CAPÍTULO 11

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El camino resulta un poco extraño. Álex intenta dar pie a diferentes conversaciones pero Hugo parece no tener intención de pronunciar palabra. Creo que ni siquiera nos está prestando atención.

- ¿Y ahora que estás haciendo? – Me pregunta Álex después de haber estado hablando un rato sobre ellos.

Me ha contado que siempre han practicado surf y que suelen ir todas las semanas con los amigos a la playa para no perder el hábito. A veces, sobre todo en verano, participan en campeonatos. De hecho, me explica que un año fueron a Australia. ¡Eso está súper lejos! Ya pueden ser buenos los dos...

- Ahora voy a la playa. – Respondo dubitativamente, sin acabar de entender su pregunta.

- Sí, sí. – Se ríe. – Me refiero a si estás estudiando o trabajas. O sea, ¿cómo has llegado hasta aquí?

- Ahora mismo no estoy haciendo nada. He estado en un colegio pero me he marchado.

Evito cualquier tipo de detalles. Cuando le digo que no hago nada me mira inquisitivamente, así que me adelanto antes de que se queje, y con razón.

- Amanda me va a ayudar a encontrar un trabajo.

- Yo conozco un bar restaurante donde buscan camareros. ¿Te sirve?

- Ah, pues sí, es genial.

- Antes de volver a casa pasamos y preguntamos, ¿te parece?

Asiento. Estaría muy bien encontrar un trabajo y devolverle todos los favores a Amanda.

En la siguiente parada bajamos. Son las cinco de la tarde y el aire es frío. No sé cómo van a bañarse en el mar, que seguramente estará mucho más frío.

Vamos hasta una de las entradas de la playa y ellos se cambian las bambas por unas chanclas que llevaban guardadas en la mochila.

Hugo me mira mientras se cambia de ropa y se pone un traje de neopreno, que es como Álex ha dicho que se llama la vestimenta que llevan para surfear. Cuando se quita la camiseta no puedo evitar mirar. Es... uau. ¿Todos los chicos son así? Yo no tengo esos abdominales tan perfectos.

Me pilla observándole y sonríe de soslayo. Automáticamente me pongo roja.

- Valentina.

- Dime, perdona. – Creo que Álex ya me había llamado dos veces antes, pero estaba tan adentrada en mis pensamientos que no me he dado cuenta.

- Decía que si prefieres quedarte en la arena con las otras chicas o ir a tomar algo.

Esa una decisión difícil. Creo que no estoy preparada para estar con las otras chicas que, viéndolas desde lo lejos, parecen chicas guapas, inteligentes y deportistas. Aunque la idea de tomar algo también es mala porque no tengo dinero.

- Creo que me quedaré aquí.

- Si es por las chanclas yo puedo dejarte las mías. – Bromea, aunque en realidad lo dice en serio.

No puedo negarme. Álex se está esforzando por incluirme y yo debería ser cortés y aceptar la propuesta.

- Muchas gracias.

- A ti.

Dicho esto, Álex sale corriendo y nos deja a solas a Hugo y a mí. Lo miro nerviosa de reojo y me doy cuenta de que él no disimula nada cómo me mira atentamente. Así que yo también lo hago y nos quedamos unos segundos con los ojos fijos en el otro.

- Te doy mi móvil, pero que no lo coja ninguna de ellas.

Saca de su bolsa su teléfono y, a diferencia de su amigo, se va caminando por la arena hasta una caseta de madera.

Una sombra tras el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora