Mentiras

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Me sentía incómoda

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Me sentía incómoda. Él caminaba calmadamente, mientras yo lo seguía, intranquila y temiendo la escena que estaba a punto de presenciar.

Su calma me hacía sospechar de él. Desde el primer día, algo en él me daba mala espina. ¿Qué era eso de que era el hermanastro de Erizo? ¿De verdad creía que era tan estúpida para creerle?

Cuando encontramos a Erizo, buscábamos seres mágicos en la ciudad para invitarlos al campamento. Vimos un gran potencial mágico en ella, pero estaba parada en una esquina con ropa muy reveladora para una niña de su edad. Era evidente que era una prostituta.

—Oscar, tengo una pregunta... —hablé seriamente. Él solo asintió con la cabeza, sin dejar de caminar.

—¿Por qué permites que tu hermana use ropa tan reveladora? Cuando le entregamos la invitación para el campamento, llevaba esa ropa...

Él se detuvo y me miró.

—Susie, ya sabes cómo son las modas de la nueva generación... —dijo tranquilamente. —Le rogó a nuestros padres que le permitieran usar esa ropa. Esa pequeña siempre consigue lo que quiere —sonrió.

Si no tuviera tantas sospechas contra él, me lo habría creído. Es un buen mentiroso.

—Oh, me daba cierta curiosidad —dije nerviosa. Él continuó caminando, y yo lo seguí, cada vez más segura de que algo no estaba bien.

Tenía la esperanza de que lo que Oscar había visto fuera una simple confusión con algún animal muerto. Espero que esa tonta mocosa que se perdió esté bien; ya tengo suficientes problemas con los aliens.

Ansiosa, me mordía la uña del pulgar mientras exploraba el bosque desolado con la mirada. Algo me llamó la atención: un reflejo de luz. Miré a Oscar, que seguía caminando. Rápidamente me dirigí al objeto extraño, encontrándome con una daga ensangrentada. ¿Qué hace esto aquí? ¿Por qué tiene sangre? Mi cabeza se llenó de incógnitas. Rápidamente la guardé y traté de volver a seguir a Oscar, que parecía no haberse dado cuenta de nada.

—Llegamos... —pronunció. Su espalda me cubría la vista. Me acerqué a su lado para poder observar.





...






Allí, en el suelo, yacía el cuerpo de Lem, desmembrado y bañado en sangre. Mi estómago se revolvió y sentí la bilis subir por mi garganta.

—Dios mío... —susurré, tapándome la boca con la mano.

Oscar se volteó hacia mí, su expresión era fría y calculadora. Parecía que el espectáculo no le afectaba en absoluto.

Control | Oscar x Erizo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora