Carga y descarga

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Las noches de verano son la excusa perfecta para cotillear en las calles del pueblo y que nadie te mire mal.


Es julio y hace calor. De hecho, hace mucho calor.

Para Gustabo, las vacaciones de verano son las peores en cuanto a trabajo respecta. Y puede haber incongruencia en ese pensar, porque son dos palabras que parecen no encajar, dos antónimos que se repelen y que deben estar a kilómetros de distancia. Pero lo cierto es que, cuando llegan finales de junio y el sol ya no siente piedad por los ciudadanos, los pequeños comercios, o aquellos dedicados a la atención al cliente, se esfuerzan al máximo para hacer de la experiencia de sus trabajadores algo miserable. Y para su desgracia, él es una víctima de ello.

En España el turismo es sinónimo de explotación laboral y ruina económica, dejando que los guiris atraquen contra los nacidos de Isabel I, les arrebatan sus horas de descanso, dispara los precios de los productos, les dejan sin hogares que poder alquilar e invaden las calles al estilo del Imperio Inglés. La Britania romana renace de entre las cenizas y vuelve a poner de moda la leyenda negra contra el Imperio Español.

Hacen sentir desplazados a los ciudadanos del ‘reino donde nunca se pone el sol’ e inundan las calles con sus pálidas pieles descuidadas, enrojecidas y al vertiente de un cáncer de piel, porque más que humanos parecen gambas andantes, decoradas de gorros estúpidos que solo los visitantes llevan. Colonizan playas y terrazas, y esperan una cálida bienvenida pero no son capaces de aprender palabras básicas en la lengua materna de su lugar de vacaciones. Van con los huevos bien altos de que, en especial empleados, deben saber inglés aún si en España no se habla inglés.

Aunque Gustabo también les debe algo. Los empresarios que sin duda alguna tienen como pasatiempo favorito explotar al trabajador y hacer sentir al consumidor que es su culpa el no dar una paga extra, deben ampliar horarios con la llegada de los ricos extranjeros, todos esos hostales buscan nuevos empleados, y eso implica mayores oportunidades de trabajo, pero sobre todo mayores oportunidades para escapar de casa.

Las cosas no están bien últimamente y habiendo acabado el curso escolar y todo tipo de extraescolares gratis, no tiene ninguna excusa para salir por la puerta día sí y día también sin que le cuestionen todo tipo de movimientos, entonces, si pasarse ocho horas seguidas en el Burger King quiere decir que son ocho horas seguidas son rozar la madera del suelo o sentir las paredes vibrar entre gritos y enfados, está dispuesto a hacerlas y pedir extras. Poder tomar un respiro ilógico de un hogar forzado a llamarse así, no tener que preocuparse de toda acción que hace mentalizándose de antemano frente a las posibles represalias que pudiera desencadenar.

Y hay algunos trabajos que debe admitir que le gustan mucho, como en la biblioteca, recomendando las mejores obras literarias del Romanticismo o en la zapatería, cosiendo y arreglando calzado. Lugares donde no necesita edad o un grado para poder currar, solo llevarse bien con cuatro ancianos del pueblo y rezar para que reclamen la ayuda que sus hijos, recién mudados a la ciudad y olvidadizos de lo que son las calles de la villa, no están dispuestos a ofrecer, para poder conseguir un puesto.

Porque ciertamente, Gustabo, no tiene una pasión propia y distintiva, porque todo le gusta y le disgusta a la vez. Es incapaz de mantener el mismo oficio por más de un año, y desde hace tiempo se ha vuelto un problema. Se aburre con rapidez y aún teniendo un currículum bendecido y desgastado con años de experiencia, no está seguro de poder afirmar con seguridad que alguna de esas muchas faenas podría ser la definitiva para realizar por sesenta años más.

Sin llevarlo al ámbito laboral, no puede pensar en alguna afición que le llene al completo, y lo quiere culpar a las miles de preocupaciones adicionales que tiene en la cabeza, pero no está seguro de que esa sea la razón verdadera detrás de esa pequeña peculiaridad, quizá no nació para nada, quizá todavía no ha descubierto para qué; si es sincero consigo mismo, se resguarda en ese pensar, sin querer aceptar que puede ser que simplemente sea alguien verdaderamente apático, que los comentarios desdeñosos de las personas alrededor acerca de su antinatural indiferencia frente al mundo que le rodea, son ciertos.

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⏰ Última actualización: Jul 12 ⏰

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