Maldita celebración, maldita emoción

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El caos en la psique de Riley había comenzado, como si se tratara de un reloj de arena volcado, pasando partícula por partícula, hasta caer finalmente en un abismo interior.

Alya abrazó a Riley y a su madre para aliviar su dolor, recién ensamblado por la cruel garra del destino. Antes, ella representaba todos sus sueños y metas, hoy simbolizaba todo lo opuesto, reflejando la desesperanza en cada línea de su rostro.

Un trozo de madera jamás podría compararse con el amor y gestos cálidos de su padre, sin embargo, aceptó por respeto el detalle de Alya de traerle algo muy preciado para ella desde pequeña. Aun así, en ese escenario seguía siendo eso, un mísero trozo de madera pintarrajeado.

Además, podían contactar a la mujer para cualquier cosa que necesitaran, al igual que a los seres queridos restantes, que estuvieron presentes en el momento de la despedida para apoyarlas a ambas con abrazos y palabras cálidas.

Fue un duro golpe devastador para las emociones, ahogadas hasta las trancas por las lágrimas de la joven. Al ser seres intangibles, no tenían ni la más remota idea de cómo debían consolarla.

Después de tal tragedia, ¿quién podría celebrar ese maldito cumpleaños? ¿O más bien, un cumpleaños maldito?

No podía ser otra que Alegría.

Se las apañó para disfrazar el cuartel general con serpentinas, globos, guirnaldas y banderines, ¡incluso gorros para los integrantes!

Ella solo seguía al pie de la letra su trabajo: hacer feliz a Riley.

Feliz cumpleaños, cariño .- besó a su hija en una mejilla, acurrucándose a su lado sosteniendo uno de sus brazos.

Gracias mamá...

¿Te apetece cantar?

Está bien.

¡Venga todo el mundo! ¡A cantar! .- gritó Alegría haciendo sonar una matraca ruidosa.

Todos comenzaron a cantar con culpa en sus caras. Alegría, por otro lado, cantaba con energía y emoción armonizando a los demás con movimientos rápidos en sus dedos, simulando una orquesta sinfónica.

Al acabar aplaudieron en grupo mirándose preocupados unos a los otros, mientras Riley extinguía las velas casi sin fuerzas.

¡Hora de pedir un deseo! .- saltó la brillante emoción pulsando en seco el botón indicado.

Desearía que papá estuviera aquí...

A mí también me gustaría, Riley...pero hay que-...

La joven interrumpió a su progenitora empujando con rabia la mesa, ignorándola con una cara rencorosa de la que empezaban a colgar lágrimas de sus ojos.

Riley... .-La mujer quedó devastada en su totalidad viendo a su hija escaparse a su habitación, concluyendo con un portazo.

¿Qué...? Yo no he hecho nada...

Alegría, deberías dejarla descansar, tiene que desahogarse...- replicó tristeza

La única emoción positiva del lugar suspiró desanimada ante su comentario.

Puede que tengas razón...

A sus espaldas, la pequeña isla de la familia, sobrepasó sus límites, y se desprendió dejando una mitad restante.

No...no,no,no,no,no...- murmuró Alegría, observando el derrumbamiento, temiendo el mismo destino de las demás islas.

La emoción amarilla se volteó, presenciando sus rostros de pura preocupación y derrotismo.

La depresión de Riley // Inside OutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora