La violencia es divertida, ¿verdad? Para Oscar, lo es. Aburrido de la monotonía de sus actos crueles, decide adiestrar a Erizo, una muchacha inocente de alma que ha visto los horrores del mundo. el campamento no es solo un anhelado refugio para Eriz...
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Fumaba, observando los restos de la fogata de la noche anterior: una mezcla perversa de cenizas y polvo de huesos. La sensación de tranquilidad me envolvía tras haber resuelto un problema molesto. Mi mirada se dirigió hacia la habitación, visible a través de la puerta de vidrio del patio, donde Erizo dormía en la cama.
Aburrido, exhalé el humo de mi cigarro, considerando una caminata mañanera. Además, debía ir a la cabaña de Susie para recuperar mi apreciada daga. Solté el cigarro al suelo y lo apagué con el zapato, sonriendo al recordar las expresiones de Susie la noche anterior.
Caminé entre las cabañas, perdido en mis pensamientos, cuando algo llamó mi atención. Un grupo de personas se agolpaba alrededor de una puerta, susurrando y sollozando. La cabaña me resultaba familiar. Con curiosidad, me acerqué, abriéndome paso entre los mocosos.
Al llegar al frente, la escena que vi me provocó una carcajada interna.
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Una muchacha colgaba del techo como una piñata, su aspecto me recordó a Lem. ¿Podría ser su hermana mayor? ¿No pudo manejar la culpa? Qué débil, buscando el escape más fácil...
Observé a la multitud, sus caras llenas de horror y tristeza. Me complacía ver su sufrimiento, la desesperación en sus ojos mientras contemplaban la tragedia.
-¿Qué está pasando aquí? -preguntó una voz femenina acercándose a la escena-. ¡Mierda! -gritó. Me giré para ver de quién se trataba: era Betsy, acompañada por Alice. Las dos se acercaron al cadáver, tratando de bajarlo.
-¡TE DIJE QUE ERA MALA IDEA DECIRLE LA VERDAD, BETSY! -enojada, Alice la incriminó.
-¡NO ES EL MOMENTO PARA ESTO, AYÚDAME A BAJARLA! -desesperada, Betsy respondió.
Con magia cortaron la cuerda, colocando el cadáver en el suelo, tratando de reanimarla con RCP y magia, pero nada funcionó. El ambiente quedó en silencio.
-¿Quién la encontró? -preguntó Betsy, afectada, a la multitud.
