Una mañana para recordar

1 1 0
                                    

Después de jugar el partido, donde Joaco, Nacho y mi novio ganaron, fuimos a comer algo junto con los otros chicos que estaban en el campamento. No fue la mejor comida, pero algo buena estaba para ser comida barata.
—Que perdedor que sos Ivo, no podés jugar tan mal —bromeó Lu y nos reímos.
—Mañana quiero ver un partido entre las chicas, a ver quién gana, eh. Tanto me decís perdedor y no tocas ni una pelota.
—Uy, ¡callate! —Lu lo empujó ya que estaba al lado de él—. Mañana vas a ver mis habilidades y las de mis amigas, te vamos a sorprender.
—Mi novia es la mejor en el hockey, no creo que sea más difícil patear una pelotita —habló Mateo y me miró dulcemente.
—¡Todo por Lu! —dijo Maru.
—Mis amigas contra ustedes, tres a tres —añadió Nacho.
—Excelente, les vamos a romper el culo —dijo Lu, con una mirada retante hacia Nacho y todas nos alentamos.
Más tarde también hicieron una fiesta y bailamos un rato junto con todos. Nos divertimos mucho esa noche. Realmente la pasé tan bien con solo estar con todo ese grupo.
Ya en la carpa nos dormimos mi Mateito y yo juntos. Hablamos un rato y nos miramos a los ojos por un buen momento, en silencio y apreciandonos el uno al otro.
—Hoy estás hermosa, en serio.
—Vos estás siempre hermoso.
Me besó. El beso se fue intensificando de a poco y yo no protesté esa vez, quería ver a qué llegábamos. Se acercó a mí y de a poco sentíamos la lujuria crecer en nuestro ser. Y bueno, ya saben el resto.
Al otro día nos levantamos no tan acalorados porque literalmente dormimos sin nada. El sol se sentía fuerte ese día, por lo que era bueno para ir al lago con las chicas. Fui a la carpa de Maru y la desperté, no sabía dónde había dormido Lu, por lo que la buscamos donde estaba Nacho aunque no estaba. Después fuimos a la de Ivo y sorprendentemente estaba ahí, con su labial corrido.
—Por la noche no sé qué tomé y me dormí acá con el maquillaje puesto —nos dijo Lu al salir de la carpa, un poco avergonzada.
—Sí, claro, con tu novio justo.
—¡Callate María! Somos amigos, les juro.
Nos dirigimos al lago finalmente y Maru me empujó, haciendo que cayera al agua. Por suerte estábamos en maya y la pude tirar a ella también. Pásalos toda la mañana en el agua, hubo veces que llegó gente a callarnos porque hacíamos mucho ruido, pero fue gracioso. Después de un tiempo tomamos sol y desayunamos algunas cosas, Lu no tenía hambre y entonces nos comimos lo de ella jeje. De repente llegaron los chicos y se nos quedaron mirando, que raros.
—¿Pasa algo?—le pregunté a Mateito, que estaba con Ivo, Nacho y Thiago.
—Nada, nada —me dijo y los golpeó a los demás para que se dieran cuenta de que estaban mirando mucho.
Nosotras nos tentamos, y sí que fue una linda mañana para recordar.

La hockista & el piloto -young loveWhere stories live. Discover now