Delicioso

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—¿Por qué? —grité internamente—

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—¿Por qué? —grité internamente—. ¿Por qué mierda no muere la maldita zorra?

Después de varios minutos de ser apuñalada por Erizo hasta la muerte, la desaté para deshacerme de ella en algún lugar, pero rápidamente vi que Susie se había regenerado, su cuerpo sanando ante mis ojos. Ahora me miraba con odio, una furia que parecía capaz de atravesar mi alma. No podía mover el cuerpo por el cansancio, pero su boca no parecía dispuesta a callarse.

—¡Hijo de puta, te mataré! —amenazó.

Me acerqué rápidamente y le tapé la boca con un trapo para evitar que sus gritos alertaran a alguien. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y dolor, y sentí una punzada de frustración y rabia.

—Erizo, trae la cuerda —ordené, mi voz temblando de rabia contenida.

Erizo, todavía temblando y cubierta de sangre, se levantó lentamente y buscó la cuerda en un rincón de la cabaña. Sus pasos eran vacilantes, como si estuviera a punto de colapsar en cualquier momento. Mientras esperaba, mantuve a Susie inmovilizada, mis manos firmemente presionadas contra su boca y su cuerpo.

Susie seguía mirándome, sus ojos llenos de odio y una fuerza inexplicable. Podía sentir su resistencia, su determinación de no ceder, y eso me enfurecía aún más.

—¡Date prisa! —le grité a Erizo, que finalmente regresaba con la cuerda.

Atamos a Susie con fuerza, asegurándonos de que no pudiera moverse. Me aseguré de que las ataduras fueran lo suficientemente fuertes para mantenerla inmovilizada. Susie intentó luchar, pero el dolor y el agotamiento la superaron.

Esto ya no es divertido... Sentía una molestia inexplicable. Caminaba dando vueltas mientras trataba de buscar una solución. ¿Qué hago?

Una idea apareció. ¿Y si desmiembro su cuerpo, se regenerará? Necesitaba comprobarlo. Me acerqué con el cuchillo de cocina y corté una oreja, y esperé. Segundos. Minutos. Nada sucedió; no regeneró otra oreja. Con curiosidad, traté de colocar su oreja en su lugar y, después de unos minutos, esta se regeneró.

Perfecto. Con una sonrisa satisfecha, le sonreí a Susie.

—Parece que he encontrado una forma de mantenerte bajo control, cariño. Ahora, vamos a divertirnos un poco más.

Susie me miraba con un odio renovado, pero también con una chispa de miedo que antes no estaba allí. Me acerqué aún más, disfrutando del poder que sentía al tenerla a mi merced.

—Erizo —dije, sin apartar la mirada de Susie—, quiero que observes bien. Este es el destino de aquellos que se interponen en nuestro camino.

Erizo, temblorosa y visiblemente asustada, asintió lentamente. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero también había una sombra de comprensión. Ella sabía que estaba atrapada tanto como Susie, y no había escape.

Control | Oscar x Erizo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora