𝚅

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[ᴍᴀᴅʀɪᴅ, ᴇsᴘᴀɴ̃ᴀ]
07:37 ᴀ.ᴍ

Abrí mis ojos lentamente debido a la molesta luz que ingresaba por la ventana. Lentamente me levanté sujetando mi cabeza al sentir un dolor insoportable. Miré la habitación, tratando de recordar cómo había llegado allí. Tardé unos segundos en percatarme de que esta no era mi habitación. Las paredes eran diferentes, la decoración desconocida.

Rápidamente dirigí mi vista a mi cuerpo, encontrándome desnudo bajo las sábanas blancas. Sentí una oleada de pánico mezclada con vergüenza.

—Mierda... —murmuré. Desvié mi vista a la mesita de noche que se encontraba al lado de la cama, en donde se encontraba mi celular junto a un vaso de agua y una pastilla. Tomé mi móvil para revisar la hora, mis dedos temblando ligeramente al deslizar la pantalla. Me encontré con mensajes de un número desconocido.

"Gracias por pasar la noche conmigo, fue un gusto conocerte, Simón. Espero volver a encontrarnos pronto."

"Bebiste mucho anoche, espero que la pastilla te ayude con tu resaca. ;)"

"Por cierto, soy Isabella."

—Isabella... —susurré, recordando fragmentos de la noche anterior, sus ojos, su sonrisa, y nuestra conversación en el club.

Dejé mi móvil a un lado, tomé la pastilla junto al vaso de agua para poder pasarla más rápido. Sentí el líquido frío deslizarse por mi garganta mientras intentaba ordenar mis pensamientos. Necesitaba averiguar qué había pasado exactamente y cómo había terminado en esa cama, pero primero, necesitaba que el dolor de cabeza se calmara.

Miré alrededor una vez más, notando detalles que había pasado por alto antes. Las cortinas gruesas, las sillas tapizadas y el minibar bien surtido confirmaban que estaba en una habitación de hotel. Sentí una mezcla de alivio y confusión al darme cuenta de dónde estaba.

Después de tomar la pastilla, me levanté con cuidado de la cama, buscando ropa que pudiera ponerme. Vi mis prendas tiradas por el suelo y comencé a vestirme lentamente, cada movimiento intensificando el dolor de cabeza. Mientras me abotonaba la camisa, intenté recordar más detalles de la noche anterior, pero los recuerdos llegaban en fragmentos borrosos.

Una vez vestido, me dirigí hacia el pequeño escritorio en la esquina de la habitación. Me senté y encendí la lámpara de escritorio, su luz cálida proporcionándome un poco de confort en medio de la confusión. Tomé mi teléfono y volví a leer los mensajes de Isabella, tratando de recordar su rostro y nuestra conversación.

Las imágenes comenzaron a regresar: su sonrisa, sus ojos brillantes bajo las luces del club, y la forma en que me había provocado. Pero más allá de eso, todo era un borrón. Necesitaba más información.

Marqué el número del mensaje y llevé el teléfono a mi oído. La llamada sonó una vez, dos veces, y luego se cortó. Suspiré frustrado, dejando el teléfono sobre el escritorio. Necesitaba encontrar a Isabella y obtener respuestas sobre lo que había sucedido.

Me levanté y salí de la habitación, cerrando la puerta tras de mí. Caminé por el pasillo del hotel, cada paso resonando en el silencio de la mañana. Llegué al ascensor y presioné el botón del vestíbulo. Las puertas se abrieron y entré, observando mi reflejo en los espejos del ascensor. Parecía cansado, con ojeras marcadas y una expresión de preocupación en el rostro.

El ascensor se detuvo en el vestíbulo y salí, dirigiéndome hacia la recepción. El recepcionista me saludó con una sonrisa cortés.

—Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?

—Sí, buenos días. ¿Podría decirme si alguien dejó algún mensaje para la habitación 407?

El recepcionista revisó su computadora y luego negó con la cabeza.

MAFIA-𝐒𝐢𝐦𝐨𝐧 "𝑮𝑯𝑶𝑺𝑻" 𝐑𝐢𝐥𝐞𝐲°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora