C H A P T E R 8

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NARRADOR OMNISCIENTE:

Era un nuevo día y Misaki se encontraba junto a Taro en los pasillos de la academia. El azabache le había pedido que lo acompañara para decirle algo, el chico quería contarle sobre lo sucedido con los policías la noche anterior, pero algo dentro de él lo hizo detenerse, no quería involucrar a la peli celeste en todo ese embrollo, así que al final terminó diciendo algo completamente diferente a lo que era su intención inicial.

-¿Quieres... Que te enseñe a patinar?- pregunto la chica algo desconcertada por la petición del chico.

-Ah-ah yo...- tartamudeo el chico sin saber cómo reaccionar, no se imaginaba a él mismo sobre unos patines, pero su cerebro lo había traicionado -Si... Siempre he querido aprender, pero no conocía a nadie que me enseñase.

El azabache mintió, pero no vio una mejor salida para ello.

-Esta bien, si eso quieres entonces no tengo problema- comentó la peli celeste de manera alegre, pensando que sería lindo compartir un hobbie con su azabache amigo -¿Te parece bien hoy después de clases?

Taro asintió ante las palabras de su amiga, escuchando sus entusiastas palabras y como vería lo divertido que era el deporte.

El chico suspiro un poco abatido, pero de cierto modo el ver cómo Misaki hablaba tan entusiasta sobre ello hacia que el chico pensase que después de todo no sería tan malo intentarlo si era junto a la peli celeste.

De pronto la mirada de Taro se enfocó en cierta azabache que estaba algo cerca de ellos, el chico sintió la necesidad de acercarse a ella y parecía como si la voz de Misaki empezaba poco a poco a quedar en segundo plano.

-Oye, Misaki...- habló el chico, interrumpiendo a la peli celeste y logrando que ella lo viese con ojos expectantes ante lo que iba a decir -¿Te parece si nos vemos después?, Tengo que hablar con alguien ahora.

Explicó el chico, Misaki simplemente asintió ante lo dicho por el chico y observó como este se alejaba de ella para acercarse a la azabache, la peli celeste no se había percatado de su presencia, pero parecía que ese no había sido el caso de Taro.

La joven observaba como su amigo charlaba con la chica, como le sonreía. De repente la peli celeste se sintió incómoda y decidió alejarse del lugar para ya no mirar a dichos chicos.

Mientras caminaba por los pasillos de la academia, dirigiéndose a su salón de clases, la joven trató convencerse a sí misma del hecho de que no le importaba lo que había sucedido, pero ella sabia que no era cierto y el vacío que empezó a sentir en su corazón la estaba delatando.

Al llegar a su salón la chica se dejó caer en su pupitre sintiéndose totalmente desganada, la peli celeste había empezado el día tan alegre y llena de energía que hasta había hecho reír a sus padres por tanto entusiasmo, pero ahora sentía como si su batería vital hubiese pasado de ciento diez por ciento a cero en cuestión de segundos.

Detrás del juego | Taro YamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora