CAPÍTULO UNO: El Alma del Príncipe Pirata

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Una luz demasiado intensa le impide abrir los ojos con tranquilidad

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Una luz demasiado intensa le impide abrir los ojos con tranquilidad. Su cuerpo se siente ligero. Ni siquiera le duele el pecho. Inhala y exhala, aún sin abrir los ojos, cohibido. Se da la vuelta sobre su propio eje y queda boca arriba, dejando escapar una leve sonrisa ante la esponjosidad de la superficie en la que está. Su brazo tapa con éxito su vista, evitando de esa forma la incomodidad que le provoca la luz. ¿Le están apuntando con el mismísimo sol, o qué?

"Ace." El chico suspira contento, al escuchar esa voz tan acogedora.

"Oyaji." Contesta con cariño. "Cuánto tiempo, ¿eh?" Su sonrisa amplia y brillante conmueve al hombre que se sienta a su lado. Al notarlo, Portgas D Ace, finalmente, abre los ojos.

No se encuentra con paredes de madera o enfermeras a su alrededor como se esperaba. Se incorpora a medida que, lentamente, la sonrisa se desdibuja de su rostro. Las pecas, que se habían extendido al sonreír, vuelven a su forma original bajo la intensa mirada del pirata más poderoso de los mares. O bajo la mirada del que lo fue. A su alrededor se extiende una gran superficie blanca y esponjosa que se acerca mucho al concepto que tiene Ace de una nube.

"¿Dónde estamos?" Barbablanca suspira con pesadumbre.

"Algunos le llaman cielo." Ace parpadea, confundido.

"¿Hemos muerto?" Pregunta sardónico soltando una risa, esperando una negativa. Cuando no la obtiene, gira su cabeza como un látigo hacia su padre adoptivo. "No." Dice, como si su rechazo a la idea fuera suficiente como para devolverle la vida. "No." Susurra, llevándose la mano a la boca.

Como una película, las escenas de antes de que Akainu le atravesase el pecho se reproducen en su cabeza, provocándole un intenso dolor de cabeza. Sus lágrimas escapan solas al escuchar en su mente el grito de su hermano durante su último suspiro, ocultando su rostro con una mano y sujetando su pecho con la otra. La superficie está intacta, como si ningún brazo lo hubiera quemado.

"¿Y Luffy?" Pregunta en un hilo de luz. "¿Y los demás?" Su respiración comienza a acelerarse y volverse inconstante.

"Están bien." Contesta. "Jimbē salvó a Luffy." Ace observa a su capitán con las lágrimas contenidas.

"¿Hace cuánto?" El más grande se encogió de hombros, soltando un suspiro.

"No lo sé, hijo." Dice con pesar. "Yo también acabo de despertar." Ace se levanta como un resorte, sintiendo su cuerpo entero temblar.

Había dejado solo a Luffy.

Como castigo por su irresponsabilidad, el grito de Luffy se reproduce en su mente de nuevo, en bucle. No puede soportarlo. La culpabilidad lo va a enloquecer, y no sabe si está seguro de querer sufrir el resto de la eternidad por ello. Se lleva la mano a la boca, tratando de ralentizar su respiración.

De hecho, ¿por qué respira? ¿Se supone que los muertos respiran?

"Ace." Lo llama Newgate. "Cálmate." Ordena, como si aquello pudiera relajarlo.

A('s) SOUL | One Piece Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora