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Pasaron dos semanas desde que mí viejo me echó de su casa. Santiago y yo decidimos quedarnos en la cabaña, él había pedido permiso en el trabajo para tomarse unos días libres, más que nada se quedó conmigo, casi ni me dejaba sola. Aún se notaban varios de los moretones en la cara de aquella noche, lo que me hacía sentir mal.
Me encontraba cocinando algo para el almuerzo mientras Santi se pegaba un baño. Tenía planeado cocinar algo simple, sugerí unos fideos con tuco así que ese sería nuestro almuerzo. Lo único que llevaría más elaboración en la comida venía a ser la salsa, los fideos ya los había puesto a cocinar en el agua ya que eran de paquete. Me dispuse a cortar un poco de cebolla para la salsa. Estaba tan desconectada de la realidad pensando en todo lo que había pasado en mí vida en los últimos meses, que ni siquiera me di cuenta que Santiago ya había salido de la ducha y que el mismo me estaba hablando. Al reaccionar de un susto, deslicé el cuchillo sobre mí dedo, generando un corte no tan profundo.
—¡La concha de la lora!—exclamé al ver la sangre en mí dedo manchando la cebolla. Santiago se acercó a paso rápido. Apreté mí dedo con fuerza para no seguir chorreando sangre por todos lados.
—Gorda, tené cuidado. A ver, déjame ver.—Santi tomó mí muñeca mientras me examinaba. Notaba su preocupación, pero sabía que no era por el dedo, era por mí estado de ánimo.—Voy a traer una curita, ahí vengo.—dejó un beso en mí sien y fue hasta el baño trotando para no tardar.
Suspiré al ver cómo mí dedo seguía derramando sangre, estaba tan agotada, parecía que mí vida estaba girando en torno a lo negativo.
Santi llegó con el botiquín que tenía la cabaña. Buscó un desinfectante y unas curitas. Me sentó en una silla mientras me miraba con una sonrisa, sabía que él únicamente sonreía para que no me sintiera mal, pero no era estúpida, él no estaba bien, ninguno lo estaba. Tomó mí mano con suma delicadeza y empezó a pasar con un algodón el desinfectante.
—¿Tenés ganas de que vayamos a dar una vuelta después? Podemos pasar a comprar algunas cosas para comer a la noche, te gustan las...—Santiago dejó de hablar al ver las lágrimas cayendo de mis ojos. No estaba bien, eso era obvio, pero la situación llegó a tal punto que me sobrepasaba. Envolvió mí cuerpo con sus brazos mientras me dejaba llorar un rato.—Te prometo que voy a solucionar todo, dame un tiempo y vas a ver que todo va a volver a ser como antes.—agregó mientras dejaba suaves besos en mí cabeza.
—Te estoy arruinando la vida, Santiago. Mí papá es capaz de dejarte sin trabajo, te estás divorciando de tu esposa y encima tenés que estar acá encerrado conmigo con la cara destrozada por mí culpa.—cubrí mí cara con mis manos mientras sollozaba descontrolada.
—¿Cómo siquiera llegas a al conclusión de que me estás arruinando la vida, y/n? Desde que te conozco mí vida tomó un rumbo con sentido, por vos es por quién me levanto todos los días, me motivas a vivir.—explicó acariciando mí cabeza.—Y en el hipotético caso de que realmente estuvieses arruinando mí vida, me parece perfecto, mientras seas vos quien lo haga no tengo problema.—tomó en sus manos mis mejillas, limpiando con sus pulgares los restos de lágrimas.
No tenía ganas de nada, estaba perdida. Mi vida no estaba teniendo un rumbo fijo y eso me incomodaba a tal punto de no saber cómo enfrentar nada de lo que pasaba en mi vida. Tenía a Santi, a Juan, a mí hermano y a Mel, pero tal vez si no me sentía satisfecha con mí propia presencia, nadie llenaría ese vacío que se había formado en mí pecho.
Me levanté de la silla y caminé hasta el baño, quedando encerrada ahí. Necesitaba estar sola, sentía mí cabeza hecha una máquina de pensamientos que no paraba ni cuando dormía. Quería organizar mis pensamientos y necesidades, se había vuelto una necesidad incurable callar mí cabeza al menos cinco minutos, precisaba parar todo. Me deslicé sobre la puerta del baño mientras lloraba, sentándome sobre el suelo abrazando mis piernas con fuerza. Ahogando mí llanto sobre mis rodillas escuchaba a Santiago pedirme que lo dejara entrar. Tapando mis oídos terminé por solo escuchar mí respiración agitada y los latidos de mi corazón descontrolado, mientras mí cuerpo tiritaba con fuerza. Comencé a sentir como mí respiración se entrecortaba, podría decir que casi no respiraba. No sabía a qué se debía, me arrodillé intentando buscar una posición cómoda para relajarme, mí mano sobre mí pecho masajeaba el mismo tratando de respirar. No sé cómo Santiago logró entrar al baño, arrodillado a mi lado intentó ayudarme a calmar primeramente mí respiración. Se sentó apoyando su espalda en la puerta, me acercó hasta él para que me apoyara sobre su torso.
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Entre Sombras y Secretos - Santiago Caputo
FanfictionUna historia donde reina la mentira y el descaro. Una historia donde el amor es el grave motivo del engaño. ¿Podrá y/n revelar su gran secreto ante su familia antes de que salga a la luz? ¿Dejará que su amor sea quien la encamine hacia un buen final?