Capítulo 4

63 13 1
                                    

El parque donde Hanni y Minji se conocieron se había convertido en su refugio especial. A medida que su relación florecía, pasaban cada vez más tiempo juntas, explorando cada rincón y compartiendo momentos inolvidables.

Una tarde de primavera, decidieron reunirse en el parque después de clases. El sol brillaba con fuerza, y una brisa suave acariciaba las hojas de los árboles. Minji llegó primero y se sentó bajo su árbol favorito, recordando su primer encuentro con Hanni.

— ¡Hola, Minji! — La voz alegre de Hanni la sacó de sus pensamientos.

Minji se levantó y corrió hacia Hanni, abrazándola con fuerza.

— ¡Hanni! Te extrañé — dijo Minji, sonriendo.

— Yo también, Minji. Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que nos vimos — respondió Hanni, devolviendo el abrazo.

Se sentaron juntas bajo el árbol, disfrutando de la tranquilidad del parque. Hanni sacó una pequeña manta de su mochila y la extendió en el suelo.

— Traje algo para nosotras — dijo Hanni, sacando un par de bocadillos y una botella de limonada.

— ¡Qué detallista eres! — exclamó Minji, sonriendo con gratitud. — Esto es perfecto.

Comenzaron a comer y a conversar sobre su día, riendo y compartiendo anécdotas. La química entre ellas era innegable, y cada momento que pasaban juntas fortalecía su vínculo.

— Hanni, tengo que decirte algo — dijo Minji, mirándola a los ojos.

— ¿Qué pasa, Minji? — preguntó Hanni, con una expresión de curiosidad.

— Estoy muy feliz de haberte conocido. Nunca había sentido algo así por nadie — confesó Minji, sintiéndose un poco vulnerable.

Hanni tomó la mano de Minji y la apretó suavemente.

— Yo también, Minji. Eres especial para mí. Desde el primer día que te vi, supe que había algo mágico entre nosotras — respondió Hanni, sonriendo.

Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la conexión que compartían. Luego, Hanni se inclinó hacia adelante y plantó un beso suave en los labios de Minji. Fue un beso tierno, lleno de amor y promesas no dichas.

Minji cerró los ojos y se dejó llevar por la dulzura del momento. Cuando se separaron, ambas estaban sonriendo tímidamente.

— Cada beso contigo es como un sueño hecho realidad — murmuró Minji, acariciando la mejilla de Hanni.

— Siento lo mismo, Minji. Me haces muy feliz — respondió Hanni, acercándose para darle otro beso.

Pasaron la tarde explorando el parque, de la mano y riendo como si no hubiera mañana. Se detuvieron en un estanque pequeño, donde los patos nadaban tranquilamente.

— Mira, Minji, ¿no es hermoso? — dijo Hanni, señalando a los patos.

— Sí, es precioso. Todo parece más bonito cuando estoy contigo — respondió Minji, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.

— Me alegra oír eso — dijo Hanni, abrazándola por detrás y apoyando su barbilla en el hombro de Minji.

Minji se giró y le dio un beso rápido en los labios, sonriendo mientras lo hacía.

— ¿Sabes qué? — dijo Minji, tomando las manos de Hanni. — Creo que deberíamos hacer algo divertido.

— ¿Como qué? — preguntó Hanni, intrigada.

— ¿Qué te parece si jugamos a las escondidas? Este parque es perfecto para eso — sugirió Minji, riendo.

— ¡Me encanta la idea! — exclamó Hanni, riendo también. — ¿Quién empieza?

— Tú empiezas. Yo me escondo primero — dijo Minji, soltando las manos de Hanni y corriendo hacia un grupo de árboles cercanos.

Hanni contó hasta veinte con los ojos cerrados y luego comenzó a buscar a Minji. Caminó por los senderos, mirando detrás de los árboles y los arbustos. Finalmente, la encontró escondida detrás de una estatua de un ángel.

— ¡Te encontré! — gritó Hanni, riendo mientras corría hacia Minji.

— ¡No tan rápido! — respondió Minji, corriendo en dirección opuesta.

Hanni la persiguió, riendo y gritando. Cuando finalmente la alcanzó, ambas cayeron al suelo, riendo sin parar.

— Eres rápida, Minji — dijo Hanni, tratando de recuperar el aliento.

— Tú también, Hanni. Esto ha sido muy divertido — respondió Minji, sonriendo.

Se quedaron tumbadas en el césped, mirando las nubes que pasaban lentamente por el cielo. Hanni se giró hacia Minji y la miró a los ojos.

— Minji, tengo algo importante que decirte — dijo Hanni, con un tono serio.

— ¿Qué pasa, Hanni? — preguntó Minji, un poco preocupada.

— Te amo, Minji. No puedo imaginar mi vida sin ti — confesó Hanni, sus ojos llenos de emoción.

Minji sintió que su corazón se aceleraba. Tomó la mano de Hanni y la miró a los ojos.

— Yo también te amo, Hanni. Eres lo mejor que me ha pasado — respondió Minji, con una sonrisa radiante.

Se inclinaron y se besaron nuevamente, un beso profundo y lleno de amor. Cuando se separaron, ambas sabían que su relación se había fortalecido aún más.

— ¿Qué te parece si vamos a nuestro árbol especial? — sugirió Hanni, sonriendo.

— Me parece perfecto — respondió Minji, levantándose y tomando la mano de Hanni.

Caminaron de la mano hasta su árbol, el lugar donde todo había comenzado. La tarde estaba cayendo, y el cielo se teñía de tonos anaranjados y rosados.

— Este lugar siempre será especial para nosotras, ¿verdad? — dijo Minji, mirando el árbol con cariño.

— Sí, siempre lo será. Aquí es donde comenzó nuestra historia — respondió Hanni, abrazándola.

Se sentaron bajo el árbol, apoyadas una contra la otra, y disfrutaron del atardecer. Hanni sacó su teléfono y puso una canción suave, creando el ambiente perfecto.

— Minji, quiero que este momento dure para siempre — dijo Hanni, acariciando el cabello de Minji.

— Yo también, Hanni. Este es nuestro pequeño paraíso — respondió Minji, cerrando los ojos y dejándose llevar por la música y el amor que sentía.

Pasaron un rato en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Luego, Hanni tomó la mano de Minji y la besó suavemente en los dedos.

— Eres increíble, Minji. No sé cómo tuve tanta suerte de encontrarte — dijo Hanni, sonriendo.

— La suerte fue mía, Hanni. Eres todo lo que siempre soñé — respondió Minji, mirándola con ternura.

La noche comenzaba a caer, y el parque se llenaba de las luces parpadeantes de las luciérnagas. Era un espectáculo mágico, y ambas se sintieron afortunadas de compartir ese momento.

— Mira, Hanni, las luciérnagas — dijo Minji, señalando las pequeñas luces que danzaban en el aire.

— Son hermosas. Este es el mejor lugar del mundo — respondió Hanni, abrazándola con más fuerza.

Minji se giró hacia Hanni y la besó una vez más, sintiendo que no podía expresar con palabras lo que sentía. El beso fue profundo y lleno de promesas de un futuro juntos.

— Hanni, ¿prometes que siempre estarás conmigo? — preguntó Minji, con un tono de vulnerabilidad.

— Te lo prometo, Minji. Siempre estaré a tu lado, pase lo que pase — respondió Hanni, con firmeza.

Minji sonrió y se sintió completamente en paz. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentaran, siempre tendrían su refugio especial bajo aquel árbol.

Se quedaron allí hasta tarde, hablando sobre sus sueños, sus miedos y sus esperanzas para el futuro. Cada palabra, cada risa y cada beso fortalecían su vínculo, creando una base sólida para lo que estaba por venir.

Finalmente, decidieron que era hora de irse. Se levantaron y se despidieron del árbol, prometiendo volver pronto.

— Vamos a casa, Minji. Pero recuerda, siempre llevaremos este lugar en nuestros corazones — dijo Hanni, tomando la mano de Minji.

— Siempre, Hanni. Este lugar es nuestro — respondió Minji, sonriendo.

Caminaron juntas hacia la salida del parque, de la mano y con el corazón lleno de amor. Sabían que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían esos dulces momentos en el parque para recordar.

Can I Call You Tonight? BbangsazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora