.

Ninguno de los tres le presta atención. Y no los culpa por no hacerlo.

Le da tiempo para pensar, revisar las mismas destacadas que ya ha visto, una y otra y otra vez, analizando cada detalle, grabando a fuego sus rasgos en su memoria.

Blas tiene 1206 seguidores, y piensa que la mayoría debe de quererlo, los ecos en las historias se lo dicen, todos de omegas bonitos, mejor que él por lo menos.

Pero el lo tuvo entre sus piernas y ellos no.

El tiene un cachorro de él y ellos no.

Y Blas es guapo, innegablemente guapo, con lunares por toda su cara y rizos apretados, ojos enormes y alto, tener un cachorro con el no suena tan mal, un cachorro con sus rizos y con sus ojos.

Uno que sea suyo.

Un bebé suyo y de Blas. Un bebé que sea un Polidori.

Porque Pipe lo tuvo con el una noche y los demás solo han podido verlo.

Pone una mano sobre su abdomen instintivamente, acariciando con su pulgar la piel sobre la camisa de algodón de su escuela.

"¡Eu Pipe! Baja ya o te dejamos" Juani lo sacude el hombro, primero suave y luego fuerte, golpeando levemente su clavícula para que abra los ojos.

Vuelve a la realidad en segundos, desechando las ideas de bebés con rizos rubios y ojos oscuros y se levanta tembloroso, el suéter de Esteban todavía sobre él.

Baja las escaleras a trompicones y empiezan a caminar, Fran con su mano alrededor de la cintura de Esteban, un par de pasos detrás de Juani y él.

"¿No tenes ganas de vomitar?" Juani le pregunta, pateando una piedra de la acera, en silencio, su mochila colgando de uno de sus hombros y la suya en su mano.

Tarda en responder, observando las grietas del suelo con aparente fascinación, las náuseas siempre están ahí, siempre apunto de hacerlo vomitar, siempre cerca, pero no sé atreve a decirle a Juani eso.

Entonces decide decir lo que Juani quiere escuchar.

"No, viene de repente, he estado vomitando en las plantas hace dos meses" Se ríe, suavemente y Juani hace un resoplido de risa, pateando la piedra hasta que no puede alcanzarla más.

niño hermoso | pipe x juani (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora