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Al fin el mes de Septiembre se estaba acabando, habían pasado las fiestas, había terminado el capítulo de mi tesis y ya estaba un poco más desocupada después de las evaluaciones. Al fin era llegar a casa y tener tiempo libre para usarlo de la mejor forma que encontraba o simplemente no hacer nada en mi cama.

Estar con Tom se era demasiado tormentoso, me confundía y podría asemejar su carácter al mar. Impredecible. Había días en que la marea estaba calma, tocaba a penas la orilla de la playa y todos se sentían cómodos a su alrededor, sintiendo la paz de sus olas venir desde atrás, sin embargo, otros días la marea subía y las olas crecían, las aguas se agitaban y el mar con fiereza se acercaba a la orilla, cubriéndola casi por completo o incluso arrasando con parte de la calle. En esas ocasiones solía arrancar del mar, solo que la mayoría de las veces estaba varada al medio de este y no podía escapar ni de su calma ni de su tempestad.

Por ese lado estaban los pensamientos sobre Tom y por el otro estaba el hecho de que ese día le celebraríamos el cumpleaños a una amiga y de pasada a Jeffrey. Lo que era la mejor oportunidad para poder vernos fuera de la universidad y sin la presión de que alguien se podría enojar si tomábamos algún trago, por alguien me refiero a Inés o Tom, nuestras respectivas parejas.

Durante la tarde, fui con mis amigas al supermercado y luego comenzamos a preparar el pastel para la cumpleañera. Era el pastel más ridículo que se nos había ocurrido para molestarla y es que tenía forma de pene. En el transcurso de la tarde, cuando fuimos al supermercado, luego cuando estábamos preparando el pastel y la verdad hasta que se hizo de noche no paré de recibir mensajes de Tom. Se la pasaba preguntándome cosas sobre su parte del capítulo de la tesis que estaba haciendo ya que, según él, no había querido ir al cumpleaños porque debía terminar eso, luego de dos semanas sin hacer nada. Según yo, solo quería hacerme sentir que mientras el "estudiaba" yo estaba de fiesta y en efecto así era y no me importaba su opinión.

- ¿De nuevo Tom? – Me preguntó mi mejor amiga Beatrice cuando me vio tomar el teléfono por millonésima vez en el día. Asentí y comencé a mandar un mensaje de audio respondiendo lo que él me preguntaba – "DÉJATE DE MOLESTAR – Gritó Bea justo antes de que terminara de mandar el mensaje. – Me tiene harta y eso que no es mi pareja. Es muy desagradable, lo único que quiere es joder y joder, porque él no usa su tiempo en nada más que sea útil. Yo no sé cómo tú lo aguantas o por qué estás con él, es un imbécil – Sentenció con su tono de exasperación.

- Me aburre –

- Termina con él –

- Eso quiero – Confesé – Pero no quiero hacerlo hasta terminar el proyecto de tesis, sino va a ser una pesadilla hacerlo con él ahí y somos solo tres –

- Es cierto, pero no sé si lo vale el esfuerzo de soportarlo, yo lo habría dejado hace tiempo, en la primera escenita –

- Me gustaría tener tu carácter – Dije en un suspiro.

- Es que creo que aguantas mucho, te trata como si fueras nada, te ningunea, te humilla y quizás qué más te hace que no nos hayas contado, yo creo que eso ya es más que suficiente para catalogarlo de tóxico –

- Si lo sé, pero me complica, para mí no es llegar y dejarlo, si también llevamos varios años juntos y tenemos una historia, hay momentos buenos, hay partes donde disfruto la relación y no sé... me cuesta –

- Pero ¿lo vale? Tipo, esos momentos que son una vez a las miles ¿lo valen por todos los malos ratos? –

-Ya sé que no, pero voy a seguir pensándolo por un tiempo –

- Cosa tuya – Concluyó.

Durante el resto de la tarde-noche no recibí más mensajes de Tom, tampoco le escribí y traté en lo posible de mi teléfono. Pasadas las 10 de la noche estábamos haciendo hot dogs para celebrar y preparando algunos cocteles para beber. A eso de las 11 llegó Jeffrey y ya estábamos todos.

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