5. LA GRAN RECOMPENSA

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Enero.

Desde que abrió los ojos, Wang Yibo supuso que su día estaba destinado a ser un desastre. Luego de apagar su alarma, el joven alfa se quedó dormido, trayendo como consecuencia un retraso en su rutina de por lo menos quince minutos.

Notablemente apurado logra terminar de prepararse en un tiempo razonable, y con el fin de evitar más retrasos, Yibo prefiere no preparar ningún aperitivo para el camino, sino comprarlo en la tienda de conveniencia que le queda más cerca.

Mientras prepara su café, el local empieza a llenarse con más clientes. Por si fuera poco, una de las cajas esta fuera de servicio, provocando que la fila se alargue, acabando poco a poco con su favorable estado de ánimo y esperanza de llegar a tiempo.

Algunos clientes deciden salir de la fila ante la lentitud del servicio, Yibo pudo hacer lo mismo, pero, aunque optara por eso mismo no creía que pudiera llegar a tiempo e ignorar su apetito.

No se consideraba una persona impuntual, por lo que la mayoría de las veces por no decir siempre, recibía un bono de puntualidad debido a su buena responsabilidad.

Afuera, se apresuró a caminar hasta la estación del autobús, logrando esquivar a la gente sin derramar una sola gota del termo que llevaba en la mano.

Empeorando la situación, tuvo que bajar unas cuadras antes, ya que su transporte tomó un desvió, alejándolo de su ruta de trabajo.

Pensando que la cosa no podía ir peor, un joven estudiante se interpuso en su camino con su patineta sin tener la mínima precaución y respeto por los peatones. Yibo no se tomó las molestias de exaltarse, porque justo los autos estaban avanzando; de no ser por el despistado jovencito, podría estar en el cofre de algún auto.

De algún modo presintió que una rareza estaría advirtiéndole que dejara de preocuparse. Su reputación en puntualidad solo tendría una pequeña mancha en el registro, que importaba si iba seis minutos atrasado.

Quedando cincuenta y cinco segundos para el cambio del semáforo, se tomó el tiempo de mirar la ausencia de los adornos navideños en las calles, los cuales fueron retirados cuando seguramente todos dormían.

Las festividades decembrinas pasaron como cada año, toda la comida, bebida, los regalos debajo del árbol, las salidas con amigos y reuniones familiares ahora formaban parte de buenos recuerdos.

En año nuevo, XinYi, la madre de Yibo, organizó una cena como cada año, donde asistieron sus siempre buenos amigos, junto a su pequeña familia. El anuncio de los buenos deseos de la familia real solía darse a conocer solo unos minutos antes de la media noche, algo por lo que su madre siempre esperaba muy entusiasta.

Xiao Kyungil surgió a través del televisor, a lo que la mujer anfitriona pidió silencio amablemente para escuchar a su majestad.

Cualquiera que estuviera viendo la transmisión se daría cuenta que tal mensaje era pre grabado en una de las tantas habitaciones del palacio de Norling. No podía faltar el piano de oro en segundo plano, del que se rumoraba fue elaborado y pintado a mano por algún artista de la época, como un regalo especial para una princesa.

Observando con más esmero, en su escritorio se encontraban algunas fotos familiares, consiguiendo distinguir entre ellas un rostro infante que ya le era muy familiar. El príncipe Xiao Zhan.

El rey mostró una gran confianza durante su mensaje, dando la imagen de alguien acogedor. Muchos de los presentes no tardaron en coincidir que lucía menos acartonado que sus antecesores, como ese tío o abuelo que todos quieren en la familia y que, tras una buena fiesta, ofrece un discurso memorable en su momento más emotivo.

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⏰ Última actualización: Jul 09 ⏰

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LUNA EN ATARDECER || YIZHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora