A veces creo,
que soy como ella.
Que huyo del mounstro,
sabiendo que soy igual.
Y si la obseción lo crubría,
lamentablemente a mi igual.
Pero solo,
me quise vengar.Recuerdo esos ojos,
a los que asesiné.
Creía que era un mounstro,
pero yo también fui parte de él.Lo odiaba con el alma,
pero lo amaba igual.
Y después de que derrochara su aclamante obseción,
describiendola con cada palabra que podía.
Yo,
y mi instinto de asesina,
solo supieron coger la estaca,
que el me regaló.
Y enterrarsela en el pecho,
sin pudor.Aquella moral desapareció,
y solo le hice daño a mi intetior.
Dudando si era real,
porque habría pruebas de que no.