Wesker caminaba de lado a lado en aquel pasillo de la sede del SNI en Marbella. Su cabeza iba tan rápido como sus pasos.
-Wesker, vas a hacer un agujero en el suelo como sigas caminando de lado a lado.- Wesker levantó la mirada del suelo al escuchar la voz de Armiche.
-¡Qué susto, joder!- Dijo Paul llevándose la mano al pecho.
-¿Qué te pasa, porque tantos nervios?- Armiche miraba a Paul preocupado, pocas veces había visto al moreno de aquella manera.
-¿Pasar algo? ¿Debería pasar algo? No está pasando nada.- El moreno le contestó nervioso.
-Vale, algo está pasando. ¿Ha pasado algo en el operativo al que has ido con la jefa?2 HORAS ANTES.
Estábamos entrando a la sede cuando un coche frenó en la puerta y de el se bajó uno de los enanos. Más concretamente Marquitos, al ver a semejante personaje mi humor cambió, no había persona que más detestase en Marbella que aquel enano que sabía hacer cosas raras con el pelo, porque era lo único de especial que tenia, no había nada especial en el y aún así Dominique se había fijado en el. Yo lo miré con mala cara y me crucé de brazos.
-¿Qué haces aquí, bicho mal engendrado?- Le pregunté. Dominique me miró con cara de pocos a amigos, pero no le hice caso.
-Vengo a buscar a esta hermosa mujer. Nos vamos a cenar.- Dijo el enano con una gran sonrisa.- Es una cita.- Mire a Dominique esperando que me dijese que aquello era una broma, pero solo me sonrió.
-Voy a cambiarme.- Susurró. Marquitos y yo nos quedamos viéndola alejarse. Aquel uniforme le quedaba perfecto y yo solo me podía fijar en lo bonito que le hacía el culo, aunque sin el era muchísimo mejor. Lo sabía por las miles de veces que nos habíamos cambiado en los vestuarios.
-Aléjate de ella.
-¿Celoso, Wiskas?- Le agarre de la camisa que llevaba y lo atraje a mi.
-Déjala en paz.- Le susurré y le volví a soltar. Me di la vuelta y me metí en la sede y fui directo a mi despacho, necesitaba aclarar la cabeza.-¿Wesker? Que narices pasa.- Armiche me zarandeó y mi mente volvió a ese momento.
-Dominique está teniendo una cita con Marcos.- Le contesté y el soltó una carcajada.
-Esto no estaría pasando si tú movieses ficha.- Comentó. Yo le miré anonadado.
-¿Qué quieres, que vaya a la jefa y le plante un beso así sin más?- Le pregunté.
-Por favor, pide permiso si vas a hacer eso.- Una voz femenina nos interrumpió. Ambos miramos y vimos a Vera acercándose a nosotros.- ¿Porqué no la preparas algo en la playa? No tiene porqué ser romántico.
-Te vamos a ayudar a que este barco no se hunda, Wiskas.- Dijo Armiche poniendo su mano en mi hombro.
Unas horas después, estaba ocupado con los informes de varios casos que estábamos llevando cuando escuché a alguien hablar, salí de mi despacho para ver quién era, era demasiado tarde y me imaginaba quién podía ser. Los únicos que normalmente estaban a esta hora en las oficinas éramos Dominique y yo.
A lo lejos estaba Dominique y frente a ella se encontraba ese maldito enano, quien se estaba poniendo de puntillas para darle un beso.
Antes de que eso pasase yo me aclaré la garganta y ambos se giraron a mirarme. Dominique me miró con una sonrisa y el enano me envió una mirada asesina.
-Buenas noches, jefa.- Saludé.- ¿Qué tal la noche? - La sangre me hervía, pero no lo dejaba ver.
-Paul, ¿qué haces aquí?- Me preguntó apartándose un mechón de pelo. Era raro que me llamase por mi nombre de pila, me sorprendió porque normalmente me llamaba Wesker. Nuestras miradas se encontraron por unos segundos, pero Marcos nos interrumpió, como siempre.
-Bueno, debería marcharme, querida.- Le dijo poniéndose de puntillas para darle un beso en la mejilla.
Dominique se separó rápidamente y se despidió también con un abrazo.
-¿Todo bien, Wesker?
-Todo perfecto, jefa. Debería de volver a los informes.- Me sentía derrotado, a lo mejor de verdad Dominique sentía algo por Marquitos, no parecía que se fuese a apartar de aquel beso.
Me di la vuelta y seguí el camino hacia mi despacho, una vez allí cerré la puerta con llave, hoy pasaría la noche aquí, no me apetecía salir y volverme a cruzar con Dominique.A la mañana siguiente me levanté con un dolor de espalda horrible, aquel sofá era una tremendísima mierda para dormir más de 1 hora. Arregle un poco el despacho y me dispuse a salir de allí para prepararme un café, lo necesitaba como el aire para respirar.
-Buenos días.- La voz de Dominique me sacó de mis pensamientos.
-¿Qué hace aquí tan temprano?- Pregunté.
-Sinceramente, no me he ido. Estaba esperando a que te fueras, necesitaba hablar contigo, pero jamás saliste de tu despacho y la puerta estaba cerrada con llave.- Me explicó mientras le daba vueltas a su café.
-Me quedé dormido en el sofá.- No había ningún momento en el que nuestras miradas se cruzasen. Ambos lo estábamos evitando.