Cuando sintió un calor abrumante, Griffith se destapó de las sábanas que la noche anterior había usado para llorar libremente. Los rayos del sol iluminaban la carpa, marcando el inicio de un nuevo día. Al girar la cabeza hacia el otro lado de la cama, vio que estaba vacío; Guts aún no había vuelto.
Los recuerdos del día anterior lo abrumaron de nuevo, sintiendo una punzada en el corazón y un dolor de cabeza. Dio un largo suspiro. Sabía que debía superar esto lo antes posible para poder enfrentar a Guts y Casca con serenidad. Al fin y al cabo, había sido su culpa por ilusionarse. Era más que obvio que Guts solo lo veía como un buen amigo, y que todo había sido por el cariño genuino que le tenía. Griffith había malinterpretado las cosas, engañándose a sí mismo de que tenía algo especial con Guts. Amaba a Guts, pero esos sentimientos lo estaban destrozando.
Decidió no darle más vueltas al asunto. Logró levantarse de la cama y se acercó a su tocador. Al verse en el espejo, se encontró con un desastre. Sus ojos estaban completamente hinchados, su cabello era un desorden; no era ni la sombra de lo que solía ser. El calor lo hacía sentirse aún más irritado.
Se lavó la cara con el agua del recipiente que tenía, pero desde su perspectiva, seguía viéndose desastroso. Para no estresarse más, comenzó a ordenar sus cosas. Tendió la cama y guardó lo que estaba tirado. Mientras doblaba la ropa, se dio cuenta de que había muchas prendas de Guts, casi tantas como las suyas. Esto lo hizo sonreír melancólicamente. Guts prácticamente ya vivía con él en esa carpa. ¿Cómo podía no malinterpretar las cosas?
—Parece que hoy tienes un poco más de energía.
La voz de Judeau lo sobresaltó. Dejó la ropa doblada de Guts a un lado de la cama, tratando de disimular sus nervios.
—Sí, no aguantaba más estar tirado en esa cama.
—Mejor así. No me gusta verte tirado y deprimido —dijo Judeau, su voz era apacible, con un tono animado—. Sabes que todos nos preocupamos por ti, ¿verdad?
—Sí, lo sé. Por eso les estoy agradecido —respondió Griffith en voz baja.
Judeau tarareó mientras observaba a Griffith sentado en la cama. Luego le dedicó una sonrisa y le preguntó:
—¿No tienes calor?
—¿Eh? Sí, siento que me voy a morir.
—¿No quisieras ir a bañarte? No me malentiendas, me gustaría que salieras a tomar aire. Sé que ya saliste ayer, pero siento que te abrumaste de nuevo al regresar a la carpa.
Griffith se quedó callado, meditando la propuesta.
—Pero si no quieres, está bien. No quiero presionarte.
—De hecho, la idea me fascina, pero... —Griffith tomó fuerzas internas para decir lo que tenía en mente. Aunque confiaba en Judeau, aún sentía un poco de vergüenza—. ¿Me ayudarías? Aún no tengo la fuerza necesaria para poder bañarme y tengo miedo de que el río me arrastre y me lleve a Dios sabe dónde.
Judeau rio un poco y luego asintió.
—Tengo una petición más —volvió a decir Griffith, y Judeau lo miró expectante—. ¿Me ayudarías a cortarme el pelo?
Griffith y Judeau habían sido amigos desde antes de que el grupo mercenario se hiciera grande y conocido. Era algo común en ese entonces que Judeau ayudara a los demás a cortarse el pelo, ya que curiosamente tenía una gran habilidad para hacerlo. Esos recuerdos hicieron sonreír a Judeau, quien se limitó a responder con una sonrisa y decir:
— ¿Cómo en los viejos tiempos, no?
Griffith lo miró y sonrió, mientras asentía con la cabeza.
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Redención
FanfictionDespués del "Rescate del Halcón", Griffith enfrenta un difícil proceso de recuperación, Guts, cargado de culpa y arrepentimiento por haberlo abandonado, dedica todo su tiempo y esfuerzo a cuidar de él.