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Ibas de camino pasando por un bosque afuera de la cuidad ya que acabas de terminar una misión cuando te topaste con un joven que... ¡¿Como caramba levantaba esas pesas que creías pesaban una tonelada?!
Te escondiste mientras observabas al chico entrenar... si es que le podía llamar entrenamiento a eso, cuando notaste algo...
Viste como el chico terminaba y iba directo a una casa, terminó por arrancar la puerta principal y por lo que supusiste, vivía con su familia. Quedaste con un una cara extrañada pero no le diste importancia.
Esperaste escondida hasta que luego de un rato el chico volvió a salir, te apresuraste a acercarte a la casa y tocar la puerta.
Te recibió un señor y apenas te vio su cara se puso pálida. Te conocía, claro que te conocía, hace un tiempo él había visto mediante las noticias como te convertiste en Visionario Divino.
– H-hola... ¿Qué se le ofrece señorita? – Su voz salía con dificultad y nerviosismo. Sabías la razón de ello.
– ¿Puedo hablar con usted señor? – El, nervioso asintió y te dejó pasar al interior de la pequeña pero acogedora casa, te sentaste en una silla cerca de él. No parecía querer hablar así que lo hiciste primero.
– Iré directo al grano... ¿El chico de hace rato es su hijo? – El asintió miedoso – El no posee magia ¿verdad?
En cuanto dijiste eso, al señor pareció detenérsele el corazón, rápidamente se puso demasiado pálido, y respiraba con dificultad, él parecía querer levantarse y arrodillarse para que no dijeras nada, pero antes de eso levantaste la mano en su dirección.
– Por su reacción parece saber lo que esconder algo como eso conlleva ¿no es así? – El volvió a sentir con gotas de sudor cayendo por su frente – Tranquilo señor, no diré nada, puede estar tranquilo. Solo le sugiero tenga cuidado con el chico. Descuide, yo no soy como piensa, le prometo mi silencio absoluto.
– ¿Porque señorita...? no decir nada también pueda ser un problema para usted...
– Lo se, pero toda mi vida he deseado que haya igualdad entre las personas, me gusta ayudar, y si puedo ayudarlo a usted y a su hijo que no tiene la culpa de nada, más que encantada.
Luego de seguir conversando con el señor y dejarle bien claro que guardarías su secreto tuviste que irte.
Apenas saliste de la casa te topaste con el chico el cual resultó llamarse Mash, estuvieron hablando un poco ya que le comentaste acerca de su súper fuerza, descubriste que le encantaban los panecillos con crema, así que le regalaste unos que habías comprado hace un rato. El muy feliz los aceptó y tu te despediste.
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Luego de un rato, llegaste a la Academia.
Buscaste un rato a alguien hasta que por fin lo viste parado enfrente de una ventana en el pasillo.Te acercaste y quisiste asustarlo abrazándolo por detrás lo cual fue en vano ya que al sabía tu intención.
– ¿Me extrañaste? – El no dijo nada – Porque yo si, contaba los minutos por volver a ver a mi terroncito de azúcar – Aún abrazándolo por detrás moviste tu cara contra su espalda y te separaste.
Te colocaste a su lado y miraste por la ventana.
– Oye Ray... – El gruñó en respuesta indicando que siguieras hablando mientras también miraba por la ventana el hermoso atardecer – ¿Tú... que piensas de las personas que no poseen magia? – Temías su respuesta, sabías que él no era una mala persona, y eso también era razón por la cual te habías enamorado de él... pero aún así...
– No todos tenemos la misma suerte... pero después de todo, somos iguales, tengamos magia o no.
Diste un suspiro de alivio ante su respuesta, lo miraste y sonreíste para volver a posar tu mirada a la ventana.
– ¿Porque lo preguntas?
– Es solo que... bueno, ya sabes, las personas sin magia... no me gusta el hecho de que sean recriminados de esa forma, aun así... las leyes son leyes, y no se pueden cambiar.
– Pero es por nosotros que empieza el cambio. La razón por la cual poseemos magia es para proteger a los que no tienen.
– ¡Tu siempre tan sabio mi querido Ray! – Comentaste alegremente pero seguías pensando en lo de Mash.
¿Estabas haciendo mal? sabías que era lo correcto... pero igualmente te daba miedo, no por ti, si no por ese chico.Rayne notó que estabas preocupada por algo, pensó en preguntar pero al final no dijo nada.
Habías empezado a morder tu labio inferior a causa de pensar en lo del chico... si llegasen a enterarse...
Una mano se poso sobre tu mentón haciendo que dejaras de moder tu labio y vieras repentinamente al dueño de ella. Rayne te miraba serio – No te muerdas de esa manera, harás que tus labios sangren.
El quitó su mano y tu te tocaste la zona antes mencionada, haciendo que miraras hacia el suelo, la verdad es que hace tiempo no estabas en una situación así, la preocupación te invadía. ¿Y si le pasaba algo a ese chico? ¿Y si no podías ayudarlo?
No pudiste seguir pensando más ya que sentiste como unos brazos te envolvieron, haciendo que tu cara chocará suavemente con el pecho de quien estabas completamente enamorada.
No dijiste nada, solo hundiste tu cara en su uniforme y pasaste tus brazos al rededor de su cintura para también abrazarlo. Sin tu ser consiente y mucho menos Rayne, esa acción había calmado tus nervios por completo.
Se quedaron de esa forma hasta que el tiempo pasó y la noche había llegado.
Haría lo posible por proteger a ese chico y su papá. No dejaría que alguien más volviera a sufrir por ser "un error" de Dios.
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