𝐕𝐈

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Su día había comenzado como cualquier otro, relativamente y a decir verdad, esa mañana estaba siendo diferente.

Antes de que Lyna despertara, había estado soñando con un joven en particular de cabello rubio ocre, a quien conocía de mejor manera como Dawkins. Jack Dawkins.

Su mentón elevado, su voz e incluso sus muecas o miradas que Lyna percibía. Todas y cada una de ellas, pasaron de recuerdo frente suyo en un instante, elevando el calor de su temperatura regular y enrojeciendola, pese a estar dormida. Aún así, no era quien para mentir, que el cirujano le parecía atractivo a cierta distancia, sin precedentes actitudes vulgares y una que otra cosa que tenía. Lejano a eso, era 𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜... ó eso quería creer.

Al despertar tendió su cama, dobló su ropa y busco algo entre su alcoba. Para su mala suerte no tenía ningún conjunto cómodo limpio, así que solo por hoy -tal vez- le tocaría salir con un vestido. Supuso que por más que quisiera desviar la atención de las personas no podría, entonces solo desistió y se lo puso.

Tenía una tarea en mente y eso, claro que incluía al difunto señor Tinkler, quién por lo visto, había fallecido en la madrugada, entre las 2:45 y 3:15.

THE ARTFUL DODGER - Jack DawkinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora