Se sintió extasiante, pisotear los sentimientos de esa pequeña criatura. Su inocencia, mezclada con sus chillidos y su charco de sangre, fue como presenciar una jodida obra de arte.
Miraba el techo, aún recordando las imágenes, un poco incómodo por el poco espacio en la cama. Erizo estaba a mi lado durmiendo; con temor, se había acostado junto a mí ayer. Me levanté radiantemente.
-Erizo, vamos al comedor -la moví con la mano. Ella rápidamente se despertó asustada. Se ve tan tierna con esa expresión, sonreí.
Caminé hacia la mochila, saqué un par de ropas mías y las lancé hacia ella.
-Báñate, hueles a mierda -dije con sarcasmo. Ella asintió y se metió al baño con la ropa.
Saqué un cigarro y lo encendí. Después de divertirme, me gusta fumar un poco; es como fumar después del sexo, simplemente relajador. Me senté en la silla esperando que saliera. Tenía hambre; ayer me acosté sin comer.
La puerta del baño se abrió.
-Listo... -murmuró. Mi ropa le quedaba grande, pero era lo único que tenía para ella; no pensaba gastar dinero en una zorra.
-Vamos -ordené, soltando el cigarro al suelo y apagándolo con el zapato. Sin esperar su respuesta, salí de la cabaña agarrando su mano. Teníamos que pretender ser los hermanos perfectos.
Silbaba para romper el silencio. Ella se mantenía callada.
-¿Cómo te fue en la fiesta? -pregunté como si me importara.
-Estuvo bien... -contestó con voz apagada.
Mientras caminábamos, no podía dejar de pensar en la satisfacción que sentí al destrozar a ese pequeño alien. La adrenalina, la sensación de poder absoluto. Erizo, por otro lado, parecía perdida en sus pensamientos, su mente atrapada en un laberinto de miedo y sumisión.
Llegamos al comedor, un lugar bullicioso lleno de risas y conversaciones. Los demás campistas nos miraban con curiosidad, algunos incluso con envidia por la relación aparentemente cercana que teníamos.
-Mira quiénes han llegado, los hermanitos inseparables -dijo Susie con una sonrisa fingida. Parecia inquieta.
-Buenos días, Susie -respondí con la misma falsedad, tomando a Erizo de la mano y guiándola hacia una mesa vacía.
Nos sentamos y empezamos a comer. El silencio entre nosotros era pesado, pero me deleitaba ver cómo Erizo apenas podía comer, sus manos temblando al sostener el tenedor.
-Come, necesitas fuerzas -le ordené, mi voz baja pero firme. Ella asintió y forzó a tragar un bocado.
Observaba a los demás campistas, todos tan normales en sus interacciones. Me preguntaba si alguno de ellos escondía un lado oscuro similar al mío. La idea me hacía sonreír.
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Control | Oscar x Erizo (+18)
FanfictionLa violencia es divertida, ¿verdad? Para Oscar, lo es. Aburrido de la monotonía de sus actos crueles, decide adiestrar a Erizo, una muchacha inocente de alma que ha visto los horrores del mundo. el campamento no es solo un anhelado refugio para Eriz...