Mi ángel

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A la tarde estábamos jugando unos juegos y Mateo nos preguntó:
-¿El partido cuándo empieza, eh?
-A la hora que quieran ustedes -le digo yo, abrazándolo.
-Vayanse preparando entonces -me dijo con una sonrisa y me dió un beso en la frente.
Yo le sonreí y después nos fuimos a cambiar. Yo me puse una de las remeras de boca que tenía Mateo y las chicas otras de fútbol que teníab los chicos. De ahí fuimos directo a la canchita de fútbol que había y donde ya estaban las otras pibas. Eran más grandes que nosotras, pero no se veían mucho más fuertes. Pude notar que una miró mal a Lu y se fue a decile algo a Nacho, mi amiga se veía un poco mal por esa interacción pero siguió con las ganas de ganar el partido. Mientras que Maru hablaba y se abrazaba con Thiago. Entonces yo fui a ver a Mateito, que me dió unos consejos aunque no supiera jugar muy bien al fútbol.
Durante el partido fue todo bien, hasta que metimos gol. Nuestras contrincantes nos quisieron decir que estábamos fuera del área o algo, pero no dejamos que mintieran y le fui a decir a mi piloto a ver qué vio. Entonces resulta que sí fue gol y celebramos como nunca. De ahí pasaron otros veinte minutos, con otro gol de por medio, y una chica me pegó en la cara, según ella "sin querer". Paramos el partido porque me sangraba y dolía mucho la nariz, entonces Mateito me curó.
-¿Qué te pasa, flaca? -le gritó Maru.
-Mal, fijate lo que hacés, loca -ahora dijo Lu.
Les agradecí a las chicas por haberme defendido, pero les dije que ya estaba. Que eran unas malas perdedoras por querer lastimar a otras para ganar, entonces nos reimos. Las chicas se terminaron yendo después de eso, pero nosotras festejamos en la cara de los chicos de que habíamos ganado. Ellos se rieron y nos apoyaron.
Al llegar la noche decidí hacer un paseo con Mateo cerca del lago. Caminamos y hablamos un buen rato, observando el cielo completamente despejado y con muchas estrellas que lo iluminaban al igual que la hermosa luna. Era tan romántico. En un momento nos sentamos en una banca donde ya no se podían casi escuchar las voces de las personas del campamento y me sentí relajada. Podía sentir también la cálida brisa en mi cara y las suaves caricias de Mateo en mis manos mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro.
-Te amo, hermosa.
-Yo también, precioso.
Escuchar esas palabras me aceleró el corazón, en todo ese silencio su voz era como la de un ángel. Un ángel que me salvaría de todo ante cualquier situación. Y no me canso de repetirlo, era el mejor y más tierno chico del que jamás me he enamorado. Está bien, tal vez no he tenido muchos noviazgos, pero puedo presentir que este es el mejor novio que una chica como yo pudo haber tenido en su vida.

La hockista & el piloto -young loveWhere stories live. Discover now